La doctora Sara Lazar, neurocientífica del Hospital General de Massachussetts y de la Facultad de Medicina de Harvard, realizó un estudio con la finalidad de comprobar si la meditación y otras prácticas como el Yoga producían algún tipo de modificación en el cerebro.
Para ello, reunió a un grupo de personas, las cuales no practicaban ninguna de estas disciplinas, y les hicieron seguir un programa de meditación de forma constante. Después de tres meses compararon, a través de escáneres cerebrales, si había algún cambio significativo con respecto a otro grupo de personas con las mismas condiciones sociales y demográficas.
La doctora Lazar concluyó que la meditación puede literalmente cambiar nuestro cerebro. Pero, ¿Qué beneficios puede aportarnos esto en el proceso de enseñanza-aprendizaje?
Los neurocientíficos han comprobado que el impacto de la meditación y las técnicas contemplativas, tienen un efecto directo sobre el estado emocional del individuo. Cuando se aprende algo, el cerebro emocional es el que etiqueta de divertido, aburrido, fascinante o tedioso, lo cual influye de una forma directa en la predisposición que adoptamos a la hora de aprender.
Es un hecho que vivimos en una sociedad con un exceso de estímulos y mantener la atención es cada vez más complicado, precisamente mediante la meditación lo que se pretende es trabajar la atención.
Esta científica llama a valorar los cambios que se producen en el cuerpo, en la mente y en los estados emocionales.
Además, señala que no es necesario que la práctica sea por una gran cantidad de tiempo, sólo diez minutos de meditación Mindfulness al día pueden producir una mejora considerable en vuestra capacidad de atención y gestión del estrés, entre otras cosas.
¡Anima a tus alumnos a probar la meditación!