Que niños y niñas del hogar sean parte de actividades como hacer el almuerzo o leer las etiquetas de los valores nutricionales de los alimentos, pueden ser de gran ayuda para el proceso de aprendizaje en estas semanas de encierro.
Desde hace más de 30 años Eligio Salamanca es docente mutigrado de la Escuela Municipal de Quelhue, situada en una comunidad mapuche ubicada a 10 km de Pucón, al Sur de Chile. En su comunidad, desarrollar clases en línea durante la contingencia de la pandemia no es una posibilidad, debido a que se encuentra en una zona rural con poca conectividad.
Por eso, en las últimas semanas, ha estado desarrollando, junto a su equipo, distintas actividades que puedan servir de guía para las familias de sus estudiantes de básica. Además, se ha dedicado a entregar puerta por puerta –con todas las medidas sanitarias necesarias– los materiales académicos complementarios a cada una de las familias y ha estado en constante comunicación con cada padre y madre a través de un grupo de Whatsapp y en algunos casos, por mensajes de texto.
“Estas son actividades complementarias a las unidades de aprendizaje, y nuestra intención es que cada familia vaya a su ritmo. Pero con estas ideas, insistimos con que la cotidianidad de la casa brinda muchos elementos de aprendizaje, y esa es una gran oportunidad, especialmente cuando sabemos que muchos papás no están preparados para dirigir un trabajo pedagógico”, explica Eligio.
1. Que sean parte de las actividades que se pueden realizar en la cocina
Este es el espacio en donde se hace el desayuno, almuerzo y cena, y es justo ahí donde niños y niñas pueden aprender mucho sobre mediciones de cantidades de masa, de volumen y de tiempo. Invitarlos a cocinar un postre o algunas de las comidas del día, puede transformarse en una instancia de mucho aprendizaje y de tiempo de calidad en familia. “El uso de fracciones y de nuevo vocabulario, es parte del trabajo en una actividad como esta”, cuenta Eligio.
2. Pedirles que cuenten y clasifiquen sus útiles escolar
Aquí la instrucción de Eligio es que los niños y niñas hagan un inventario organizado en una tabla. Contar cuántos lápices, cuadernos o gomas tienen no es solo una forma de aprender a organizar materiales, sino de aprender a comunicar lo que se tiene y lo que no; de estar consciente de cada material que utilizan para su proceso de aprendizaje.
3. Que los alimentos y el mercado sean parte del aprendizaje
“Con los más grandes, también se puede hacer un inventario de los alimentos disponibles que hay en casa y de los que se necesitan. Y como muchos niños no saben el valor que tienen las cosas, es una buena instancia para que empiecen a identificar el precio que tiene cada producto, es una información significativa para la vida. Tener esta tabla con productos y precios, aunque sean estimados, pedirles que los lean y que ordenen estos productos desde el más caro al más barato o al revés, es un buen ejercicio”, explica Eligio.
El profesor también hace la invitación a dibujar dinero para que ellos puedan simular que compran algunos de estos productos a los familiares que están en casa. Crear el espacio para simular que tienen un kiosko o un mercado, es una oportunidad para que un adulto de la casa también se entretenga y para que los niños entiendan el valor que tienen los alimentos.
Extender este juego a los precios que tienen otras cosas del hogar, como muebles, una bicicleta y ropa, también puede ser un ejercicio interesante que para niños y niñas sepan cuánto vale cada cosa y lo comparen con un sueldo mensual.
4. Revisar las etiquetas de los alimentos y descubrir el origen de cada ingrediente
Poco sabemos de los valores nutricionales de muchos productos, por eso la cuarentena puede ser un buen momento para que, tanto padres como hijos, lean los ingredientes de las etiquetas de los alimentos que hay en casa y se pogan a investigar el origen de cada uno. También entender sobre los valores nutricionales, comparar entre productos cuáles aportan más o menos energía, cuáles tienen más o menos azúcar. Con los más pequeños, se puede jugar a leer estas etiquetas, porque es todo un nuevo universo de palabras ¡Hay muchas cosas para aprender con solo leer esas etiquetas!
“Esta puede ser una instancia para realizar investigaciones simples. En este caso, los padres saben que me pueden preguntar a mi, vía Whatsapp o mensaje de texto, sobre algún componente que desconozcan. También les dejo la invitación a que vayan anotando en un cuaderno todas esas palabras que desconocen , ara trabajarlas cuando nos volvamos a ver”, cuenta el profesor.
5. Construir objetos de utilidad
Hacer un perchero, un juguete sencillo, realizar adornos, letreros con palitos, maceteros o un porta retrato, entre otros elementos, es una actividad que los puede ayudar a entender sobre longitudes, fuerza y tipos materiales, también una invitación a que manejen otras herramientas que no son a las que están habituados diariamente. Esta es una actividad en donde es clave la guía de un adulto.
Muy buenas ideas