Las conexiones, las creencias y los comportamientos, son elementos esenciales.
“Una vez que los directores entienden lo que constituye la cultura, una vez que aprenden a verla no como una masa nebulosa de intangibles, sino como algo que se puede identificar y diseñar, pueden comenzar a ejecutar una visión cultural” explica en MindShift Ebony Bridwell-Mitchell, una experta en liderazgo educativo que se ha centrado en hablar acerca de la buena cultura al interior de las escuelas. En una sesión del National Institute for Urban School Leaders en la Harvard Graduate School of Education, la experta profundiza en la temática describiendo los componentes básicos de ésta.
Lo primero que menciona es que, la buena cultura escolar depende mucho de las conexiones que se dan entre las personas.
En una cultura sólida, hay muchas interacciones entre los miembros y el resultado de ello es el conocimiento que se tiene sobre el establecimiento y por ende, sobre las necesidades que se requieren para prosperar. Esto quiere decir que, las creencias, los valores y las acciones, se extienden más y se refuerzan cuando todos se comunican. Entonces, en una cultura escolar fuerte, los líderes se comunican directamente con los profesores, administradores, consejeros y familias, quienes también se comunican directamente entre ellos. En cambio, en una cultura débil, las interacciones dispersas dificultan que la gente aprenda cosas claves y por esto, el compromiso es escaso o esporádico. En otras palabras, una cultura es más débil cuando la comunicación es limitada. Por eso, si ciertos profesores nunca escuchan directamente de su director, otros se excluye continuamente de las comunicaciones, o si algún miembro del personal opera en forma aislada, será difícil difundir mensajes sobre las creencias y los compromisos.
Otro elemento clave de la buena cultura tiene que ver con las creencias y los comportamientos.
Lo que las personas creen y la forma como actúan depende de los mensajes, directos e indirectos, que envían los líderes y otras personas. Una buena cultura surge de los mensajes que promueven rasgos como la colaboración, la honestidad y el trabajo duro. Con respecto a esto, la experta explica que la cultura está formada por algunos elementos entretejidos y cada uno influye:
1. Las creencias y suposiciones: estas son aquellas cosas que las personas en la escuela consideran verdaderas. Por ejemplo: “Todos los estudiantes tienen el potencial de tener éxito”.
2. Los valores compartidos: los juicios que las personas de la escuela hacen sobre esas creencias y suposiciones. Estos pueden ser correctos o incorrectos, buenos o malos, justos o injustos.
3. Normas: como los miembros creen que deben actuar y comportarse, o lo que creen que se espera de ellos. Por ejemplo: “Todos debemos estar presentes y participar en nuestras reuniones semanales”.
4. Patrones y comportamientos: la forma en que las personas realmente actúan y se comportan en la escuela. Los patrones y comportamientos pueden ser diferentes a las normas.
Según Bridwell-Mitchell cada uno de estos puntos influye e impulsa a los demás, formando un círculo de creencias y acciones esenciales para la buena cultura escolar. De la mano están las conexiones fuertes entre todos los miembros de la comunidad escolar que refuerzan cada uno de estos puntos. La mayoría de los directores tienen una conciencia instintiva de que dicha cultura es un elemento clave del éxito escolar. Por eso, muchas veces pueden decir que su escuela tiene una “buena cultura” porque los profesores expresan una visión compartida y los estudiantes tienen éxito. También pueden decir que necesitan “trabajar en la cultura escolar” cuando varios docentes renuncian o aumentan las tasas de problemas disciplinares. Todo esto es válido, pero el desafío mayor puede ser definir cuáles son los elementos que crean esas cultura positiva. En ese sentido, los puntos que la experta plantea dan pistas importantes de ello, de las acciones y los elementos esenciales que necesitan las escuelas y los líderes en ellas, para alcanzar los objetivos que impactan positivamente a todos lo miembros de una comunidad escolar.
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