Por su versatilidad, este juego compuesto de 7 piezas se ha convertido en un clásico difícil de olvidar. Incluso ha evolucionado hasta convertirse en aplicación digital y esto se debe al impacto que puede generar en el aprendizaje de los niños.
El Tangram es un juego chino muy antiguo llamado “Chi Chiao Pan” que significa “juego de los siete elementos” o “tabla de la sabiduría”. Muchas versiones se han creado sobre el origen de la palabra, pero una de la más aceptadas cuenta que la inventó un inglés uniendo el vocablo cantonés “tang” (significa chino) con el vocablo latino “gram”(significa escrito o gráfico). Otra versión sugiere que el juego se remonta a los años 618 de nuestra era, época en que reinó la dinastía Tang en China. De ahí, comentan, vendría su nombre.
Pero más allá de la historia, lo que sabemos con seguridad es que es un juego compuesto de 7 piezas (un cuadrado, dos triángulos grandes, un triángulo mediano, dos triángulos pequeños y un trapecio) ha encajado muy bien en los establecimientos educativos y en las casas de muchos rincones del mundo, para muchos su versatilidad y sencillez son los elementos que hoy lo mantienen vigente. Hoy el juego sigue vigente e incluso ha evolucionado en aplicaciones digitales. Pero, ¿por qué una pieza tan simple ha generado tanto impacto en los procesos de aprendizaje de los niños?. Estas son algunas de las razones:
1. Desarrolla la profundidad
A través del tangram los niños pueden empezar a desarrollar la habilidad de distinguir entre las figura y el fondo, esto les permite diferenciar entre el todo y las partes, la distancia entre dos objetos y la profundidad. Hecho fundamental si se tiene en cuenta que la vista y el desarrollo de éste sentido es indispensable para entender el mundo.
2. Estimula la memoria
Con un tangrama se le puede pedir a un niño que observe un modelo y lo reproduzca de manera exacta. De esta forma se estimula su memoria visual lo que le permitirá retener en su mente estímulos visuales e interpretarlos para finalmente reproducirlos. Lo mejor es que se puede empezar con figuras sencillas y después se puede avanzar hacia una alternativa más compleja y abstracta. Y, ¿por qué deberíamos desarrollar la memoria visual de los niños? Porque esta habilidad es importante en los procesos de lectura, escritura y en diversas actividades de la vida cotidiana.
3. Potencia el desarrollo de las nociones espaciales
Arriba, abajo, izquierda o derecha son las nociones básicas del espacio que se empiezan a desarrollar cuando los niños crean siluetas sobre la base de un modelo. Haciendo esto, ellos tienen que fijarse en qué lugar del espacio se encuentra cada figura con el fin de reproducirlas igual. El ejercicio se puede potenciar aún más si se verbalizan los conceptos, por ejemplo diciendo: “el cuadrado está abajo del trapecio o el triángulo mediano está a la derecha del triángulo grande”.
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4. Mejora la percepción
Percibir es tener la capacidad de recibir, interpretar y comprender a través de la psiquis, las señales sensoriales que provienen de los cinco sentidos orgánicos. Al tener que observar piezas y modelos, los niños desarrollan dicha capacidad de interpretar al ubicar las figuras en determinados lugares y definir las formas que se construyen a partir de todas las piezas. Esta habilidad, básica en cualquier ser humano, es esencial para desarrollar la motricidad y la ubicación espacial.
5. Mejora la atención y concentración
Con el tangrama se puede empezar por pasos. Primero se le pide a un niño que replique figuras sencillas enfocando su atención en solo 2 o 3 minutos. Más adelante se aumente el nivel de dificultad con formas más abstractas. Una manera simple de desarrollar estas dos habilidades fundamentales para los procesos de aprendizaje.
6. Potenciar la coordinación visiomotora
La coordinación visiomotora implica el ejercicio de movimientos controlados y deliberados que requieren de mucha precisión, especialmente en tareas donde se utiliza de manera simultánea el ojo, la mano y los dedos, como por ejemplo: rasgar, cortar, pintar, colorear, enhebrar, escribir, entre otras. Esta habilidad se desarrolla a temprana edad si se estimula a través de actividades como esta, donde los niños tienen que observar un modelo (uso del ojo) para luego acomodar las figuras replicando lo que vio (uso de la mano).
7. Desarrolla la creatividad
En una primera instancia es probable que los niños se concentren en replicar modelos realizados por otras personas, sin embargo, con el paso del tiempo, serán capaces de utilizar el tangrama con un nivel de abstracción tan grande que no solo les permitirá formar nuevas figuras desde cero, sino que también les permitirá desarrollar su creatividad, llevándola a niveles impensados.
Jugar este clásico, permite fomentar el desarrollo de habilidades básicas para el aprendizaje de una forma lúdica, fácil y económica, además de potenciar la manipulación de materiales y la formación de ideas abstractas. Es sin duda, un extraordinaria herramienta para implementar dentro y fuera de la sala de clase.
Y tú, ¿usarías este juego en clase?
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