Muchas personas alrededor del mundo se encuentran confinadas en casa y, a menudo, buscan qué hacer en su tiempo libre. Para aprovechar esos tiempos –con pandemia o sin ella–, la lectura es una opción muy entretenida y beneficiosa para el cerebro. Un estudio de Harvard Medical School, creado por la profesora Nadine Gaab, explica el porqué debemos leer y cómo afecta nuestro cerebro.
¿Qué ocurre en nuestro cerebro cuando leemos? Como sabemos, el cerebro se divide en dos hemisferios que trabajan conjuntamente: el derecho y el izquierdo. En el derecho está la percepción corporal y espacial, además de las imágenes visuales. En el izquierdo se procesa la información secuencialmente y se controla el lenguaje.
El hemisferio derecho es capaz de reconocer palabras enteras, mientras que el izquierdo decodifica las partes de éstas y su significado. En este sentido, hay varias regiones del cerebro involucradas en la lectura y la comprensión.
Además, hay varias vías de materia blanca involucradas en la lectura. La materia blanca es una colección de fibras nerviosas en el cerebro, y se llama así por el color de la mielina (sustancia grasa que aísla las fibras), que ayuda al cerebro a aprender y funcionar.
El lóbulo frontal está encargado de la producción del habla y la comprensión del lenguaje, el lóbulo parietal une el cerebro para lograr que juntemos las formas de las letras y formar palabras y, finalmente, el lóbulo temporal es responsable de la conciencia fonológica y discriminar sonidos.
Por otro lado, es importante que los niños/as y jóvenes lean desde temprana edad. ¿Por qué? La capacidad de lectura en ellos/as, está relacionada con el crecimiento de los caminos de materia blanca en el cerebro.
Si tus estudiantes son lectores desde pequeños, presentarán grandes beneficios en los caminos que relacionan los diferentes lóbulos del cerebro. Sin embargo, leer implica mucho más que reconocer signos y otorgarles significado: la lectura pone en marcha otras regiones cerebrales como si despertaran todos los sentidos.
En esta línea, al leer términos como perfume o torta de chocolate, las áreas responsables del olfato y el gusto se activan gracias a la memoria. Asimismo, cuando una persona lee que un personaje ficticio está realizando determinada acción, las áreas del cerebro que se activan son las mismas.
Claramente, somos conscientes de que no lo vivimos en primera persona pero nuestro cerebro responde de igual manera. Además, se activan otras áreas cerebrales según el género que leemos.
Por ejemplo, la poesía pone en marcha regiones relacionadas con la percepción y reconocimiento musical; algo que no sucede con la prosa. Para trabajar estas relaciones, es fundamental que tanto docentes como estudiantes nutran sus cerebros con diferentes lecturas.
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