¿Prescribir el juego como medicamento? Aunque parece extraño, algunos expertos sugieren que esto puede ser muy favorecedor para el aprendizaje de niños y niñas.
“Jugar no es frívolo. Es una construcción del cerebro”, esto dicen los autores de un paper que se publicó en la revista Pediatrics. Los autores, Michael Yogman, Andrew Garner, Jeffrey Hutchinson, Kathy Hirsh-Pasek y Roberta Michnick Golinkoff, piden a los pediatras “prescribir el juego” como medicina a sus pacientes en los primeros dos años de vida. Este paper, que justamente está dirigido a los médicos, habla del juego, pero también busca aprovechar el éxito de una iniciativa de alfabetización llamada Reach Out and Read, un programa que llega a casi 5 millones de niños al año, a quienes se les entregan libros en sus visitas al médico. Pero, ¿por qué prescribir el juego como medicina?
Suena extraño, pero Anthony DeBenedet, médico y coautor de The Art of Roughhousing y autor de Playful Intelligence, asegura que llegar a esto es una señal de que se están viviendo tiempos muy diferentes. Él no participó en el artículo, pero lo cataloga como “bello”, ya que reúne pruebas contundentes a favor de cosas como trepar los árboles y hablar por teléfono con una banana. El juego es, por definición, intrínsecamente motivado y la gente y muchos animales lo hacen porque sí. Pero aunque parece obvio entender que es natural e importante, los investigadores creen que padres y profesores necesitan un empujón para darle al juego la relevancia que merece.
Estos son algunos de los hallazgos que surgen de la investigación publicada en Pediatrics, hallazgos que evidencian una vez más, los beneficios médicos del juego:
1. Desarrollo cerebral saludable
Para desarrollar conexiones saludables, nuestros cerebros necesitan algo llamado “factor neurotrófico derivado del cerebro”, o BDNF. Este documento cita estudios que muestran lo que sucedió cuando a unas ratas jóvenes se les permitió luchar y revolcarse. Media hora de este tipo de juego, realmente cambió la expresión de sus genes de una manera que promovió la producción del BDNF.
2. Reducción de obesidad y enfermedades asociadas
Los niños pequeños que tienen la oportunidad de correr, saltar y trepar, adquieren confianza física y tienen más probabilidades de ser adultos activos y saludables. Un estudio citado en este documento examinó a los niños de unas escuelas preescolares. Los estudiantes que tenían al menos una hora al día de juego al aire libre mostraron una mejora significativa en sus índices de masa corporal. Los que obtuvieron más tiempo al aire libre tenían un 42 por ciento menos de probabilidades de tener sobrepeso para fin de año.
3. Manejo del estrés y recuperación del trauma
Esta es un área emergente y según Hirsh-Pasek (autor), se necesita mucha más investigación. Sin embargo, el documento cita estudios realizados durante un año en un preescolar. Los niños pequeños con comportamiento complicado, tuvieron que jugar regularmente, uno a uno, con profesores; ellos dejaron que los niños lideraran la iniciativa. Este es un enfoque conocido como “tiempo de banca”, y funciona como un momento de construcción de relaciones positivas. En comparación con un grupo control, esos que participaron en la prueba, mostraron un comportamiento mejorado y además, su cortisol se redujo (hormona del estrés).
4. Lazos familiares
De la mano con el “tiempo de banca”, el juego también es importante para construir relaciones entre padres u otros adultos y niños. “Las conversaciones con los niños que salen a jugar, son constructores cerebrales”, señala Hirsh-Pasek. El juego, en ese sentido, al estar en armonía con los sentimientos, fomenta la sintonía emocional, lo que a su vez puede ayudarles a aprender a regular sus emociones.
5. Habilidades académicas
El juego también es bueno en términos académicos. En la investigación publicada, se argumenta que a edades tempranas, el juego de simulación (no la instrucción directa), es lo que realmente alimenta el desarrollo del lenguaje, el conocimiento general, e incluso la motivación. “Jugar con bloques durante dos minutos te ayuda a usar palabras unidas. Crea más habilidades de aprendizaje STEM. ¡Y creo que también beneficia a los padres!”, asegura Hirsh-Pasek.
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