En todo este proceso, es muy importante trabajar como una comunidad que se gestiona desde el aprendizaje en equipo, para saber responder ante cualquier contingencia según la necesidad de los estudiantes.
Chile está atravesando una crisis social desde hace varios meses y los desafíos sobre cómo tratarla con los estudiantes siguen, en este regreso a clases, más vigentes que nunca. Mientras la emergencia misma nos llamó para la acción inmediata, la reconstrucción requiere un proceso de trabajo más a largo plazo, donde profesores y equipos directivos son protagonistas.
Los profesores son los primeros que aparecen en esta lista, no solo porque son los encargados de entregar conocimientos dentro y fuera de la sala de clases, sino también por servir de modelos de ejemplo y entregar valores y habilidades a los estudiantes.
Durante y después del conflicto, su primera responsabilidad, como docentes, es contener a los estudiantes.
También deben ayudarles a darle un sentido, estructura y significado a la vida cotidiana que, poco a poco, volvió a su normalidad durante el período de vacaciones, pero que hoy probablamente vuelve a verse interrumpida entre marchas y paralizaciones.
La principal misión es entregarles apoyo psicológico y ciertas habilidades sociales, para sanar sus experiencias traumáticas al permitirles compartirlas y significar la violencia o peligro.
¿Cuáles habilidades sociales son más importantes? El pensamiento crítico es el primero en saltar a la vista, pero también la empatía, tolerancia y el respeto a los demás son valiosos.
Al contenerlos, lo ideal es poder trabajar con grupos pequeños, pues los niños y adolescentes afectados por crisis suelen tener dificultades para concentrarse. Otros, pueden sufrir de falta de soporte en sus hogares y necesitan la mayor atención de sus profesores.
El equipo directivo puede (y debe) reconocer las habilidades y conocimientos de los docentes y trabajar para que la escuela sea un espacio vital. La misión debe ser que todos sus integrantes puedan desplegar sus potencialidades y así promover el aprendizaje permante, abierto y constructivo.
Junto a los profesores, el equipo directivo puede, además, establecer canales de comunicación para permitir que se cumplan las tareas propuestas por la comunidad y desarrollar un plan de trabajo, que contemple todos los recursos que poseen en relación al personal, el tiempo y el financiamiento. El plan que construyan debe ser atingente, realista y abierto, al menos, a dos escenarios bajo las siguiente preguntas:
- ¿Qué haremos si la emergencia social se calma?
- ¿Qué haremos si la emergencia social vuelve a marcar la pauta del día a día en Chile?
Los profesores y el equipo directivo también pueden propiciar la participación de los demás miembros de la comunidad –apoderados, padres y familiares– educativa en las acciones de valoración, planificación, implementación, seguimiento y evaluación de las acciones diseñadas.
Sin embargo, el rol de estos miembros externos a los establecimientos, no se limita a la contención. Los padres también pueden participar organizando comités que apoyen el trabajo de los profesores en aspectos logísticos, incluyendo asegurar las instalaciones para la recreación de actividades o la coordinación con las autoridades de educación a nivel local.
En todo este proceso, es muy importante trabajar como una comunidad que se gestiona desde el aprendizaje.
¿Qué signfica esto? Primero, que debemos trabajar para cambiar el paradigma administratiivo: la comunidad educativa no puede ser vertical o llenarse de procesos burocráticos, sino que debe resignificar sus prácticas, apuntando a lo horizontal para fortalecer el clima laboral y trabajar colaborativamente. El fortalecimiento del trabajo colaborativo implica que las decisiones de la institución se toman implicando a todos sus miembros.
Hablamos de soñar, amar, disentir, debatir, dudar, creer, imaginar, compartir e indagar juntos, como una forma de ser tan o más importante incluso que el conocimiento teórico. Por eso, en las instituciones educativas el clima laboral es central durante la situación de emergencia o crisis, porque para llegar a ese punto debe haber una sana y constructiva convivencia.
Una organización que aprende, además, tiene competencias para ser sensible a las demandas del entorno y es capaz de adquirir conocimientos y emplearlos para responder efectivamente ante cualquier contingencia. No es una actividad sencilla y no hay una meta a la cual llegar; es un proceso que se construye día a día y es permanente. Incluso las escuelas que ya han superado muchos hitos en este proceso deben seguir movilizándose a otros niveles de transformación. ¡El crecimiento de la comunidad como un ser que vive, es una tarea de todos!
Vanessa Orrego, psicóloga e integrante del equipo de investigación de Elige Educar.
Leave a Reply