Al periodista argentino Edgardo Broner, siempre le han atraído los números además del fútbol. Por eso, después de años vinculado a la docencia escolar y universitaria, pone al servicio de la comunidad educativa todos sus aprendizajes mediante esta publicación.
“‘Fútbol pensado’ le da 86 veces la pelota al lector más allá de la mitad de la cancha para que pueda hacer el mejor gol de la historia. Encontrará defensores de distintas características, a los que deberá gambetear con razonamientos, números o conocimientos. La buena lectura del juego le permitirá el mejor camino”, se lee en parte de la introducción del libro “Fútbol pensado”, una publicación que se ha editado en Venezuela, Argentina y España y que contiene ejercicios de matemática que son presentados con una narrativa que combina historias —muchas reales— con situaciones típicas de un partido, como los penales, los goles y las faltas.
El autor es Edgardo Broner (64), un reconocido periodista deportivo nacido en Argentina, pero con una amplia trayectoria en Venezuela, donde vivió desde 1976 hasta 2006. Las ganas de Broner de realizar este libro, se debe a que parte de su vida también la ha dedicado a la docencia, tanto a nivel universitario como escolar. Por ejemplo, en los últimos años ha trabajado en la Fundación Scholas Occurrentes, un organización creada por iniciativa del Papa Francisco para mejorar la educación. Ahí Broner coordina el área de deportes y realiza talleres de fútbol con valores formadores. Además de realizar las “Olimpíadas de Fútbol y Matemática”, basadas en su libro.
“Me siento un comunicador y la docencia es una de sus facetas. Me gusta comunicar en el aula, viendo las caras de los estudiantes para una rápida retroalimentación, y también hablar por radio o escribir, sin tener claro el nivel de recepción, por lo que hay que esforzarse aún más para lograrlo. Me di cuenta que tenía alguna cualidad cuando me pedían que explicara algo de matemática en tiempos del secundario”, cuenta Broner.
Para Broner, este libro representa todos sus intereses: fútbol, docencia, comunicación y ciencias exactas. Porque además de ser un periodista que ha asistido a todos los Mundiales desde 1990, fanático de Independiente (equipo argentino) y de la Vinotinto, estudió computación y estuvo a punto de estudiar una licenciatura en matemática.
Entre las razones que lo motivaron a realizar esta publicación, tras varios años redactando ejercicios y jugándolos en programas de radios, fue darse cuenta que el fútbol podía ser una herramienta muy valiosa para invitar a los jóvenes a motivarse con el pensamiento matemático. “En algunos encuentros de cien o más niños o jóvenes, reunidos por alguna actividad deportiva, siempre les preguntaba a quiénes les gustaba la matemática. La mayoría se reía y 2 o 3 levantaban la mano. La siguiente pregunta era a quiénes les gustaba el fútbol y era casi unánime. Después comenzábamos un diálogo sobre la relación entre las dos áreas y terminaban entusiasmándose. Si en vez de resolver un sistema de ecuaciones con incógnitas llamadas x, y/o z, que les produce rechazo, determinan las alternativas de clasificación de su selección al Mundial o su equipo para ganar una copa, se potencian motivados. Y sienten que practican algo de fútbol, no de Matemática. Esa motivación les cambia el panorama, sobre todo una vez que encuentran soluciones”, considera.
Una amplia propuesta futbolística
“Fútbol Pensado” es un libro que puede servir para abarcar distintos aspectos de la malla curricular, ya que la propuesta lógica sirve para todos los niveles y distintas edades. “He trabajado con niños de primaria y también con adolescentes de 15 años. Varias familias se reunieron a resolver los desafíos en sus vacaciones. En las Olimpíadas de Fútbol y Matemática, en algunas ediciones eran para equipos de un joven con un familiar adulto (padre, madre, abuelo). Así que además de la variedad, ayuda a fomentar los encuentros generacionales”, cuenta.
