Pete Higgins, experto en educación ambiental y al aire libre de Escocia, estuvo en Chile para hablar sobre todos los beneficios, tanto para estudiantes como docentes, que tiene el llevar las clases fuera del aula al menos una vez a la semana.
Antes de ser reconocido fuera de Escocia, su país natal, como un experto en educación ambiental y al aire libre, Pete Higgins dedicó varios años de su vida a ser científico y biólogo de agua dulce. Gracias a sus estudios y trabajos, se convirtió en uno de los ecólogos responsables de que los salmones del Atlántico regresaran al Támesis, un río que ya sumaba 60 años biológicamente muerto hasta 2015.
Pero convertirse en padre, dice el académico de la Universidad de Edimburgo, fue algo que le hizo cambiar el rumbo de su carrera y por eso, hace más de 15 años, su enfoque está en la educación y en cómo transformar a los niños en ciudadanos responsables y conscientes de su entorno a través de la educación al aire libre. Ese trabajo lo trajo hasta Chile para hablar de su experiencia, gracias a la gestión de Fundación Ilumina, Fundación Cosmos, Fundación Ibáñez Atkinson y Fundación Caserta.
Entre las actividades que realizó en Chile, estuvo una charla magistral que se llevó a cabo el pasado 21 de agosto en el Centro de Innovación UC, donde insistió que la respuesta para mejorar la calidad de la educación, trabajar habilidades socioemocionales y pensar en un futuro sustentable, entre otros puntos, está en apuntarle a la educación al aire libre. “Todas las respuestas para mejorar la educación están en apostar por enseñar al aire libre. Lo único que se necesita para lograrlo, es abrir la puerta, no es complicado. La meta principal es plantearse siempre salir, no tiene que ser siempre una excursión, en un campo. Puede ser en un patio, en la comunidad, el parque cercano. ¡Afuera! Es un recurso gratuito”, dijo Pete.
Así lo planteó basado en su experiencia en Escocia, donde gracias a los estudios y prácticas que ha desarrollado junto a otros académicos, desde 2010 el currículum escolar toma en cuenta la educación al aire libre para la mejora de la calidad. Bajo esa premisa, el experto argumenta por qué hacerlo y propone algunas estrategias para hacerlo posible:
“Al educar al aire libre estamos educando para un futuro sustentable”
Pete explicó que no hace falta indagar en investigaciones para darse cuenta de que el medio ambiente debería estar entre las principales preocupaciones de todas las generaciones. Entre la deforestación, la escasez de agua dulce, la acumulación de residuos no reciclables, la contaminación del aire y los constantes cambios climáticos, es necesario pensar en una forma de educar para un futuro sustentable.
Como bien dijo quien fue el octavo Secretario General de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon: “No hay un plan b porque no existe un planeta B” y Pete se cuelga de esta frase para explicar que las escuelas y profesores del futuro tienen que encargarse de mostrarle a los estudiantes cómo está el entorno en la actualidad. “Al llevar a los estudiantes afuera, al menos una vez a la semana, a investigar sobre temas donde el entorno sea protagonista, vamos a ir educando seres humanos más críticos y conscientes de su entorno. Seres humanos que van apreciar más lo que tienen a su alrededor y lo van a defender más. Esta es una forma de hacerlos pensar en el futuro”, explicó Pete.
“La educación no es una preparación para la vida; educación es la vida misma”
Aunque esta no es una frase de Pete, sino del filósofo estadounidense John Dewey, hombre que es considerado como el “padre de la educación renovada”, el académico escocés la repite para explicar que: “la educación es la vida. Y si la educación es la vida, ¿cuál debería ser el centro de nuestros conocimientos? Esa es la pregunta importante y por eso, yo pienso que una de las claves es entender que nosotros, los humanos, somos parte de un planeta, de un entorno y para respirar, dependemos de nuestros sistema planetario y por eso, hay que desarrollar el respeto por nuestro ambiente. Por ejemplo, es importante trabajar actividades interdisciplinarias donde el entorno sea protagonista y la educación al aire libre es la opción para lograr todas esas cosas y conocer el mundo. Nuestra vida, es nuestro entorno”.
