La Escuela Manuel Rodríguez enfocó su modelo pedagógico en la visión de Bután, un país de Asia que más de una vez ha sido catalogado como una de las naciones más felices del mundo.
En lugar de medir el Producto Bruto Interno (PBI), el gobierno de Bután, un país del sur de Asia ubicado en la cordillera del Himalaya, decidió medir su bienestar con un Índice Nacional de Felicidad. De esta forma encontraron la manera de establecer un equilibrio entre lo espiritual y lo material. Más de una vez, los ciudadano de Bután han clasificado en la lista de los más felices del mundo, muy a pesar de los problemas que enfrentan como la pobreza, el desempleo juvenil y una creciente deuda pública.
Inspirados en esta realidad, desde hace tres años, la Escuela Manuel Rodríguez de San Felipe (Chile), enfocó su modelo pedagógico en la visión de esta nación. La prioridad para todos los miembros de esta comunidad educativa es la felicidad. Y les ha dado resultado, pues a pesar del alto índice de vulnerabilidad (90%), la escuela, en el último año, logró subir 40 puntos en la prueba Simce (El Sistema de Medición de la Calidad de la Educación).
“Yo creo que todo ustedes son felices porque me lo demuestran cuando están aprendiendo”, dice un profesor a uno de sus estudiantes en un reportaje de Tele 13.
Y ese es justamente el objetivo de la escuela. Que a través del aprendizaje, todos los estudiantes puedan ser felices. Con diversos proyectos e iniciativas, la comunidad de la escuela espera entregarle a los estudiantes las herramientas que necesitan para proyectarse a futuro. “Nosotros les mostramos que sí puede haber un mundo distinto de oportunidades”, explica una de las docentes en el reportaje. Y no sólo a través de las clásicas asignaturas, también por medio de actividades como el reiki, una forma de medicina alternativa desarrollada en 1922 por el budista japonés Mikao Usui. Con el reiki y la tranquilidad vinculada a esta terapia, se espera que los estudiantes se conecten con otro tipo experiencias positivas.
Las clases de mapudungun es otro de los sello de la escuela y aunque no parece una prioridad en medio del contexto en el que se encuentran, los alumnos aprenden en esta clase el respeto por la cultura, las diferencias y las personas que los rodean. Estos espacios en la escuela permiten, según el director, que los estudiantes se acerquen al aprendizaje de una forma diferente, rescatando valores claves para su desarrollo, como la empatía, la solidaridad y el compañerismo.
La escuela Manuel Rodríguez “no es una escuela sin problemas”, dice una de las profesoras en T13, pero sí es una escuela con una metodología enfocada en solucionar esos problemas.
“Esta escuela es la esperanza de un país, una esperanza basada en una nueva educación donde las cosas se hacen distinto”, dice el director. Y se hacen distinto porque el foco está puesto en las necesidades de los niños y en centrar la enseñanza en la felicidad. Más allá del “cliché”, dice uno de los docentes, el objetivo de ellos como profesores y de la escuela en sí misma, es que los estudiantes puedan ser buenas personas y lo están logrando al inspirarse en un país que a pesar de las dificultades, es feliz.
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