A través del arte, el profesor Javier Espinosa encontró la fórmula perfecta para transformar la escuela junto a toda la comunidad educativa.
Alumnos poco motivados y no muy comprometidos con la asistencia escolar… Ese era el problema al que se estaba enfrentando el profesor Javier Espinosa en la escuela en la cual trabaja. Dispuesto a cambiar esto para generar un impacto en sus estudiantes, decidió hacer un proyecto de 7 días que involucrara a toda la comunidad educativa: 800 alumnos, 50 profesores e incluso sus familias. Lo primero que hizo fue encontrar un espacio que pudiera transformarse en un rincón especial o llamativo y que sirviera para que sus estudiantes encontraran la inspiración… ese lugar fue un muro. Un vez teniendo su espacio, Javier se planteó unos objetivos específicos ligados a las iniciales de la palabra IDEA:
I: El objetivo número uno era encontrar un lugar INSPIRADOR.
D: el segundo era crear un proyecto que fuera DIVERTIDO.
E: el tercero se orientaba en la estructuración de un proyecto para EMPODERAR
A: y finalmente, el objetivo número cuatro, que era convertir la escuela en un espacio más AMABLE.
Encontrar la inspiración
Para encontrar la inspiración, Javier encontró un colectivo llamado Boamistura que se dedica a cambiar el mundo a través de la pintura. Fascinado con el trabajo de estas personas, el profesor les envió un mensaje y ellos respondieron enviando un video de 30 segundos a través del cual buscaban motivar a sus estudiantes para que transformaran su establecimiento educativo. Luego de esto Javier decidió buscar los pasos de Boamistura y con algunos de sus estudiantes recorrieron las calles de Madrid, hicieron un video reivindicativo sobre las instalaciones del establecimiento educativo, el cual tiene 50 años, y se encontraron con Boamistura para seguir con el proceso de inspiración.
Dejar huella
El paso siguiente fue crear expectativa y como era el aniversario número 50 de la escuela, el profesor convenció al equipo directivo para crear algo que fuera memorable, épico y legendario. El mensaje de la campaña expectativa hablaba de “dejar huella”, pues justamente ese era el objetivo de la actividad que vendría después: dejar huella convirtiendo la pared en un mural lleno de palabras inspiradoras. Más adelante los estudiantes, junto a sus padres, quienes también fueron invitados a participar de lo que Javier asegura fue una metamorfosis, escogieron una frase. Ésta sería construida con pintura blanca sobre el mural lleno de palabras escritas anteriormente. La palabra escogida fue: SOMOS FUTURO.
Así, la pared menos llamativa del colegio, se convirtió en el lugar más acogedor. Además, otros estudiantes construyeron sillas con pallets de madera que ahora son utilizados por alumnos que antes no tenían ningún espacio para pasar el tiempo del recreo.
A través de este proyecto, Javier recalca la importancia de transformar espacios que motiven a los estudiantes a estar allí. “No hay mejores arquitectos del futuro que nuestros alumnos”, dice el docente, quien está convencido de que hay que darles la oportunidad de que construyan sus propios espacios. Sólo haciendo eso, afirma, ellos no sólo pensarán en la escuela como un lugar al que quieren realmente asistir, sino que también podrán adquirir talentos que van incluso más allá de la sala de clase.
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