“Lo importante es que cojan el hábito para que, con el paso de los años, sigan leyendo; es una de las partes más importantes de su formación”, asegura el profesor de Educación Física que descubrió la fórmula perfecta para encantar a sus alumnos con el deporte y la literatura.
En 2017, el boom literario llegó al colegio Curros Enríquez de Celanova con mucha fuerza. Los estudiantes leían más que nunca y estaban obsesionados con grandes obras y autores. Esto sucedió gracias a Xoán Vila, un profesor de Educación Física y Ciencias Sociales, que diseñó una actividad que tenía a los alumnos locos por la literatura. La iniciativa se llamó “Basket por libros” y surgió luego de que el docente descubriera que sus alumnos no reconocían los nombres de grandes basquetbolistas como Andrés Nocioni. Vila, que es un amante de este deporte no podía tolerar el hecho de que sus alumnos supieran tan poco de éste –algo que no pasaba con el fútbol–, así que diseñó esta actividad que además, sirvió para fomentar el amor por la lectura. ¿En qué consistió?
“Basket por libros” era básicamente una hora de clase de básquetbol a cambio de la lectura de un libro al mes.
Los alumnos de tercero y cuarto de primaria asistían a la hora de “Basket por libros” con el fin de explorar y conocer mejor este deporte y lo único que tenían que hacer era cumplir la cuota de lectura que el profesor exigía. Según explicó Vila al medio Verne, esta iniciativa fue la mejor forma de “fomentar este deporte en una zona invadida por el fútbol”.
La actividad se realizaba todos los martes a la hora del almuerzo y entre clases (desde las 14:30 hasta las 15:30) y lo mejor es que nadie obligaba al profesor a realizarla. Vila destinaba su tiempo libre a esto y lo hacía con pasión. “Con esta actividad, quiero abrirles el abanico tanto de los deportes que practican como de los libros que leen. Es muy difícil ver baloncesto en televisión, lo que complica que se aficionen. Al final, lo importante es que se motiven para hacer cosas nuevas. Si el año que viene no estoy, pueden hacer ‘Hockey por libros’. Da igual”, afirmó el docente al mismo medio.
Con respecto a la lectura, lo que hacía Vila era llevar un registro.
Cada alumno tenía un carné y en éste, el profesor anotaba el libro que leían mes a mes. Aunque la meta era sólo uno, lo que pasó con la iniciativa es que los alumnos se entusiasmaron y leyeron más obras a lo largo del mes. Aunque era un proceso, los 30 estudiantes que participaban, poco a poco iban adquiriendo el hábito. Cuando no leían el libro mensual, no podían acceder al entrenamiento y lo que hacían era ponerse al día rápidamente. Después, la lectura dejó de ser obligatoria, empezaron a disfrutarlo y lo hacían naturalmente.
La actividad era posible no sólo por la motivación de los estudiantes, sino también por el esfuerzo de este profesor que además, encontró la manera de trabajar de forma colaborativa con la biblioteca escolar en la cual los niños accedían a casi todos los libros que querían leer. La lectura no era impuesta, pues el objetivo de Vila era que primero adquirieran la costumbre. “Más que recomendar, les dejo caer posibles libros. No me gusta guiarles. Tienen que ir a por títulos que les atraigan. Justo antes de Navidad les conté que de pequeño leía a Julio Verne. Los Reyes Magos trajeron sus libros a varios de ellos”, dijo en Verne.
Los estudiantes estaban leyendo más que nunca y lo mejor es que lo estaba haciendo a través de un deporte que pudieron conocer mejor gracias a su profesor. Xoán Vila encontró la fórmula perfecta para crear una experiencia que permitía a los jóvenes aprender a partir de sus propios intereses. No había imposición, no había notas, sólo un espacio innovador que les entregaba la posibilidad de aprender de una manera diferente.
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