José Maza es un nombre conocido en el mundo de la astronomía chilena, que en 2019 se atrevió a publicar su primer libro infantil. Una publicación que es su primer intento porque todo lo que tiene que ver con el universo, esté presente en todas las las salas de clases.
José María Maza Sancho es un nombre conocido en la astronomía chilena. Es un astrónomo con mención en astrofísica y profesor universitario, que gracias a sus múltiples investigaciones sobre supernovas, prismas y energía oscura, entre tantas otras cosas que se encuentran más allá del planeta Tierra, ganó en 1999 el Premio Nacional de Ciencias Exactas.
Durante su trayectoria, de más de 40 años, ha publicado varios libros en lo que ha explicado la astronomía y su importancia; también ha escrito sobre las posibilidades de habitar Marte. Pero, en diciembre de 2019 se publicó su primera aventura en el mundo de la literatura infantil, con la transformación de "Somos polvos de estrellas" –un título ya conocido de Maza– en una lectura para niños y niñas.
Ahí explica, de forma muy sencilla y con coloridas ilustraciones, cómo es que todos los átomos que componen el cuerpo, salvo el hidrógeno, han sido fabricados al interior de una estrella. Esta versión de "Somos polvo de estrella" de Editorial Planeta, es un maravilloso viaje que conecta las transformaciones del universo con las revoluciones científicas en la Tierra, que se relacionan con la formación de las estrellas. Así, es parte dela primera apuesta de Maza porque la Astronomía esté presente en la educación inicial.
Elige Educar (EE): ¿Por qué considera que la Astronomía debería estar presente desde la educación inicial y no debería ser una especialización?
José Maza (JM): Yo creo que la Astronomía es parte de la cultura general y la educación tiene que apuntar a desarrollar ciudadanos educados, cultos. Y yo encuentro que en Chile hay un problema grave con la educación, porque todo va apuntado hacia la PSU (Prueba de Selección Universitaria), para entrar en la universidad. No somos los fenicios, que ganaban y ganaban plata. ¿Qué dejaron los fenicios? Cero. Ahora, el pueblo griego fue uno que se dedicó a pensar, a razonar. Nos dejaron el Lenguaje, la Filosofía, dejaron un Universo completo de experiencia.
Además, hay dos razones en Chile para enseñar Astronomía: es el mejor país del mundo para mirar el cielo, no hay otros país del mundo con la calidad de los cielos del norte grande y el norte chico. Por otro lado, la Astronomía es una ciencia que le puedes explicar a un niño; le puedes mostrar el Sol, le puedes mostrar la Luna, le puedes mostrar el lucero del amanecer. Los niños pueden ver cosas de Astronomía, que pueden ser el Caballo de Troya para hablarles de ciencias, tecnología, computación, robótica, de todo lo que viene en el siglo XXI.
La Astronomía es tan fácil de contar y de ver, por eso debería estar desde la sala cuna. Desde los 3 o 4 años, se le puede hablar a un niño del sistema solar y ellos lo pueden entender, perfectamente. Yo tengo un nieto de 2 años y medio, que reconoce perfectamente a Saturno, Urano, Neptuno... reconoce todo lo que tiene en sus libros. Me consta que los niños pueden enganchar y que a través de la Astronomía, podemos enseñar a pensar y razonar y eso es lo más importante en la educación. El objetivo número uno de la educación, es que los niños aprendan a pensar, sino lo hacemos, fracasamos en la educación.
EE: ¿Qué recomendaciones le entregaría a un docente para acercar la Astronomía a su sala de clases?
JM: Mira, si a un niño vas y le dices: "Hoy día vamos a hablar de los murciélagos", pero el niño nunca ha visto uno, no va a saber de qué estás hablando y no va a estar motivado. En cambio, si vas un día y le llevas una foto de un murciélago o un murciélago, por decir algo, el niño seguro va a empezar a querer saber más y va a empezar a hacer preguntas. Siempre tenemos que tratar de llevar el laboratorio a la sala de clases, porque la sala de clases no puede ser esta cuestión con una pizarra, donde uno escribe con un plumón o un troza de tiza, porque los niños necesitan ver, al menos con un video. Los profesores tienen que estar sintonizados con el mostrar y demostrar las cosas.