Aunque la publicación no es usada formalmente en las aulas —al menos hasta donde Broner tenga consciencia en Argentina—, no se puede negar su tremendo potencial pedagógico. Matemática, física e historias son solo algunas de la disciplinas que se pueden vincular con este popular deporte. Broner se ha enterado de varios casos en que los profesores han empleado sus ejercicios para su clases de matemática. Es que para muchos de ellos, se necesita cálculo, lógica, conocimiento del reglamento futbolístico y algunas veces, conocer la historia del momento en que se narra el ejercicio.
Por ejemplo, uno de los problemas que presenta Broner se llama “Amonestaciones relucientes” y plantea: “Cada tarjeta que mostraba Carmelo Urrutia encandilaba a los jugadores, brillaba. Las lustraba durante toda la semana y disfrutaba cuando las exhibía el domingo. Calibraba su silbato para que el volumen fuera el máximo. Siempre amonestaba de frente y ningún futbolista se escapaba haciéndose el desentendido. Era un árbitro inflexible con el reglamento. En el clásico entre Deportivo y Atlético, sacó 34 tarjetas amarillas. No hubo una gresca, sino que las fue mostrando una a una, al producirse cada infracción en acciones de juego. Aún así, el partido terminó en el tiempo reglamentario”. La pregunta: “¿Cuántos expulsados hubo por doble amarilla como mínimo?”. Para resolver el ejercicio se necesita emplear cálculo, lógica y entender las reglas del juego. La respuesta: 6.
¿Las razones? Como bien explica Broner en las páginas finales de su libro, para que el número de expulsados haya sido mínimo, debieron haber sido amonestados los 22 futbolistas que comenzaron el partido y los sustitutos. “Con la misma idea de que los expulsados sean la menor cantidad posible, se tienen que haber producido los 3 cambios en cada equipo. Esto implica que hubo 28 jugadores amonestados. Como Urrutia sacó 34 tarjetas amarillas, el número de expulsados habrá sido 34-28=6. Además, no más de 4 de ellos pueden haber sido del mismo equipo, dado que el encuentro terminó normalmente”.
En otro ejercicio Broner plantea: “La impacientísima afición del Club Coquivacoa mantiene una larga tradición de no tolerar dos derrotas consecutivas. Ningún directivo ha sido capaz de enfrentarse a la protestas, por lo que cada vez que sucede esa indeseable situación, cambian el entrenador para aflojar las enormes tensiones. Este año Coqui jugó 38 partidos y utilizó 8 entrenadores. ¿Cuántos puntos pudo haber obtenido como mínimo y como máximo?”. En el libro, el periodista escribió unas páginas de pistas y estas son las para este ejercicio: “Calcular primero cuántas derrotas seguras hubo. Para el mínimo puntaje bastará intercalar empate entre las caída y para el máximo tendrán que ser triunfos”.
“Como hubo 8 entrenadores, 7 fueron despedidos. Así que hubo al menos 14 derrotas, que llegaron de a 2 consecutivas. El máximo puntaje posible se logrará ganando 24 juegos restantes y sumando 72 puntos. Para el mínimo puntaje, en los 24 juegos restantes se pueden intercalar de una derrota con un empate, lo cual no produce despidos y suma muy poco. Con 12 igualdades el Coqui sumaría 12 puntos”, responde Broner. Por ende, 12 y 72 es la respuesta.
Son en total 86 ejercicios que se plantean, la mayoría bajo la misma lógica. Y la invitación de Broner no es resolverlos de inmediato, sino darle el tiempo que para entender cómo sacar el resultado, porque lo importante es ponerse la camiseta, jugar y aprender.
“El fútbol tiene una fuerza demasiado grande. Nos abrazamos con quien esté cerca cuando hace un gol nuestro equipo o nuestra selección, aunque no tengamos nada que ver y pensemos de manera diferente. En las treguas de una guerra lo primero que aparece es un balón y su lenguaje es hablado por todos. La mitad de la población del planeta ve al mismo tiempo la final del Mundial. Es el principal tema de conversación de los niños durante toda la semana. Así que encontrarse en clase con Messi, La Roja o Alexis Sánchez es mucho más amigable que con letras del final del alfabeto”, dice Broner.
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