Antes de estudiar pedagogía, dio talleres de cine y desde entonces ha podido mezclar el mundo audiovisual con el educativo. Lo ha hecho especialmente con un proyecto que desde hace más de cuatro años lleva adelante en la escuela Francisco Varela.
Antes de estudiar para ser profesor en básica con mención en ciencias sociales, Claudio Meza era técnico en producción y dirección de televisión. Aunque ahora se dedica 100% a ser docente de historia en la Escuela Francisco Valera, en la comuna de Peñalolén (Santiago de Chile), todo lo relacionado con el mundo del cine le apasiona. En distintos rincones de su casa, tiene afiches de películas chilenas y extranjeras, y mientras es grabado para contar su experiencia docente, pregunta por la cámara, el plano y la luz. Porque para él, el lenguaje audiovisual es una gran herramienta que puede ser usada de varias formas y en diversas áreas.
Por eso, hace más de cuatro años decidió unir sus dos pasiones y empezó a documentar los procesos educativos que ocurren en su escuela. Basado en la metodología ABP (Aprendizaje por Metodología de Proyectos), Claudio plantea la necesidad del registro y la documentación como pilar fundamental de una reflexión-acción pedagógica. En este caso, la documentación es de carácter audiovisual y el resultado son microdocumentales que permiten a profesores, estudiantes y apoderados ver el trabajo realizado y reflexionar acerca de éste.
Muchos de los microdocumentales realizados están publicados en el canal de YouTube de la escuela y son, según Claudio, un gran material para trabajar la memoria y la metacognición. “Yo trabajaba en un colegio Montessori y en ese colegio, se buscaba registrar de alguna manera lo que hacían los niños en clases. Tiene que ver con visibilizar de alguna manera el trabajo pedagógico y eso se hacía a través de registro escrito y fotografía. Inspirado en esto y con mi fascinación por lo audiovisual, empecé a hacer un pequeño documental de cómo los niños hicieron el himno de la escuela. Después este video sirvió para evaluar los proyectos futuros”, recuerda el profesor.
Después de esa primera experiencia y otros experimentos, logró sistematizar el trabajo, y ahora, ya no es el único que realiza los videos en la escuela. Desde videos de proyectos, hasta hitos del colegio y prácticas pedagógicas son grabados por distintos docentes del establecimiento. Según Claudio, los profesores se apropiaron de esta práctica porque resultó ser una gran forma de abrir las puertas de las salas y reflexionar sobre el trabajo que todos hacen.
“Tengo una fascinación personal por el documental como trabajo de investigación. Me fascina cómo a través del registro audiovisual tú puedes revisar etapas de investigación. Entonces llevarlo a la sala de clases me parecía interesante como material de trabajo docente y cuando empiezo a investigar sobre eso, veo que sistematizar la práctica es una gran forma de abrir nuestra salas (…) Además, siempre tuve la oportunidad de ligar lo audiovisual con la práctica educativa, porque haciendo talleres (de cine) en escuelas rurales fue que me di cuenta que tenía que seguir estudiando, que tenía que estudiar pedagogía”, explica.
“Nunca es necesario grabar TODO lo que se hace”
Según Claudio, una cámara digital o un celular, un computador y un programa de edición básico, es lo que se necesita para realizar las grabaciones. Lo ideal es que el documental no dure más de 30 minutos. “Este registro documental no tiene tanto de aspecto técnico. Sí, es útil saber cómo mover la cámara o detalles específicos de edición, pero lo más importante es mostrar una narración estética. La idea es mostrar un video en el que se cuente una historia, eso es lo que genera un impacto. En otras palabras, es importante la mirada pedagógica, el profesor es el que debe saber qué es lo que se tiene que rescatar de un proyecto educativo”.
