En el marco del Global Education & Skills Forum que se llevó a cabo en Dubái, se eligió al nuevo ganador del Global Teacher Prize, el premio conocido como el “Nobel de la enseñanza”.
Anualmente, el Global Teacher Prize otorga un premio de 1 millón de dólares a un profesor excepcional. El premio, también conocido como el “Nobel de la enseñanza”, busca destacar la importancia de los educadores, reconocer el impacto de su labor dentro y fuera del aula, y celebrarlos frente al mundo. En las cuatro ediciones previas del premio, miles de profesores en cientos de rincones en el mundo han postulado al premio. De todos esos docentes, sólo algunos han pasado a la lista de finalistas y cuatro de ellos han sido elegidos como los mejores del mundo: Nancie Atwell (Estados Unidos), Hanan Al Hroub (Palestina), Maggie Macdonnell (Canadá) y Andria Zafirakou (Reino Unido).
Este año, en el marco del Global Education & Skills Forum que se llevó a cabo en Dubái, se eligió a nuevo ganador. Su nombre es Peter Tabichi.
La historia de Peter es impresionante desde muchos puntos de vista. Este profesor de ciencias hace clases en la escuela Keriko Secondary de Nakuru, un lugar de muy bajos recursos en Kenia. Además de ser generoso en el aula, es generoso con toda su comunidad; mes a mes, este ejemplar docente regala el 80% de sus ingresos para ayudar a las personas más pobres de su comunidad y de la mano con esto, ha encontrado la manera de potenciar el talento de sus estudiantes, quienes gracias a su labor, han logrado salir de su aislada escuela rural para llegar muy lejos en competencias nacionales de ciencia.
La realidad de los estudiantes de Peter en la villa Pwani (donde está situada la escuela) es compleja.
Viven en un contexto donde la sequía y el hambre son una constante. El 95% de ellos provienen de familias pobres, casi un tercio son huérfanos o tienen un solo padre, y muchos se quedan a diario sin comida en casa. El abuso de drogas, los embarazos de adolescentes, el abandono escolar temprano, los matrimonios jóvenes y el suicidio, también son comunes en la vida de los jóvenes que asisten al aula de Peter. Además, para llegar a la escuela, estos jóvenes deben caminar 7 kilómetros en caminos que se vuelven intransitables cuando llega la temporada de lluvia.
Entonces, la labor de el mejor profesor del mundo no ha sido nada fácil. Peter hace clases en una escuela con un solo computador, con mala conexión a internet y con una proporción de estudiantes por profesores de 58 a 1. Pese a las dificultades, lo ha hecho extraordinario y hoy se ha convertido en un ejemplo para el mundo.
¿Y qué ha hecho Peter para enseñar?
Este docente inició un club de fomento de talento y amplió el Club de Ciencias de la escuela, ayudando a los alumnos a diseñar proyectos de investigación. Los proyectos tienen tan alto nivel de calidad, que el 60% de éstos, clasifican para competiciones nacionales de ciencia. En el año 2018, Peter dirigió a sus alumnos en la Feria de Ciencia e Ingeniería de Kenia, donde los estudiantes mostraron un dispositivo que habían inventado para permitir que las personas ciegas y sordas midieran objetos. La escuela clasificó como la primera a nivel nacional en la categoría de escuelas públicas.
Gracias a su labor, el equipo de Ciencias Matemáticas también calificó para participar en la Feria Internacional de Ciencia e Ingeniería INTEL 2019 en Arizona, EE.UU. Y como si fuera poco, sus estudiantes también han ganado un premio de la Royal Society of Chemistry, después de aprovechar la vida vegetal local para generar electricidad en la comunidad.
El trabajo colaborativo afuera de la escuela también ha sido esencial.
Peter y cuatro colegas dan clases individuales a alumnos de bajo rendimiento en Matemáticas y Ciencias los fines de semana. Para esto, visitan los hogares de los estudiantes y se encuentra con sus familias para identificar los desafíos que enfrentan. A pesar de enseñar en una escuela con un solo computador y una conexión a internet intermitente, Peter utiliza las TIC en el 80% de sus lecciones para motivar a sus estudiantes. Para esto, visita cibercafés y almacena en línea el contenido que utiliza en clase sin conexión.
El mayor de sus logros: hacer que sus alumnos, en un complejísimo contexto, crean en sí mismos. Con ello, las matrículas se han duplicado a 400 en tres años, y los casos de indisciplina se han reducido de 30 por semana a solo tres. En 2017, solo 16 de 59 estudiantes ingresaron a la universidad, hoy 26 de ellos lo lograron. En cuanto a las niñas, los resultados también han sido impresionantes: ahora son ellas quienes lideran en las pruebas realizadas en los últimos años.
“¡Ver a mis alumnos crecer en conocimiento, habilidades y confianza es mi mayor alegría al enseñar! Cuando se vuelven resilientes, creativos y productivos en la sociedad, me siento muy satisfecho porque actúo como el mejor facilitador de destinos y como la clave que desbloquea su potencial de la manera más emocionante”, asegura Peter.
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