Carlos Alberto Casas ha dedicado su vida a la educación y durante muchos años, también ha cultivado una linda afición: coleccionar numerosas ediciones de la obra insignia de Gabriel García Márquez.
Lleva 31 años trabajando en el mundo de la educación, ha sido profesor, líder de diversos proyectos educativos en el ámbito privado y público, y actualmente es director del Colegio San Mateo de Bogotá, Colombia. Carlos Alberto Casas ha dedicado gran parte de su vida a la enseñanza, pero hay algo que a lo largo de su carrera también ha ido cultivando: su amor por la novela insignia de Gabriel García Márquez, Cien años de soledad. Una amor que lo ha llevado a coleccionar más de 40 ediciones del libro en distintos idiomas.
Empezó su colección en el año 1994 cuando vivía en Boston. Un hallazgo sorprendente en el barrio judío de Brookline lo llevó a dar el primer paso… Era una edición en ruso de la novela que reflejaba el impacto de la obra no sólo en Colombia, sino en el mundo entero. Ese día marcó el inicio de una búsqueda de ediciones que ha logrado encontrar a través de internet y por supuesto, a través de amigos y familiares que en distintos rincones del mundo, encuentran nuevas piezas para su colección. Su afición por Cien años de soledad no solo lo llevó a encontrarse con “Gabo”, también lo ha llevado a entender y valorar la obra de otra manera, incluso desde un punto de vista educativo.
Desde su afición por el libro y su amor por la pedagogía, Carlos Alberto plantea una reflexión interesante. ¿Debería Cien años de soledad seguir siendo una lectura obligatoria en las escuelas?
Aún sucede en las escuelas en Colombia y en muchos otro países de Latinoamérica y claro, muchos podrían decir que sería absurdo no sacar provecho pedagógico de esta obra, sin embargo, la opinión de este director es diferente. Carlos Alberto está convencido de que la novela de García Márquez no debería ser una lectura obligatoria y de hecho, opina que exigir esto, no es la mejor manera de motivar el gusto y el amor por esta historia familiar mágica. Frente a esto, propone otras formas de acercarse al libro…
Es posible, dice Carlos Alberto, “despertar el gusto por el libro con algunas escenas o capítulos que son absolutamente transformadores”.
Desde su punto de vista, exigir la lectura del libro completo, sobre todo antes de los 15 años, es un error que puede desembocar en el rechazo. Es clave entonces acercar a los estudiantes a la lectura de la novela desde los fragmentos, como un primer paso para entender la obra. Un buen profesor, asegura, tiene las herramientas para identificar algunos pasajes que pueden cautivar a los alumnos desde sus propias historias, mitos, rituales y sueños familiares. ¿Por qué? Porque uno de los grandes aportes del libro, según menciona Carlos Alberto, fue precisamente ponernos a todos frente a un espejo donde la familia Buendía representa a cada una de nuestras familias, a cada una de nuestras naciones.
En ese sentido, dice el educador, para que los estudiantes puedan gozar de Cien años de soledad, deben entender la óptica de la familia Buendía como un reflejo de las experiencias propias, como un reflejo de todas las problemáticas sociales propias de América Latina. Sólo así, el libro deja de ser una lectura obligatoria para convertirse en una pieza literaria que trasciende la escuela y marca de por vida.
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