La evaluación auténtica apunta a darle un rol más protagónico a los/las estudiantes, para lograr que se involucren en su proceso de aprendizaje.
La evaluación dentro del aula cumple una función de regulación del aprendizaje, nos ayuda –como docentes– a realizar modificaciones en nuestras clases de acuerdo a cómo van avanzando los estudiantes en el proceso de aprendizaje.
En otras palabras, nos ayuda a analizar si el curso está aprendiendo, dónde quedan preguntas, qué no se entendió y qué modificaciones hay que realizar en función de esta información. Por lo tanto, de acuerdo a su función, la evaluación es muy importante en el proceso de enseñanza-aprendizaje.
Como docentes debemos utilizar la evaluación de la mejor manera posible, para lograr un aprendizaje significativo
En la mayoría de los casos, en los colegios se tiene una mirada más tradicional de la evaluación. Se realizan preguntas más de memoria, que de aplicar los aprendizajes, y no pasan de realizar pruebas estandarizadas escritas, aunque existan muchos más instrumentos para evaluar a las/los estudiantes.
Además, suele darse el papel principal a la evaluación sumativa –dejando de lado la formativa–, haciendo uso solo de la evaluación heterogénea, que es realizada generalmente por el docente.
En general, esta perspectiva no hace parte a las/los estudiantes de su propio proceso de evaluación, ya que no los incluye en la toma de decisiones con respecto a los temas a evaluar. Además, no se suele dar una retroalimentación efectiva; usualmente se les da la nota y la pauta, sin darles la oportunidad de aprender de sus errores, comprenderlos y trabajarlos para construir aprendizaje.
La evaluación auténtica apunta a darle un rol más protagónico a nuestros/as estudiantes
El foco no debe estar solamente en la heteroevaluación que realizamos los docentes, sino que debemos darle un rol más protagónico a nuestros/as estudiantes, incluyendo la autoevaluación y la coevaluación. Así se apunta a que todos/as se involucren en su propio proceso, como también lo hace el realizar un contrato de evaluación, en donde ellos/as sean quienes definen lo que se evaluará en ese objetivo y/o unidad de trabajo.
El uso de diferentes instrumentos de evaluación –y no solo quedarse en pruebas estandarizadas–, también es parte de una evaluación auténtica. Utilizar portafolios, indagación, entrevistas orales, proyectos y experimentos, entre otro.
Importante destacar que las pruebas estandarizadas están más enfocadas en evaluar conocimientos y no habilidades y competencias, que actualmente es parte importante del currículum y de la formación que queremos. ¡Clave para el desarrollo de las habilidades del siglo XXI!
Realizar una retroalimentación efectiva también es parte de la evaluación auténtica
La retroalimentación como parte de la evaluación auténtica, le da la oportunidad a las/los estudiantes de reconocer y superar el error. También sirve como una instancia de aprendizaje y no como algo que se debe evitar.
Es así como la literatura nos muestra el concepto de evaluación auténtica, que es el tipo de evaluación que queremos promover dentro de la comunidad de docentes, debido a la importancia que tiene la evaluación dentro del proceso de enseñanza-aprendizaje.
Este texto es el resultado de un ejercicio de reflexión creado por Martín Cáceres y Carlo Mora, profesores del Curso Aprendizaje Basado en Proyectos en Contextos Universitarios y Escolares, Programa de Educación Media en Ciencias, en la Facultad de Educación de la Pontificia Universidad Católica de Chile (UC).
Valeria Cuevas Espinosa, estudiante de quinto año de Pedagogía en Educación Media en Cs. Naturales y Biología.
Valeria Julio Julio, estudiante de quinto año de Pedagogía en Educación Media en Física.
Vicente Swett Barros, estudiante de quinto año de Pedagogía en Educación Media en Química.
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