Desde su taller en Nueva York, este escritor e ilustrador australiano se ha convertido en un referente de la literatura infantil mundial. Dejar de leerlo, no es una opción.
“Cuando era pequeño nunca contemplé tener un trabajo de verdad, sólo pensaba que podría jugar y explorar para siempre, y eso es, al fin y al cabo, lo que estoy haciendo”, dijo Oliver Jeffers en una entrevista con El Mundo. Esta frase, probablemente, es la que mejor describe su obra y el impacto que ha tenido en muchos rincones del mundo. Cuando pequeño, Jeffers prefería trepar árboles o jugar fútbol, y la lectura, casi siempre, era su última opción.
En Australia, donde nació y creció, optaba por ensuciarse con tierra y hacer todas las cosas que suelen hacer esos niños que hoy leen sus libros. Es una paradoja, entonces, que el niño que nunca elegía leer, sea parte de la lista de autores e ilustradores más reconocidos del mundo. Quizás, esas ganas de “jugar y explorar” por siempre, le han dado las herramienta para ilustrar y escribir las más increíbles historias.
“Nunca hubiera imaginado que gente de todo el mundo compraría libros ilustrados de mis historias”, comentó el autor en la misma entrevista.
Actualmente Oliver Jeffers ha vendido más de 10 millones de libros en todo el mundo, los cuales han sido traducidos a más de 30 idiomas. Desde su taller en Brooklyn, Nueva York, ha creado e imaginado mundos que lo han convertido en ganador de múltiples premios y reconocimientos literarios. Esta lista incluye libros como: Perdido y encontrado, Cómo atrapar una estrella, El increíble niño comelibros, De vuelta a casa, El misterioso caso del oso, y El día que los crayones renunciaron, entre otros que además de los premios, han entrado en la lista de Best Sellers del New York Times.
Pero lo interesante del trabajo de Oliver Jeffers no sólo son la historias y personajes, sino los mundos que ilustra para darle vida a éstos.
De hecho, fue su talento artístico lo que lo llevó a convertirse “por accidente” en un reconocido autor de lo que se conoce como “libro álbum”, es decir, aquel objeto que no puede ser comprendido sin cada una de sus partes: portada, tipografía, ilustraciones, y la unión de todos estos elementos como un todo que se interpreta desde el texto y el contenido visual.
En otras palabras, imagen y texto son considerados igual de importantes en el libro-álbum, y Jeffers ha sabido cómo configurar ambas cosas de una forma magistral.
Antes de lograrlo, el artista creía que el arte sólo podía ser exclusivamente “artístico”, que sólo podía existir en su forma original. Pero era difícil vivir de ello, así que el primer paso fue convertir las ideas de otras personas en producto masivos publicado en vallas, periódicos y televisión. Su forma de hacer arte cambió en el mundo de los libros ilustrados, pues aquel mundo le permitió combinar ambas facetas.
“Creaba arte que yo consideraba arte, en este caso contando historias que yo quería escuchar, pero no para ser visto en su forma original, sino producido en masa”.
El “accidente” de escribir libros ocurrió concretamente en su estudio mientras esbozaba una serie de lienzo individuales.
“Se me ocurrió que funcionaría bien si los juntaba como una historia. Una vez que tuve la idea, descubrí la satisfacción de trabajar con un libro como formato para contar y mostrar historias”, esas historias que han cautivado a muchos lectores, grandes y chicos, por los mensajes, por la narración y el uso de temas tan necesarios en los procesos de aprendizaje. Esto, junto a la composición de ilustraciones de otro mundo, hacen de Oliver Jeffers un autor e ilustrador necesario tanto en casa, como en el aula.
La pasión por el juego y la exploración empezó para él cuando era sólo un niño… ahora, esto es justo lo que él entrega a nuevas generaciones de lectores que juegan y exploran como él, pero a través de los libros.
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