Desde el 2011, Lorena Huerta dirige un coro de Lengua de Señas Chilena en el colegio Carlos Oviedo Cavada de la Fundación Belén Educa.Todo comenzó como un trabajo que buscaba incluir a los niños con deficiencias auditivas pero ahora es mucho más que eso.
Lorena Huerta, educadora diferencial de 36 años, siempre mueve las manos cuando habla. No hay palabra que diga que no acompañe con algún gesto. Sea con sus muñecas, sus dedos o su mano completa. “Siempre fui muy kinestésica, me gusta mucho moverme, expresarme. En la universidad muchos me decían que yo debía estudiar teatro. Después de mi práctica intermedia en el colegio Jorge Otte, que es un colegio para Sordos, me encontré con la Lengua de Señas y desde entonces no he dejado de perfeccionarse”, cuenta Lorena.
Algunas veces sus gesticulaciones de mano tienen un significado y otras veces, es sólo movimiento. Cuando más sentido tienen, es mientras dirige el Taller del Coro de Lengua de Señas en el colegio Carlos Oviedo Cavada -ubicado en la comuna de Maipú- de la Fundación Belén Educa, establecimiento en el que trabaja desde 2011, año en el que se fundó este grupo que es un punto de conexión entre Sordos y oyentes.
“La idea nació por una educadora que estaba antes de que yo llegara, Viviana Faría. Ella tomó a Alexis, que era un estudiante Sordo profundo, que no sabía leer, escribir ni comunicarse, nada. Sus padres no entendían nada de Lengua de Señas. Ese fue un trabajo tremendo y al yo llegar, ella formó un coro muy pequeñito con algunos compañeritos de Alexis, unos cuatro o cinco, que se presentaban en las misas. Y en lo que Viviana supo que yo manejaba la Lengua de Señas, me propuso formalizar el coro. Así invitamos a los otros niños con dificultades auditivas y a sus compañeros oyentes”, recuerda la educadora.
Cuando el coro se empezó a conformar, contaba con más de cuatro niños Sordos o hipoacúsicos entre sus integrantes. La intención era trabajar la inclusión en este colegio con más de 1.000 estudiantes, enseñar la Lengua de Señas Chilena (LSCh) y que más oyentes se motivaran a formar parte. Ahora, son 12 niñas de distintos niveles, la mayoría oyentes y sólo queda Valentina Barrera, una estudiante de cuarto medio que es hipoacúsica y que empezó en el taller cuando estaba en quinto básico.
Según Lorena, los logros de este grupo han sido varios. Desde ser contactada por el Monseñor Ricardo Ezzati para que el coro se presentara en el Te Deum 2012, hasta lograr que sus alumnos le comenten que lograron comunicarse con una persona Sorda, que los ayudaron. “Eso sin duda, significa que el trabajo se está haciendo bien, porque esto va más allá de que nosotros nos aprendamos canciones, se trata de fomentar el ser un buen ciudadano (…) También ha sido muy significativo porque los profesores se han ido sumando, hasta hemos hecho cursos de esta lengua a los otros docentes. Ha sido un trabajo de comunidad”, dice Lorena.
Acercar a todos
“Me encanta acercar a los niños con pérdida auditiva a entender lo que está ocurriendo en este entorno de oyentes. Eso es lo que a mi me gusta, lo que me atrae. Además, cuando uno va viendo que esos niños que uno tuvo desde chiquititos, como el caso de la Valentina, que ahora va a cumplor 18 años, va a salir de cuarto medio y que a lo largo de esta historia ha podido comprender los contenidos a pesar de las dificultades, que ha avanzado, con todo lo difícil que es. ¡Eso es algo que me llena! Porque es además un trabajo que hemos realizado en conjunto todos los docentes que hemos trabajado aquí”, explica Lorena.
Pero el trabajo que se realiza en este coro, va mucho más allá. Porque ha logrado impactar en oyentes que se comprometen tanto con el aprendizaje de Lengua de Señas Chilena, que prefieren gesticular que cantar. Como es el caso de Daniela Herrera, que cursa primero medio y es una de las estudiantes que se ha sumado recientemente al coro.
Durante un ensayo, a las 16:00 horas en una sala chica en el colegio Carlos Oviedo Cavada, ella se enfoca en hacer bien cada uno de los movimientos, no en cantar. El tema que ensayan es “Sueños”, de Diego Torres, uno que presentaron en la Feria del Libro del año pasado.
Daniela sabe cantar, tanto que ha ganado varios concursos de canto del establecimiento. Pero ella insiste en la gesticulación, porque quiere aprender otra lengua. “Es una lengua que puede ser muy útil para todos. Además, al estar en el coro, siento que no me puedo equivocar, porque hay muchas personas que lo ven (…) Y si me ven a mi equivocarme, no van a entender nada”, dice Daniela.
“Mover las manos llama la atención. Además, yo creo que es una expresión de comunicación muy bonita. Porque tiene que ver con el rostro, el cuerpo, las manos, todo tiene que ver. Es toda una expresión a partir de nuestras manos, entonces eso llama la atención”, agrega la educadora.
“Aquí el aprendizaje es a través de la observación”
Para trabajar cada tema, siempre hay que desestructurar la letra primero. La secuencia de trabajo es la siguiente: se escoge un tema, cada estudiante con una copia de la letra en mano revisa la estructura frase por frase, se eliminan los conectores -que no se ocupan en la Lengua de Señas- y se reestructura cada oración en función de que se pueda interpretar en señas. A partir de ese trabajo previo, se deben realizar varias sesiones para repetir una y otra vez cada seña en el tiempo correcto, mientras otras van acompañando con la voz, y las señas.
“De partida, aquí el aprendizaje es a través de la observación. A los oyentes les quedaba grabado cuando Viviana y yo íbamos a alguna clase y hacíamos alguna seña, entonces iban entendiendo cómo se decían ciertas cosas en Lengua de Señas. Los chiquillos tenían una noción. Posterior a eso, ya en los ensayos, es importante entender la estructura de la Lengua de Señas que es muy distinta a nuestra estructura. Entonces hay que hacerles entender las conjugaciones, cómo se elabora una seña y las acciones que deben ir haciendo la mano. Para eso empleamos mucho, al principio, un diccionario que nos dio el Ministerio de Educación, uno de Lengua de Señas que realizó la Universidad Metropolitana de las Ciencias y la Educación. Pero ya las chicas saben. De hecho, a veces pasa que ellas me corrigen a mi”, cuenta la educadora.
La valoración como educadora
Lorena espera continuar con el coro a pesar de que Valentina terminará la enseñanza media este año. “Creo que nuestro trabajo ha llegado mucho más allá”, comenta. Y lo que le da más confianza es que durante dos años que ella se ausentó del colegio debido a que pidió varios permisos para dedicarse a sus hijos, as alumnas continuaron los ensayos y sus presentaciones en las misas escolares.
Otro punto que valora la educadora de este coro, es que le dio un valor agregado a su trabajo dentro del colegio. “Creo que abarcó un espacio que le dio mayor validación a las educadoras diferenciales, de manera transversal, independiente de las necesidades educativas especiales de los estudiantes. Desde ese punto de vista, yo creo que fue algo muy potente lo logrado por el coro, porque se nos abrieron espacios, se sumaron docentes interesados en la Lengua de Señas Chilena, en nuestro trabajo. Y eso es algo que trasciende de lo que puede servir para una persona Sorda o no este trabajo. Es algo que impacta a toda la comunidad y eso es impresionante”.
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