Cocinar el pan en familia, plantar un árbol, esquilar ovejas y dar de comer a los animales del campo, son algunas de las actividades que el jardín Arcoíris del Mar ha buscado potenciar, con foco educativo.
En la costa de la Región de Los Ríos –al sur de Chile– se encuentra la localidad de Bonifacio, zona rural y de pesca artesanal, rodeada de paisajes boscosos y mar frío de azul profundo. Un lugar, donde innovar con lo cotidiano, es la invitación de un jardín infantil.
Allí funciona, desde 2011, el Programa de Mejoramiento de Atención a la Infancia (PMI ) Arcoíris del Mar –de la Junta Nacional de Jardines Infantiles (JUNJI). de los Ríos– que desde 2019 es dirigido por la técnico en párvulos Abigail Ñanco y su dupla, la monitora infantil Jufette Peralta. Juntas, atienden a una docena niños y niñas de 2 a 5 años, quienes viajan en un furgón del jardín infantil alternativo, desde Bonifacio a otros pueblos cercanos.
Reconocer el valor de la familia para innovar con lo cotidiano
Pocos días tuvieron Abigail y Juffete para generar lazos con los niños y niñas que recién entraron al jardín en marzo 2020, inserto en una comunidad indígena; pero una vez que debieron suspender la atención presencial por la pandemia, no se paralizaron.
“Pese a la contingencia sanitaria, esta comunidad educativa ha fortalecido el sentido comunitario y familiar del programa, abrazando la esencia de la vida en el hogar y la importancia de los aprendizajes desde la pertinencia, cultural y cotidianidad en sus diferentes formas, reconociendo y valorando a las familias como los primeros educadores”, explica la subdirectora de Calidad Educativa de JUNJI Los Ríos, Patricia González.
La cotidianidad del hogar fue el sello del equipo educativo durante la pandemia
Semanalmente han enviado videos, documentos, audios y/o videollamadas para invitar a las familias a realizar actividades cotidianas con sus hijos e hijas, que al estar intencionadas y ser observadas atentamente por las familias –con la guía de Abigail y Juffete– resultan experiencias significativas para los niños y niñas.
Cocinar el pan en familia, plantar un árbol, esquilar ovejas, jugar a traer la playa a la casa y dar de comer a los animales del campo, son algunas de cotidianidades que se han reforzado durante la pandemia.
“Nosotras somos flexibles a sus horarios y realidades, buscamos no atosigarlos con actividades, y hemos visto que en general quieren ir más allá de lo que les proponemos, se vinculan y desafían”, relata Abigail, quien se ha dedicado a documentar todas las experiencias y evidencias que le los familiares han enviado desde los hogares.
Contar con agentes comunitarios ha sido clave para cada niño/a
Un pescador artesanal, una tejedora de pueblos originarios, una conocedora de la lengua mapuche y una madre que trabaja en el área de la salud, son algunas de las personas que sirven como agentes comunitarios, para prestar apoyo en las actividades y en los distintos procesos de aprendizaje. Estas personas también están pendientes de lo que las familias puedan necesitar en otros ámbitos y les colaboran con las redes comunitarias que existen en la zona.
“Este tiempo en casa los niños y niñas lo van a recordar con mucho cariño en la medida que las familias les potencien este juego cotidiano” , asegura Abigail.
Estas son experiencias que permiten, a niñas y niñas de este jardín, tener un aprendizaje contextualizado, desarrollar habilidades emocionales y autonomía –muy en la línea del nuevo paradigma educativo–, además de entender de mejor forma el entorno. Todo, entiendo la importancia que tiene la cotidianidad en la enseñanza.
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