“Trabajar al aire libre es divertido también para los profesores”
La educación al aire libre y su relación con la mejora en la calidad, es un trabajo que se ha desarrollado y estudiado durante más de 25 años en Reino Unido y Finlandia, por esa razón no son pocas las investigaciones que demuestran los diversos beneficios de trabajar fuera del aula. “A los jóvenes les gusta estar afuera, obviamente, es algo positivo porque es divertido y trabajar al aire libre es divertido también para los profesores. Todos se sienten libres y desinhibidos en el aprendizaje”, dijo Pete.
El académico también señala que es una apuesta que mejora la motivación, de alumnos y docentes, debido a que en estas actividades al aire libre se fomenta mucho el trabajo entre pares y la autoconfianza para desenvolverse en el exterior. “Al hacer estos trabajos los profesores se relajan mucho más, por el hecho de que están en otro ambiente”.
Para comprobar su teoría, Pete mostró algunas de las tantas investigaciones que ha realizado en teoría, filosofía y práctica en educación y medio ambiente. Una de ellas en la cual observaron cómo en tan sólo 12 semanas, con dos horas de clases a la semana al aire libre los estudiantes obtuvieron mejores resultados en aritmética, comparado con un grupo más controlado en el aula. “Eso fue de un estudio que realizamos con 150 profesores de geografía y matemática de Escocia, que creen que sus alumnos pueden trabajar temas complejos e interdisciplinarios de una forma muy diferente al aire a como lo pueden hacer en aula y es sólo un ejemplo que demuestra, una vez más, que es positivo para profesores y estudiantes”.
Pete también agregó que fuera de la clase se pueden hacer distintos tipos de investigación, no sólo científica. “Se les puede pedir que salgan y vuelvan con algunas preguntas, como porqué hay tanta basura en una calle, cuántos años tiene un edificio, tantas preguntas que hasta pueden ayudar a que ellos conozcan su comunidad y así, con esas preguntas, investigan y comparten, tanto alumnos como profesores. ¡Y los niños son los que tienen todo el control sobre esto! El profesor lo que tiene que hacer es ir delegando el empoderamiento”.
“Llevarlos al aire libre mejora el ánimo en el aula”
Las experiencias al aire libre son importantes para los sentidos, las sensaciones y el comportamiento de los niños. “Muchos estudios muestran que los alumnos se concentran más cuando les enseñamos al aire libre. Incluso prestan más atención en el aula cuando les cuentan que seguirán la clase afuera. Puede ser una clase de cualquier materia, incluso de Shakespeare”.
Si se planifica volver a la sala después de una actividad en un parque, una calle o en el patio, los estudiantes regresan más entusiasmados y sus niveles de concentración mejoran. “Aplica también como un beneficio para los padres, porque los niños duermen mejor después de haber realizado actividades al al aire libre”.
“Afuera se relacionan más que en una sala de clase”
Para poder educar a ciudadanos conscientes del entorno y con habilidades socioemocionales, es muy importante trabajar las habilidades sociales. Los espacios para lograr este objetivo, pocas veces se presentan en una sala de clases tradicional, con alumnos frente a una pizarra. En cambio, en una actividad al aire libre se tan diversas oportunidades para hablar, solucionar problemas, hacerse preguntas y lo más importante: relacionarse con sus compañeros, conocerlos. “Por eso y muchas razones más, afuera se relacionan más que en una sala de clase”.
“La naturaleza también se puede llevar a los colegios”
Pete explicó que las propuestas de la educación al aire libre no es un cambio que se puede hacer de golpe y que hay ciertas metas curriculares que se deben adaptar. Bajo ese contexto y en el de la realidad de colegios vulnerables, en los que no hay áreas verdes cercanas o espacios para la recreación, la recomendación del académico es llevar las áreas verdes al establecimiento.
“Hay muchos colegios en Escocia sin zonas verdes, hay unos ubicados entre unos departamentos, rodeados de autos, calles, donde casi no se ve el cielo. Y una opción, en esos espacios, es llevar la tierra, llevar neumáticos, incorporar verdes en sus espacios, como los huertos. Sí se puede hacer y es importante que lo hagan”.
Para cerrar, este académico que hasta la fecha tuvo la oportunidad de reunirse con la ministra del Medio Ambiente, Carolina Schimdt, explica que en esta propuesta es importante que los profesores entiendan que “tienen una de las profesiones más importantes del mundo y son de los pocos que pueden generar importantes cambios en un gran grupo de la sociedad del futuro (…) Apostar por los profesores, también es apostar por cuidar nuestro medio ambiente”.
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