Desde 1981, la profesora Therese Kuettel ha implementado en su clase una serie de actividades que incluso en pleno siglo XXI, siguen absolutamente vigentes.
La profesora de inglés norteamericana, Therese Kuettel, lleva muchos años ejerciendo la docencia y durante todo ese tiempo ha rescatado dos elementos que parecen simples, pero que son útiles a la hora de enseñar: las pizarras blancas personales y la actuación. Además de explicar que estos elemento se pueden conseguir a un bajo costo, esta profesora afirma que son millones las actividades que se pueden realizar con estos simples artefactos para promover un aprendizaje activo. En ese sentido, rescata el hecho de enseñar de una manera divertida e innovadora, sin necesidad de hacer uso de la tecnología de punta. Para ejemplificar el uso de la pizarra blanca y la actuación como elementos útiles y funcionales a la hora de enseñar, Therese habla particularmente de dos actividades:
1. El dibujo interactivo
A partir de una pregunta general y con una pizarra en la mano, Therese empieza a formular otras preguntas específicas que poco a poco, con la ayuda de los estudiantes, ilustra en su pizarra. Mientras tanto, los niños también hacen sus propias ilustraciones como respuestas a las preguntas que la profesora formula. Entonces, por ejemplo, Therese pregunta: “¿de qué estado de los Estados Unidos vengo?” y los niños responde, “de Minnesota”. A partir de esa pregunta, la profesora formula nuevos interrogantes simples de geografía para que poco a poco, los niños pueda llegar a responder la primera pregunta. A lo largo de todo este proceso, los estudiantes dibujan en su propia pizarra y sugieren nuevas ideas para representar elementos como el agua, los países, los nombres etc…
El siguiente paso es compartir el dibujo que cada estudiante hizo en su propia pizarra. Puede ser en grupos o en exposiciones frente a todos los compañeros. “Todos los comentarios tienen que ser positivos”, dice Therese, quien plantea como objetivo el crear un espacio de aprendizaje positivo, creativo y de respeto, a través del cual también se fomenta (con preguntas claves), el pensamiento crítico. ¿Por qué lo sabes?, ¿por qué lo dices?, ¿por qué estás seguro de esto?, son algunas de las preguntas que se repiten mucho a lo largo de la actividad. Otras cosas como la construcción de frases y el aprendizaje de nuevos adjetivos también hacen parte de esta metodología activa.
2. Drama
Para fomentar la confianza en los niños, Therese rescata el drama como un instrumento ideal. Lo que hace la profesora es darle a sus estudiantes un diálogo de dos partes (A y B). Quienes hacen parte del grupo A, solo tienen que leer con entonación y gestos. Y quienes hacen parte del grupo B, tienen que inventar una respuesta. Por ejemplo: los del grupo A, leen con entonación una frase que dice “Buenas Tardes, me llamo…. “. Luego, el grupo B debe sugerir respuestas a esa pregunta. De esa forma, en un trabajo en equipo, todos los niños de la clase pueden construir oraciones en conjunto, interactuando así de una manera diferente. Para lograr la actividad, la profesora divide la clase en dos grupos grandes: A y B. Más adelante los grupos se dividen en cuatro. Así, se van reduciendo poco a poco hasta llegar a grupos de sólo dos personas. El objetivo, como ya lo mencionamos anteriormente, es generar confianza y promover la expresión oral.
Therese ha realizado actividades como estas desde 1981 y en pleno siglo XXI asegura que sigue siendo una herramienta ideal que no quiere dejar de lado. Sabe bien que hoy hay muchas alternativas digitales pero también rescata el hecho de que con estas metodologías activas simples, los niños se divierten cumpliendo muchos objetivos de aprendizaje.
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