Sus propias experiencias de vida han sido la mejor herramienta para trabajar la identidad con todos y cada uno de sus estudiantes.
Bartolina Sisa fue una luchadora Aymara que lideró en el siglo XVIII los ejército quechua-aymaras que combatían contra las fuerzas españolas. Su valentía demostrada en la lucha por restablecer los derechos de su pueblo, la convirtieron en un obstáculo para los objetivos enemigos, quienes el 5 de septiembre de 1782 la asesinaron. Esta fecha se convirtió entonces en la conmemoración del Día Internacional de la Mujer Indígena, la cual fue instituida oficialmente en 1983. La conmemoración de este día es un homenaje no solo a Bartolina, sino a todas las mujeres indígenas y su aporte a la lucha, el conocimiento, la historia, la cultura, y por supuesto, la educación.
Como un homenaje a todas ellas, decidimos conocer la mirada de dos mujeres Mapuche, que además de ser parientes, se han dedicado a la docencia desde dos niveles educativos diferentes: la educación media y básica. El objetivo, además de conocer sus vidas y experiencia, era entender cómo contribuye la mujer indígena a la educación en Chile y qué consejos comparten para que todos los docentes, puedan respetar desde el aula la identidad de todos y cada uno de sus estudiantes. Estas son sus historias.
Constanza Pilar Lincovil, profesora de enseñanza media en Santiago
Constanza es profesora de lenguaje en el Centro Educacional Jorge Huneeus Zeegers en La Pintana, una comuna con altos índices de vulnerabilidad y riesgo social, que se ubica en la capital del país. Durante cuatro años que lleva ejerciendo la profesión, esta docente de origen mapuche ha trabajado en contextos como este, donde considera que puede hacer frente a ciertas problemáticas sociales y ser un aporte positivo desde la educación. Gran parte de sus estudiantes provienen de etnias mapuches, y mucho otros también son migrantes, hecho que la ha llevado a enfrentar grandes desafíos.
Desarrollar la identidad de estudiantes de pueblos originario que viven en la ciudad no ha sido sencillo, especialmente porque su trabajo ha sido con jóvenes que están en pleno proceso de reconocimiento, desde lo físico hasta lo psicológico. Para hacer frente a esto desde el aula, lo que ha hecho Constanza además de llevar sus propias experiencias y anécdotas a la sala de clase, es preguntar, realizar conversatorios y hacer trabajos de investigación que los lleven a acercarse y comunicarse con sus propias familias. Como los estudiantes se sienten identificados con sus profesores, la estrategia central de esta profesora ha sido precisamente contar las cosas desde su más íntima identidad.
Ser mapuche llevó a esta docente a intentar responder múltiples cuestionamientos que hoy, sus estudiantes, intentan responder como: “quién soy”, “cuales son mis raíces” “¿por qué soy lo que soy?”, y “¿qué puedo hacer para aceptarme y sentirme parte de este mundo?”. Y esto evidencia que sus alumnos están en una búsqueda de la identidad que a menudo va acompañada de factores como la frustración, la timidez y tristemente, la vergüenza. Por eso es tan importante para ella decirles “yo también soy mapuche ¡y qué hay de malo en ello!”. Contar su propia experiencia, asegura, es una forma de lograr que ellos se abran para compartir sus experiencias y su propia identidad.
Como mujer indígena, esta profesora cree que tiene un poder único: el empoderamiento como medio para ayudar a sus estudiantes a crecer, a reflexionar y aceptar, a ellos mismos y a los demás, “porque somos únicos, diversos, pero no exclusivos, sino inclusivos”. Además, afirma Constanza, el rol de la mujer indígena es un instrumento útil a la hora de enseñar, contribuir al conocimiento y acoger a los estudiantes. Entonces, ¿qué sugiere ella a otros docentes que buscan desarrollar la identidad de sus estudiantes desde la multiculturalidad? Conocerlos, conocer sus orígenes, ayudarlos a explorar sus propias historias y escucharlos. Especialmente a esos estudiantes que sutilmente piden ser escuchados. Además, permitir ser conocido y generar una empatía y acercamiento que genere la confianza que ellos necesitan para valorarse.
Vanessa Lincovil, profesora de básica en Temuco
Actualmente Vanessa es profesora de lenguaje en el Colegio Los Robles de Labranza en la ciudad de Temuco. Muchos de sus estudiantes, al igual que ella, hacen parte de pueblos originarios, hecho que ha representado un complejo pero lindo desafío a la hora de enseñar. Muchos de los estudiantes de los Robles llegan del campo a la ciudad intentando esconder sus raíces, su cultura, su orígen. Por esto, Vanessa trabaja todos los días para desarrollar la identidad y la confianza de todos sus estudiantes, trabaja por mostrarles que compartir parte de sus vidas también es parte de un proceso de aprendizaje que busca ser intercultural, inclusivo.
A través de diversas actividades Vanessa integra a sus estudiantes y con ellos, también a sus familias. Ella los invita para que traigan objetos e historias desde sus casas, e incluso invita a sus familias para que compartan con otros estudiantes parte de quienes son. Por ejemplo, en una salida a un museo mapuche, una madre indígena fue invitada y capturó la atención de todos sus estudiantes al narrar su conocimiento y su propia experiencia, convirtiéndose así en protagonista de una salida pedagógica enriquecedora. Con actividades como estas, esos niños que en principio esconden sus rostros, se sienten orgullosos de sus historias, de sus padres, de sus madres, de ellos mismos como seres humanos y estudiantes.
Vanessa, al igual que muchos de ellos creció en el campo y tuvo que trasladarse a la ciudad para ir a la escuela donde a menudo llegó a sentirse poco valorada. Por eso, basada en su propia experiencia, esta profesora busca acercarse, conocer y entender lo que cada niño siente para crear experiencias personales y académicas integrales, además de espacios de enseñanza donde la diversidad es parte del aprendizaje diario. Esta profesora sugiere a todos los profesores que valoren y conozcan las historias de todos sus estudiantes y sobre todo, que integren a las familias pues esa es la clave para rescatar lo mejor de cada cultura presente en el aula.
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