Aquí les contamos la experiencia de una iniciativa que impulsa la Municipalidad de Renca, que junto a la organización Santiago Cerros Isla y Profesionales de Senderos Chile, han logrado convertir la montaña más conocida de la zona en un espacio de aprendizaje, cultura, historia, biología y mucho más.
Son las 10:30 de la mañana y en el Cerro Renca, una montaña que se encuentra en Santiago de Chile, más de 15 niños y niñas corren por las laderas del lugar, sin importar los 32 °C,el intenso sol y la falta de árboles que brinden sombra. En el camino, aprenden sobre las historias de la zona; cómo eran las fiestas nacionales que antes se celebraban ahí y la importancia de algunos espacios para los pueblos originarios.También conversan sobre el estado de degradación en el que se encuentran algunas partes del cerro y la importancia del cuidado del medio ambiente. No falta la mención a la gran cruz blanca que está casi en la cima, que se colocó en ese lugar con motivo de la visita del Papa Juan Pablo II en 1987.
Esta es parte de una actividad de cierre de año que realizó en diciembre la Escuela General Manuel Bulnes, con el acompañamiento de la Municipalidad de Renca, la organización Profesionales de Senderos de Chile y Santiago Cerros Isla, una organización que busca recuperar, integrar y aprovechar los elementos naturales del paisaje para mejorar la calidad de vida de la ciudad y las actividades educativas en estos espacios son una forma de valorizar estas áreas verdes.
El proyecto de Cerros Islas fue trabajado con cuatro comunidades educativas: escuela Capitán José Luis Araneda, Escuela Rebeca Matte Bello, Escuela Domingo Santa María y Escuela General Manuel Bulnes. El proyecto contempló previamente mesas de trabajo con la comunidad y con los docentes durante el primer semestre del año pasado. Posteriormente, se realizaron salidas con los docentes para reconocer el sendero educativo, levantar temáticas y contenidos de asignaturas a trabajar durante el recorrido.
“El rescate del Cerro Renca como un espacio de conexión con el patrimonio natural e histórico de nuestra comuna es uno de los ejes centrales de nuestra gestión municipal. Durante estos dos años y a través de la dirección de educación de la Corporación Municipal, hemos potenciado a nuestras escuelas y sus estudiantes para que conozcan este espacio lleno de biodiversidad, historias y de tradiciones ancestrales, dejando atrás la mirada del cerro como un símbolo de estigmatización. Este rol pedagógico del Parque Metropolitano Cerros de Renca nos permite reconocer en este espacio una comunidad educativa que se vincula con el cuidado del medioambiente y aporta en su crecimiento con participación y orgullo”, dice sobre el proyecto Claudio Castro Salas, Alcalde de la Municipalidad de Renca.
En cada actividad, los docentes trabajan en compañía de otros profesionales.
“Este es un trabajo colaborativo muy valioso y es lo que hace que esta experiencia funcione, porque todos estamos en la misma sintonía y lo interdisciplinario es básico para seguir aprendiendo”, dice Sara Ñancupil, profesora de lenguaje de la Escuela General Manuel Bulnes que acompañó a sus alumnos en una salida al Cerro Renca. Educadores ambientales y arquitectos fueron algunos de los profesionales que acompañaron a esta docente que hace clases de quinto a octavo básico.
En la caminata con Sara, uno de los niños se encargó de recoger todos los vidrios que encontró en el camino y explicó que en una salida anterior al Cerro de Renca, aprendió el peligro de éstos en la naturaleza. “Nos dijeron que se hacía como un efecto lupa y se puede quemar todo el cerro”, explica. Otro recogió varios plásticos de empaques de caramelos y papas fritas que encontró durante la caminata. “Tenemos que cuidar nuestra montaña, porque el medio ambiente es importante”, cuenta. Así es como varios estudiantes entre 10 y 11 años crean conciencia ambiental mientras aprenden sobre historia, biología y mucho más.
“Es gracioso el nombre de pichunches”, exclama una niña después de una explicación acerca de este terreno y cómo fue habitado por esta población nativa antes de la llegada de los españoles. Un dato que entrega una Machi renquina llamada Adela Marrlcha Quiñileo. En esta conversación también aprenden algo sobre la la palabra “Renca”, que viene de rengka y se refiere al nombre de una planta que es conocida popularmente como hierba del chancho.
“Es un gran aporte que puedan aprender haciendo, explorando, investigando, curioseando y aprendiendo en contacto con la naturaleza. Los tiempos han cambiado y hay que modificar la educación. Una forma es esta, logrando que los niños aprendan haciendo, al aire libre. Todo está tan normado y a ellos los estamos normando tanto, que de alguna forma los estamos anulando, más que proporcionarles la oportunidad de aprender“, dice Sara.
Durante la actividad, nunca se les dio órdenes a los niños, sobre cómo sentarse, dónde hacerlo, qué hacer o qué no hacer
Las únicas instrucciones fueron caminar en fila india en una zona en la que el camino era muy angosto y escuchar cuando alguno de los invitados de Cerros Isla o Senderos de Chile , contaran una historia del lugar. Pero la principal misión de cada estudiante era disfrutar la tierra, el sol, recorrer y jugar.
Para la docente Sara proyectos como estos, al aire libre, permiten que el conocimiento sea duradero y además, un conocimiento que va a transmitirse, que no se va a quedar en la montaña o en el cerro. “Muchas veces pasa que las capacidades económicas de las familias de la zona nos les permite salir, entonces esta es una gran oportunidad para ver los espacios que tienen en su misma comuna, un espacio que pueden compartir con otros. Además, es una oportunidad para que hagan ejercicio físico, una oportunidad para que se alejen de las pantallas (…) Esto también se convierte en una oportunidad de que los niños sean quienes les cuenten a los padres cosas que quizá no saben, que compartan, que se culturicen en familia”, dice Sara.
En lo que respecta a su materia, lenguaje, para Sara ha sido clave precisamente revisar el cómo sus estudiantes comunican la experiencia, los cuentos que aprendieron, las historias que pueden contar después de la actividad. “Y creo que no existe profesor que no pueda aprovechar una actividad así, todos podemos aprender al aire libre y aprender de los otros. Es una instancia distinta y que nos puede conectar de muchas maneras (…) Por ejemplo, yo soy de Renca, me crié en Renca y tengo muchos recuerdos acá, relacionados con el cerro. Pero, no sé la razón, dejé de venir, no sé por qué. Me alejé en tiempos de universidad, de criar hijos y cuando llegó esta propuesta al colegio, me pareció muy buena porque es la oportunidad para que los niños puedan establecer un vínculo con este lugar, como el que yo tenía con este espacio que ahora están tan olvidado, cuando puede ser una gran herramienta pedagógica“.
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