“Una base sólida en los primeros años aumenta la probabilidad de resultados positivos y una base débil aumenta las probabilidades de dificultades posteriores”.
El Centro de Desarrollo Infantil de la Universidad de Harvard diseñó un documento –La ciencia del desarrollo infantil temprano: cerrando la brecha entre lo que sabemos y lo que hacemos–, que promueve la comprensión del desarrollo infantil temprano. Los objetivos son relevar la importancia de este periodo de vida y el impacto que puede llegar a tener la inversión económica en este nivel educativo. Además, de ampliar la comprensión de los hallazgos que indican que el buen desarrollo temprano del cerebro tiene efectos positivos en la vida de los niños, y por ende, en el desarrollo social de todas las naciones. Este entendimiento de la ciencia, se explica en el documento, que es un impulso poderoso para el diseño e implementación de políticas y programas que podrían hacer una diferencia significativa en los proceso de aprendizaje dentro y fuera del ámbito educativo.
En siete puntos, el documento enumera los principales conceptos que no se deberían dejar de lado en las conversaciones y discusiones acerca de la primera infancia y la calidad de los procesos de aprendizaje en este periodo que es vital para para sentar las bases del aprendizaje, el comportamiento y la salud. Estos conceptos son los siguientes:
Concepto 1: Desarrollo comunitario y económico
Los niños son la base de una sociedad próspera y sostenible. El desarrollo temprano de las habilidades cognitivas, el bienestar emocional, las competencias sociales, la buena salud física y mental, constituyen una base sólida para el éxito a corto y largo plazo. Estas habilidades son requisitos fundamentales para la productividad económica y la responsabilidad ciudadana durante toda la vida y surgen de las capacidades que se desarrollan, principalmente, durante la infancia.
“Todos los aspectos del capital humano adulto, desde las habilidades de la fuerza de trabajo hasta el comportamiento cooperativo y legítimo, se basan en las capacidades que se desarrollan durante la infancia, comenzando del nacimiento”, afirman en el Centro de Desarrollo Infantil de Harvard.
Concepto 2: Construcción en el tiempo
La ciencia ha comprobado que la arquitectura cerebral básica se construye a través de un proceso, un proceso que es continuo que comienza antes del nacimiento y continúa hasta la edad adulta. Además, se explica en el documento, que la arquitectura cerebral está construida sobre una sucesión de “periodos sensibles” y cada uno ellos está asociado a la formación de circuitos específicos que se relacionan con habilidades específicas. Poco a poco se van desarrollando habilidades cada vez más complejas y los circuitos que nacen de éstas se basan en las habilidades que se formaron al inicio. Esto significa que en este proceso que se extiende a lo largo del tiempo, las primeras experiencias son fundamentales pues crean una base para el desarrollo futuro.
“Una base sólida en los primeros años aumenta la probabilidad de resultados positivos y una base débil aumenta las probabilidades de dificultades posteriores”.
Concepto 3: Los genes y las experiencias
La arquitectura cerebral está compuesta por circuitos neuronales integrados los cuales se “conectan” bajo las influencias de la genética y el ambiente que rodea al niño. Esto significa que los genes son los que determinan cuándo se forman los circuitos cerebrales y luego las experiencias individuales dan forma al desarrollo cerebral. Esas experiencias son esenciales, pues contribuyen a formar una arquitectura cerebral saludable que proporciona una base sólida para el aprendizaje, el comportamiento y la salud a lo largo de la vida. Éstas se basan en la interacción, la cooperación y la reciprocidad entre el niño y su cuidador (padres o educadores), eso es lo que también se llama “servir y devolver” o interacciones receptivas, las cuales ocurren cuando los niños pequeños interaccionan naturalmente a través de balbuceos, expresiones faciales, palabras, gestos y llanto, y los adultos, en su momento, responden apropiadamente a ellos.
“Décadas de investigación nos muestran que las interacciones mutuamente beneficiosas son requisitos esenciales para el desarrollo de circuitos cerebrales saludables y habilidades cada vez más complejas”.
