“Me gusta imaginar que los adultos que leen este libro a los niños pueden asumir el papel de la niña de los libros, guiando a los jóvenes lectores en este mundo de libros y de historias”.
Esta historia empieza con una niña que navega por un mar de palabras en la búsqueda de un amigo. Ambos emprenden una nueva aventura; escalan montañas de fantasía, se adentran en bosques de cuentos de hadas y duermen sobre nubes de canciones. Todo esto sucede en un universo literario creado por el famoso ilustrador Oliver Jeffers y el artista Sam Winston. Los personajes de Jeffers se mueven sobre un singular fondo de construcciones tipográficas creadas por Winston a partir de literatura juvenil e infantil y canciones de cuna para niños.
La idea de construir este mundo lleno de letras, frases y citas de obras reales, era hacer una especie de guiño a los libros que ambos artistas leyeron cuando eran niños, lo que sin duda le da toda la fuerza a la narración.
Según cuentan los autores en una entrevista en The Guardian, Una niña hecha de libros es un homenaje a la historia de la literatura, pero también es una invitación…
Una invitación para que las nuevas generaciones encuentren una inspiración, encuentren su propia voz y también sus propias historias. La forma en que logran esto es interesante, pues toman a dos personajes que son distintos, pero que se complementan.
“Por un lado se encuentra la niña de los libros, que conoce los secretos de la literatura y la imaginación. Y el segundo protagonista es un niño que necesita que le muestren el camino. Este niño puede representar a los lectores tímidos que aún no han sido mordidos por el insecto de la literatura. Me gusta imaginar que los adultos que leen este libro a los niños pueden asumir el papel de la niña de los libros, guiando a los jóvenes lectores en este mundo de libros y de historias”, afirma Oliver en The Guardian.
Además de ser un homenaje y una invitación, Una niña hecha de libros también habla de la imaginación.
En este caso, una imaginación que se construye dentro del viaje que realizan los dos protagonistas. Los autores hablan del acto de la lectura en sí mismo como una experiencia visceral que permite despertar dicha imaginación. Ambas cosas –la lectura y la imaginación– dice Winston, es justamente una “combinación fundamental para fomentar la pasión por aprender y por la creatividad”.
En la era de la información que se ha convertido en la “era de la distracción infinita”, los libros se deben convertir en una herramienta contemporánea que permita hacer frente a esa situación, y este es justamente el propósito fundamental de esta propuesta que sirve no sólo para fomentar la lectura, y motivar a los niños para que se sumergan en el mundo de los libros, sino también para reflexionar sobre el papel que cumple la lectura en el desarrollo de la creatividad de los niños.
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