EE: Pero a veces se considera que llevar la Astronomía a la sala de clases. puede ser muy costoso.
JM: Yo soy un poco exagerado con las cosas que digo, pero si tu me dices que para enseñar sobre los faraones, tenemos que llevar a los estudiantes a Egipto, ¿entonces no vamos a hablar de Egipto? Si un profesor está enamorado de lo que pasó en Egipto y de las construcciones, seguro que va a encontrar formas creativas de enseñar. Se va a disfrazar, mostrar videos, hacer una obra; lo mismo con la Astronomía.
Por ejemplo, ahora hay un cometa que se llama Neowise, que se está viendo en el atardecer. Podría ser que el profesor les diga que traten de ver el cometa a cierta hora, a simple vista. Desafiar a descubrir lo que pueden ver desde sus casas, puede ser un proceso interesante. Como todas las cosas en la vida, cuando no sabe lo que hay que ver, no ve nada, pero en lo que se empiecen a familiarizar con el cielo, seguro van a descubrir muchas cosas.
Uno no necesita gran parafernalia para poder ver, y para ver el cielo no se necesita siempre tener binoculares o un telescopio. Por ejemplo, se les puede decir a los niños que se fijen en la Luna noche a noche, y así pueden ir viendo sus fases. Para eso, no se necesita un telescopio del Cerro Tololo.
EE: Las pequeñas preguntas también son una gran forma de entregar información. Un buen ejemplo es la versión infantil de su libro "Somos polvo de estrellas", va respondiendo pequeñas preguntas. ¿Considera que esa podría ser una buena estrategia?
JM: De todas maneras, creo que sí. Todas las estrategias son válidas, pero yo creo que si uno le quiere empapar un poquito a los niños, llevarlos a un planetario –si las condiciones están dadas–, es una cuestión maravillosa. Si yo tuviera una varita mágica, tendría planetarios a lo largo de toda la geografía. Los planetarios entregan una gran experiencia y los emocionan, como los museos.
EE: La Astronomía, además, es una gran invitación a darnos cuenta de que los seres humanos no somos el epicentro del mundo.
JM: Apenas somos una parte de un conjunto mucho más grande y todo está un poquito relacionado. El calcio de nuestros huesos, viene de las estrellas, nosotros venimos de las estrellas. Al decirle eso a un niño, se sorprende, porque no lo ha pensado. Tal vez, no lo entiendan del todo, pero al menos van a quedar con la curiosidad, con una provocación intelectual, que son tan importantes a edades muy tempranas. Yo siempre digo una frase que debería patentar: hay que llegarles a la neuronas, antes de que lleguen las hormonas.
EE: ¿Por ese interés que tiene usted de fascinar con la Astronomía desde la educación inicial es que decidió escribir una versión infantil de "Somos polvos de estrellas"?
JM: Siempre he tenido un tremendo interés por la divulgación de la Astronomía, yo partí haciendo una divulgación muy a lo gringo sobre el tema, con libros muy técnicos y precisos. Después evolucioné y pasé, de hablar de cuestiones muy técnicas a hablar de cosas más sencillas, para llegar a la gran masa, con cuestiones lo más simples posibles.
La batalla de la educación, si ustedes eligen educar, está en que los niños de 4, 5, 6 y 7 años quieran ser astronautas, ingenieros; que las niñas quieran ir a Marte. Cuando eso pase, la batalla de la educación, en el país, la vamos a empezar a ganar y por eso, cuando la editorial (Planeta) me preguntó si me gustaría hacer una versión para niños y niñas de "Somos polvo de estrellas", dije que sí, encantado. Pero claro, lo tuve que hacer con ayuda de una persona que escribe literatura infantil. Así partimos, con esa ayuda y ese trabajo compartido. Ahora, vamos a seguir viendo la posibilidad de transformar mis libros en literatura infantil.
Insisto, es muy importante enseñarle ciencias a las niñas y niños, y una gran puerta de entrada es la Astronomía, abre las puertas al universo. Tenemos que enseñar a observar, apreciar, emocionar.
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