Para la grabación, es ideal escoger un proyecto específico y nunca grabar la experiencia completa. “Nunca es necesario grabar TODO lo que se hace, si se hace así, puede ser muy larga la presentación y quizá no se entienda la finalidad del proyecto. La idea, es que quede claro el proyecto, su finalidad y cuando los niños lo vean, por ejemplo, puedan ver todo lo que hicieron y aprendieron”. En cuanto al tiempo, Claudio considera que hacer un microdocumental de más de 10 minutos es innecesario, debido a que los procesos de atención el producto debe tener de forma resumida, toda la información necesaria, para una mejor retención de estudiantes, docentes y apoderados. “La idea es mostrar la mayor cantidad de información posible y que no aburra”, explica.
Como parte de la planificación previa, Claudio recomienda tener claro el proyecto y los contenidos que se van a desarrollar. Para llevar un orden de los productos audiovisuales, realizó una ficha que deja claro los puntos y la síntesis audiovisual del proyecto. Por ejemplo, para el proyecto “Cuentacuentos” que realizó en sexto básico la profesora Camila Hidalgo en 2016, esta fue la planilla que llenó la docente (revisar AQUÍ). Dicho formulario tiene datos como la descripción del proyecto, contenidos trabajados y aprendizajes desarrollados.
El resultado fue un microdocumental de 23:22 minutos, a través del cual se presenta un recorrido por el proceso de construcción de la historia junto a los estudiantes, su desarrollo -que terminó convirtiéndose en una obra de teatro- y su resultado, que incluyó preguntas a un público que estuvo conformado por estudiantes de otros cursos. Todo guiado por preguntas y explicaciones de la docente y Claudio.
La clave de la reflexión
La retroalimentación con base en estos microdocumentales tienen dos partes. Una, la autoevaluación del producto dentro de la sala de clase, para lo que Claudio creó una planilla que debe ser llenada por aquellos que trabajaron en la actividad. La invitación es leer una serie de preguntas, discutir, reflexionar y elegir un vocero que debe contar las conclusiones frente al curso. “Nombren y describan las dificultades que se encontraron y cómo las fueron superando” y “describan cuáles fueron los aspectos positivos de su trabajo, aquellas cosas que a su juicio mejor resultaron”, son algunas de las peticiones. Al finalizar, se encuentra una tabla con siete puntos a evaluar, como la capacidad de resolución de problemas, la proactividad y responsabilidad. “El lenguaje audiovisual está muy inserto en la generación de ahora, tener una cámara no es tan impresionante para ellos, gracias a que están todo el rato con el celular. Pero el instrumento de ocuparlo, para mostrarles sus trabajos, ayuda a que ellos tomen conciencia de lo que aprendieron”, cuenta el profesor.
Otra fase de la reflexión, es entre profesores. Para Claudio es ideal buscar el tiempo una vez a la semana para observar una actividad entre docentes y hacer la evaluación, para la que Claudio ha preparado otro formulario que invita a pensar cómo ese proyecto puede ayudar en la práctica pedagógica de cada docente. “Lo más importante, es compartir ideas, apoyarnos. Porque pasa que a veces nos encerramos demasiado en nuestro trabajo, en nuestro curso”, dice Claudio.
Para él también es importante recibir los comentarios de los profesores con los objetivos logrados con respecto a cada microdocumental. Por esta razón tiene preparada una pauta de evaluación, para saber hasta qué punto ese trabajo permitió dar a conocer una metodología, los objetivos logrados y si el material sirvió para proyectarse a futuro, entre otras consideraciones. “En otras palabras, es un instrumento de evaluación que tiene por objetivo relevar la valoración que da el docente al documento audiovisual que se generó a partir de su proyecto y que sirve para seguir mejorando el proyecto”, explica el profesor. Otro punto, es tener este material para que los apoderados puedan tener un registro, un apoyo a la memoria, y para que puedan ver cómo sus hijos han crecido, lo que han logrado y lo que han aprendido.
“Para mi esto es importante, es importante visibilizar el trabajo docente. Esta es una forma de potenciar las herramientas que muchas veces están ocultas. Es una forma de visibilizar el trabajo de los niños, la experiencia educativa de los niños (…) También es una reflexión-acción que es necesaria. Es importante parar un momento y ver cómo lo estamos haciendo, mirarnos”.
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