Una de las razones es porque en esta etapa se produce una mayor cantidad de conexiones neuronales que facilitan el desarrollo de los niños.
Desde la gestación, las células del cerebro, mejor conocidas como neuronas, se multiplican rápidamente. Para ser más exactos, se multiplican a una velocidad de 250.000 neuronas por minuto. Eso significa que cuando un bebé nace, tiene 100 mil millones de neuronas, número que básicamente equivale casi al total de las estrellas del universo. Ahora bien, durante el tercer trimestre de gestación, el cerebro establece las sinapsis que facilitan la conexión entre todas esas neuronas, generando así los caminos neurológicos que son la base del desarrollo humano.
Las sinapsis son esenciales para desarrollar cosas como los sentidos, el aprendizaje, los sentimientos y los comportamientos saludables.
Además, responden también a procesos de crianza y cuidados sensibles a las necesidades de los niños, como la nutrición, la estimulación, la salud, la protección social y el aprendizaje temprano.
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¿Qué significa esto?
Que como dichas conexiones neuronales se dan tan temprano y responden a los procesos de crianza, los primeros años de vida son considerados por la neurociencia como un periodo fundamental. Esto releva la importancia de apoyar el aprendizaje temprano para solidificar así, procesos de aprendizaje a lo largo de toda la vida.
Justamente por esta razón se dice que el cerebro de los niños en esta etapa retiene todo, incluidas las experiencias e interacciones con el medio ambiente que lo rodea, las buenas y las malas, hecho que impacta directamente en su desarrollo físico, psicosocial, emocional y por supuesto, el cognitivo. Los avances de la neurociencia indican además que los primeros años de vida son esenciales para establecer la base del desarrollo humano en forma secuencial, donde nuevas habilidades adquiridas se construyen sobre habilidades solidificadas anteriormente.
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Todos estos datos sugieren que entre más temprano se empiece a ofrecer oportunidades de aprendizaje mejores resultados se van a obtener a largo plazo.
Todo lo que un niño ve, toca, saborea, oye y huele, moldea su cerebro en esta etapa para permitirle pensar, sentir, moverse y aprender todas aquellas cosas que lo construyen como ser humano. Exponerlos entonces al aprendizaje temprano significa darles una oportunidad de desarrollo óptimo, una oportunidad para que aprendan a escuchar, a compartir, a coordinar, saltar, jugar, hablar, crear y ser personas autónomas desde todos los puntos de vista.
Avances en el desarrollo infantil temprano: desde neuronas hasta programas a gran escala (Science Direct).
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