“Eres como los bloques con los que mi hijo ama jugar: adaptables, coloridos y llenos de potencial. Tu trabajo es el trabajo más importante en todo el mundo, y sé que no te agradezco lo suficiente”.
En el blog Oklahoma City Moms Blog, una madre tuvo un gesto sorprendente: sacó tiempo para pensar en la labor de los y las educadoras que trabajan con su hijo. Se detuvo a pensar por qué esas personas son extraordinarias y por qué merecen más palabras de agradecimiento por parte de los padres. En una carta absolutamente conmovedora destaca la relevancia del rol que cumplen las personas que se entregan a diario para formar bebés y niños, y además, describe los pequeños y grandes desafíos que se enfrentan en las aulas de estas personas. Sus palabras son certeras y sobre todo, necesarias en una profesión que necesita cada vez más reconocimiento.
A continuación, compartimos la inspiradora carta que esta madre compartió, una carta que sin duda deberían leer todos los que en algún momento se han relacionados con hombres y mujeres que trabajan en uno de los niveles educativos más relevantes en la vida de un ser humano:
“Son las 7:30 de la mañana, y me veo arrastrando mis pies hacia tu clase. Estoy ocupado quejándome de cómo he estado despierta durante una hora sin haber dormido. Mientras tanto, tú has estado aquí desde las seis de la mañana en punto. Encendiste las luces en tu sala de clase antes de que yo abriera los ojos. Arreglaste juguetes, preparaste comida y arreglaste una sala que pronto volverá a desorganizarse cuando lleguen los niños.
Entro y espero que me veas. Haces un buen trabajo al saludarme por mi nombre aunque tengas otras treinta cosas que hacer. Hay varios padres que dejan a sus hijos, uno de los niños está gritando, otro está empezando a preocuparse y otro necesita un cambio de pañal. Al mismo tiempo, le estás dando biberón a un bebé en brazos mientras consuelas a otro que no estaba listo para que sus padres se fueran.
Como si hubiera olvidado que cuidaste de mi bebé durante medio año, te recuerdo qué tamaño de biberón necesita, qué comida no puede recibir y a qué hora prefiere comer. Sonríes y tomas nota, aunque lo conoces a él y a todos los demás como la palma de tu mano.
Antes de irme, paso una odiosa cantidad de tiempo besando a mi hijo, exprimiéndolo y rogándole que se comporte. Todo el tiempo te quedas sonriendo y prometiéndome que lo hará.
Cuando regreso nueve horas después, todavía estás allí. Tu camisa está manchada, y tu cabello se despeinó. Tus pies están cansados y te duele la espalda por doblarte, levantarte y cargar niños todo el día. Pero tu sonrisa no se ha desvanecido. Me saludas y preparas a mi hijo para su viaje a casa, le cantas y le dices que es amado. Muy pronto, me voy, sabiendo que te veré de nuevo en unas horas.
Pero, ¿y si no te vuelvo a ver?, ¿qué pasa si decides no regresar? Sería una pena no haber dicho nada. Tengo mucho que decir y agradeder.
Sé que estás cansada. Trabajas muchas horas, y dudo que seas compensado adecuadamente. Tú ganas un salario mínimo mientras intentas ahorrar para tu próximo sueño. Tal vez estás ahorrando para poder seguir estudiando, para comenzar tu propio negocio o comprar un automóvil mejor. Sea lo que sea, me gustaría poder darte todo eso. El trabajo de tu vida está ayudando a mi hijo a crecer, y no hay un precio para eso.
Ojalá te conociera mejor. Sabes todo sobre mi hijo y a veces se me olvida tu apellido. Tú entregas tu corazón alma a los niños que ves todos los días, y me pregunto si tienes hijos propios. Tal vez has sufrido una pérdida. Quizás no puedes tener hijos. Quizás tienes tus propios bebés de los que estás lejos. Me duele el corazón saber que entierras ese dolor todos los días.
Tus pies están adoloridos. Estás cansada de lavarte la camisa del trabajo cada noche. No eres apreciada por quienes te rodean. Has visto pañales mucho peores que yo. Has estado recibiendo quejas por cosas sobre las cuales no tienes control. Pasas horas del día alimentando a los niños de otras personas, pero sólo te tomas un pequeño descanso para alimentarte. Sé que estás agotada e indudablemente estresada.
Pero también sé que eres desinteresada. Eres creativa. Eres amable, gentil y generosa. Haces que mi hijo se sienta seguro y le das amor.
No es fácil para mí estar lejos de mi bebé. Tú lo sabes. Y porque sabes esto, haces tu mejor esfuerzo por criar a mi hijo para que sea el ser humano que quiero que sea. Estás haciendo un buen trabajo. Ojalá recordara decírtelo más a menudo.
Eres como los bloques con los que mi hijo ama jugar: adaptables, coloridos y llenos de potencial. Tu trabajo es el trabajo más importante en todo el mundo, y sé que no te agradezco lo suficiente.
Sinceramente,
Una mamá”.
Fuentes:
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