Christine Powell, de la Universidad de West Indies en Kingston, Jamaica, explica qué es la estimulaciones integral y cuál es el rol que cumplen los adultos en ésta.
Christine Powell forma parte de la Universidad de West Indies en Kingston, Jamaica, una institución que ha enfocado su investigaciones en el desarrollo infantil. En un video del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Powell habla de un factor determinante para el desarrollo de los niños: la estimulación integral, es decir, aquellas acciones que promueven el desarrollo armónico de un conjunto de áreas que son fundamentales para los niños: el área cognitiva, motriz, social, emocional y lingüística. En otras palabras, la estimulación integral se trata de ofrecer múltiples y diversas actividades que pueden ayudar a fomentar el desarrollo de todos estos dominios.
Lo mejor de la estimulación integral, según explica Powell, es que se puede integrar de una forma muy simple en la cotidianidad de los niños.
En términos del desarrollo del lenguaje, por ejemplo, los libros ilustrados son ideales. Los padres pueden hablar de las imágenes presentes en los libros y a medida que sus hijos van creciendo, se pueden introducir otro tipo de libros como cuentos cortos. La lectura compartida es una actividad vital para el desarrollo de los niños pues a través de esta se construyen historias y se desarrollan así, las habilidades pre-lectura.
Otras actividades, dice la experta, sirven para involucrar al niño y por ende, desarrollar las distintas áreas. Por ejemplo, explica Powell, cuando una madre o un padre están lavando ropa, puede hablarle al niño y decirle cosas como: “estoy lavando, porque la ropa está sucia. Tenemos que dejarla limpia y bonita para que te la pongas cuando salgamos de la casa”. También se pueden describir los colores de la ropa y otras características: “el pantalón azul está húmedo y ahora lo vamos a poner a secar”. Todos estos momentos de la cotidianidad, son ideales para introducir nuevas situaciones y conceptos.
Para la destreza de resolución de problemas, la estimulación puede hacerse a través de rompecabezas. Con una actividad como esta, los niños tienen que descubrir la forma de encajar determinadas piezas en los lugares correctos. Pequeñas acciones como estas, dice Powell, pueden sin duda estimular el pensamiento y la forma de procesar la información.
Hay otro factor importante: el tiempo.
Según explica la experta, en la estimulación integral también es esencial prever un tiempo propio para el niño. En este tiempo, el niño debe realizar actividades por su propia cuenta. Esto implica darles un poco de espacio para que exploren su propio espacio y disfruten lo que están haciendo. Esto es lo que conocemos como “juego espontáneo”. Libertad para mirar alrededor, examinar cosas, ver cómo encajan los objetos… estas y otras actividades hacen parte de ese juego espontáneo en el cual el cuidador, puede involucrarse de diversas formas. ¿Por ejemplo? Puede identificar algunas pistas que da el niño y seguir esas pistas. Esto permitirá que el niño pueda ampliar su entorno a través de ese apoyo.
Powell ofrece el siguiente ejemplo: si un niño está jugando con bloques y divirtiéndose, el cuidador puede ocasionalmente iniciar una conversación diciendo cosas como : “veo que estás disfrutando mucho del juego. ¿Qué estás construyendo con los bloques?” Lo que sucede con estas conversaciones es que el adulto enciende la imaginación del niño que a raíz de una pregunta como esa, pensará: “estoy construyendo una casa”. Estas conversaciones se pueden ampliar con otro tipo de preguntas que complementen ese mundo imaginativo que el niño está creando. De esta forma, el niño juega y explora libremente, y por su parte, el adulto lo dirige sutilmente y lo enriquece.
Todos estos ejercicios y actividades van de la mano con un concepto que es fundamental a la hora de entender la estimulación: la crianza positiva. Es decir, la forma en que se brindan las oportunidades para ampliar el aprendizaje de niños y niñas.
“Se trata de dar amor, demostrar amor, de darle ánimos al niño, de elogiarlos”, dice Powell, quien agrega que todo esto también incluye la imposición de la disciplina y la implementación de rutinas necesarias para que el niño reconozca que hay límites en ciertas conductas. La crianza positiva se aplica a través de diversas actividades que se centran especialmente en el trabajo conjunto de los padres. Esto es fundamental pues dichas interacciones son las que permitirán un verdadero y sano desarrollo infantil.
Lectura compartida, conversaciones cotidianas, juego libre, espontáneo y una crianza positiva. Estos sencillos elementos, entre otros, marcan toda la diferencia en el proceso de aprendizaje presente y futuro de los más pequeños.
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