Antes de aprovechar la pausa de las vacaciones, saca un tiempo para pensar en cómo estuvo el año y cómo puede ser el siguiente.
Está a punto de terminar el año y probablemente, lo que muchos profesores quieren y necesitan es tener una pausa que les permita dejar de lado, por un tiempo, los desafíos que se vivieron a lo largo del año escolar. Sin embargo, dice la profesora Elena Aguilar, esa pausa es un buen momento para reflexionar sobre cómo fue ese año escolar. Una reflexión estructurada e intencionada puede ser una estrategia ideal para enfrentar los desafíos que llegarán más adelante. ¿Cómo empezar esta reflexión?
1. Dibujar una línea
Esta línea es para representar el último año escolar. Se deben agregar altos y bajos que reflejan la experiencia emocional del año. Luego se debe identificar lo que pasó en esos altos y bajos. Quizás un punto alto fue una actuación que hicieron los estudiantes, o comentarios positivos que recibiste por parte del director. Los puntos bajos pueden incluir, por ejemplo, la temporada de pruebas o la semana antes de las vacaciones.
2. Escoger
Después del primer paso, considera cuál de estos puntos altos y bajos podrían repetirse el próximo año. Por ejemplo, la temporada de pruebas se lleva a cabo todos los años, así que puedes anticipar ese desafío para manejar mejor el estrés. Es probable que la semana antes de las vacaciones siempre sea difícil para todos, así que puedes tener en cuenta esto para tomar medidas en esas semanas previas al receso. El objetivo es reponer tu propia energía y ayudar a los estudiantes a manejar sus emociones.
3. Escribir
Elena sugiere que escribas sobre uno o dos momentos en los que te sentiste realmente exitoso en el último año. Describe esos momentos con el mayor detalle posible y desde diferentes perspectivas: la tuya y la de tus alumnos; padres y tutores; los directivos. ¿Qué viste y experimentaste? Analiza si puedes identificar todos los elementos que te llevaron a ese éxito y asegúrate de describir el rol de cada uno de estos elementos. Después mira si puedes identificar las implicaciones para el próximo año: ¿Cuáles son las lecciones que aprendiste? ¿Qué quieres recordar? ¿Qué se puede replicar?
4. Reflexionar
Diseña un documento con tres columnas que digan: “Excelente”, “Aceptable” y “Por mejorar”. Luego clasifica las relaciones que tuviste con todas las personas con las que compartiste en el año (estudiantes, padres, directivos, profesores). Por ejemplo, tal vez tus relaciones con algunos padres fueron geniales, y el resto estuvo bien, excepto por la relación con la madre de un estudiante que podría haber sido mejor. Puedes identificar patrones y analizarlos. Por ejemplo, tal vez fue más fácil para ti relacionarte con las mamás de tus alumnos y no con los papás. O quizás las relaciones con tus alumnos son buenas, pero podría mejorar las relaciones con tus colegas.
Toma las reflexiones y piensa en las implicaciones para el próximo año. ¿Qué podrías hacer diferente? ¿Con quién podrías relacionarte? “Nos sentimos mejor cuando tenemos una buena relación con las personas que nos rodean todos los días, por lo que este es un área en el que vale la pena pensar y trabajar para mejorar. Casi todos podemos mejorar en esta área”, comenta Elena.
5. La resiliencia
La resiliencia es la capacidad de recuperarse después de la adversidad y ser más fuerte que antes. Aunque todos tenemos algo de resiliencia, siempre podemos usar más y hacer cosas todos los días para aumentarla. Una de estas cosas es reflexionar. La reflexión generalmente produce una comprensión más profunda de nosotros mismos, además de aprendizajes que podemos aplicar en la toma de decisiones a futuro. Cuando lleguen las vacaciones, intenta hacerlo… toma una libreta, algunos marcadores y reflexiona mientras empiezas a relajarte.
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