Concepto 4: De abajo hacia arriba
La ciencia ha dicho que la arquitectura del cerebro y las habilidades se construyen “desde abajo hacia arriba” con circuitos y habilidades sencillas que proporcionan un andamiaje para circuitos y habilidades que con el paso del tiempo se van volviendo más complejas. Esas habilidades, se basan en las más básicas
“Por ejemplo, la capacidad de comprender y luego decir los nombres de los objetos depende del desarrollo temprano de la capacidad para diferenciar y reproducir los sonidos de la lengua materna. Y los circuitos que son la base de la capacidad de juntar las palabras para hablar en frases forman una base para el posterior dominio de la lectura de una frase escrita en un libro. Dicho en términos sencillos, los circuitos se basan en circuitos en tanto habilidades engendran nuevas habilidades”.
Concepto 5: Capacidades cognitivas, emocionales y sociales
El cerebro es un órgano integrado y sus múltiples funciones operan de manera coordinada. Esto se refleja en el impacto que tiene el bienestar emocional y las competencias sociales en las capacidades cognitivas. En el documento se explica de la siguiente forma: “La adquisición del lenguaje oral no sólo depende de la audición adecuada, la capacidad de diferenciar los sonidos y la capacidad de vincular significado a palabras específicas, sino también en la capacidad de concentrarse, prestar atención y participar en la interacción social significativa. Por otra parte, la salud emocional, las habilidades sociales y las capacidades cognitivo-lingüísticas que surgen en los primeros años son los requisitos previos importantes para el éxito en la escuela y posteriormente en el trabajo y la comunidad”.
Concepto 6: El estrés tóxico
El estrés tóxico en la primera infancia se asocia con efectos persistentes en el sistema nervioso. Dicho estrés puede dañar el desarrollo de la arquitectura cerebral y por lo tanto, puede generar problemas de por vida. Cuando las respuestas fisiológicas que se dan por el estrés –aumento de la frecuencia cardiaca, aumento de la presión arterial, niveles elevados de hormonas del estrés y de proteínas asociadas con la inflamación– se mantienen permanentemente activas y con altos niveles durante un periodo significativo de tiempo, pueden tener efectos adversos en el desarrollo de la arquitectura cerebral.
“La experiencia del estrés durante la primera infancia puede resultar tanto promotora del crecimiento como seriamente perjudicial, dependiendo de la intensidad y la duración de la experiencia, las diferencias individuales infantiles de respuesta fisiológica al estrés, y el grado de disponibilidad de sostén adulto para ayudar al niño a lidiar con la adversidad. Esto se pues puede entender en el contexto de tres tipos diferentes de estrés, los cuales determinan diferentes resultados”.
Concepto 7: Condiciones adecuadas
Según el Centro de Desarrollo Infantil de Harvard, crear condiciones adecuadas para el desarrollo de la primera infancia es probablemente más eficaz y menos costoso que intentar solucionar los problemas derivados posteriormente”. Esta afirmación tiene que ver con que el cerebro, a medida que madura, se vuelve más especializado y es menos capaz de reorganizarse y adaptarse a retos nuevos e inesperados.
Los científicos hablan de “plasticidad” para referirse a la capacidad del cerebro para cambiar. Esa plasticidad es muy grande en la primera infancia y disminuye con la edad. Por lo tanto, tratar de cambiar el comportamiento o construir nuevas habilidades sobre una base débil requiere más trabajo y a un mayor costo. “Para la sociedad, esto significa que la educación especial, el tratamiento clínico y demás intervenciones profesionales resultan más costosos que el aseguramiento de una crianza adecuada, las relaciones de protección y experiencias de aprendizaje apropiadas temprano en la vida”.
En otras palabras, hacer bien las cosas desde el inicio garantizando a los niños todo lo que sus cerebros necesitan para desarrollarse, resulta más efectivo que intentar solucionar los problemas después. La ciencia del desarrollo de la primera infancia proporciona herramientas importantes para entender cuáles son las necesidades de los niños y por qué es urgente responder a ellas para beneficiar su desarrollo y al mismo tiempo el desarrollo social y económico de cualquier nación.
La ciencia del desarrollo infantil temprano: cerrando la brecha entre lo que sabemos y lo que hacemos, Center of Developing Child at Harvard University
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