Después de muchos años, esta profesora encontró algunas herramientas que le han permitido que sus estudiantes, además de leer, disfruten y valoren la actividad tanto como ella.
La profesora de Jori Krulder tenía en sus clases espacios de lectura en silencio. Le costó un tiempo lograr que sus alumnos efectivamente pudieran llevar a cabo este ejercicio y cuando esto sucedió, también se dio cuenta que había muchos de ellos que en realidad no estaban leyendo… sólo estaban en silencio. Entonces, decidió repensar toda su estrategia con el fin de minimizar la cantidad de “lecturas falsas” en su aula, pero sobre todo, para lograr que a sus estudiantes en realidad les gustara la lectura. ¿Cómo lo hizo? Con algunas herramientas que le han permitido que la lectura funcione y además que se convierta en un hábito para sus alumnos:
1. Tiempo
Lo primero que reflexionó Jori es que un verdadero lector lee todos los días. Ya lo sabía, por experiencia propia, pero lo había ignorado. Así que decidió cambiar la hora semanal de lectura por 10 o 15 minutos de lectura diaria. La oportunidad de practicar fue la mejor herramienta para fomentar la lectura y desarrollar las habilidades que acompañan este proceso.
2. Acceso
Es clave que los estudiantes tengan acceso a los libros. Jori en particular busca constantemente libros en tiendas de garaje o tiendas de segunda mano. De esta forma enriquece la colección de libros que tiene en su aula. Además de esto, le pidió a sus alumnos que hicieran una lista y a través de una plataforma llamada Donors Choose consiguió una gran donación de libros. Esta variedad y este acceso, aumenta las expectativas y las emociones de los estudiantes.
3. Visibilizar la lectura
En la parte posterior del aula de esta profesora hay una pizarra con la etiqueta “Libros que hemos leído” dividida en cuatro secciones. Hay uno para los alumnos y otro para los docentes (ella y otros miembros de la comunidad).Todos agregan los títulos de los libros cuando los terminan. Al comienzo de cada mes ella toma una foto de los libros del mes anterior y luego borra la pizarra para comenzar de nuevo. Los estudiantes se están volviendo un poco competitivos, a pesar de que ella les dijo que todos son ganadores en dicho escenario. Además se interesan mucho por lo que ellos y los otros docentes leen. La profesora también puso una especie de pizarra con anuncios cubierto de imágenes de profesores con sus libros favoritos. Esta visibilización de la lectura ha hecho que se sientan fascinados por la lectura.
4. Hablar
Otra forma de hacer que los estudiantes tomen conciencia de la lectura a su alrededor es hablar de ello en el aula. Además de las charlas regulares sobre el libro, todos los días en su clase, la profesora hace preguntas como: “¿cuántas personas terminaron un libro anoche?” o “¿cuántas personas están leyendo el libro que eligieron ayer?” Esto le ha dado a los estudiantes la oportunidad de ver qué y cuánto leen sus compañeros. De esta forma se empieza un proceso de valoración de lectura en comunidad.
Además de esto, la profesora también habla de forma individual con sus alumnos sobre su lectura. ¿Cómo funciona eso? Antes de la lectura diaria, le pide a sus alumnos que le digan en qué página del libro van. Esto le permite saber qué estudiantes están listos para debatir y qué estudiantes no han progresado demasiado. En estas charlas individuales se abordan las ideas que tienen acerca del libro y si es necesario, ella sugiere otro tipo de lectura. Todos los días, la profesora se reúne con dos o cuatro estudiantes y esto, además de fomentar la lectura, le permite consolidar relaciones con ellos.
5. Paciencia
La herramienta más importante que la docente comparte es la paciencia y la perseverancia. Ella cree que estos dos elementos han sido la clave para seguir intentándolo. El resultado: tener estudiantes que finalmente valoran la lectura. La clave en este proceso es continuar, insistir, conseguir libros, hablar de ellos, probar diferentes técnicas, pues sólo así, los estudiantes responderán.
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