En su libro “Infancia y educación artística”, D.J Hargreaves habla acerca de la primera etapa en el desarrollo de la escritura de los niños y evidencia cómo los dibujos e incluso el juego, tienen un impacto en el aprendizaje de esta habilidad.
Mucho antes de empezar a escribir, dice D.J. Hargreaves en su libro Infancia y educación artística, los niños tienen hipótesis acerca de la escritura y de cómo se utiliza ésta. Es por esto que muy a menudo, demuestran un interés particular por “contar cuentos” o escribir a su manera, utilizando la capacidad que tienen de crear figuras y formas en el papel. El autor explica que, psicólogos expertos como Lev Vygotsky, decían que los garabatos
(las primeras expresiones de dibujo de los niños pequeños), eran “los precursores de las escritura futura”. Otros como Howard Gardner, observaron que los niños de 2 años categorizan ciertas actividades como “escritura” y de hecho intentan imitar el flujo de movimiento de la escritura. Esto quiere decir que algunas marca que parecen simples garabatos, en realidad intentan transmitir un significado asociado a la escritura y de hecho, explica Hargreaves, se pueden reconocer distintos tipos de “textos” en las formas que se ven en un papel.
Para explicar un poco mejor esto, el autor comparte en su libro un cuento creado por una niña entre los 3 y los 6 años llamada Jane.
El texto de Jane parece ilegible ante los ojos de un adulto, sin embargo, la niña narró o compuso su historia en voz alta, lo que evidencia lo que hay detrás de esas líneas que parecen garabatos. El cuento de Jane es el siguiente:
“Mary Kate y Jane estaban jugando afuera. Entonces entraron para ver la televisión. Entonces, cuando estaban viendo la televisión, vieron una cosa espantosa: un fantasma. Se escondieron debajo de sus mantas. Entonces el fantasma se sintió triste y puso todo patas arriba. Por fin el fantasma se fue. Y las niñas vivieron felices para siempre”.
En el “texto” de Jane, las formas redondas de la esquina izquierda corresponden a los fantasmas. Estas figuras son totalmente diferentes a las marcas horizontales que simulan la narración del relato. En el papel, dice el autor, hay personajes, un escenario y una narración y el relato e incluso termina con un desenlace.
Este ejemplo evidencia que niñas como Jane empiezan poco a poco a aprender que pueden dibujar lo que hablan y sobre todo, a entender que los dibujos son diferentes a la escritura.
Sin embargo, es importante entender que en esta etapa, ellos todavía no reconocen ni letras, ni palabras. Lo que hace Jane es utilizar esta primera escritura como una especie de juego que es importante para ella. Un juego que es una experimentación e integra los símbolos que en ese momento conoce. Esto significa que en esta etapa, los niños no imitan, sólo aplican sus propias estrategias para resolver los problemas e intentar expresar nuevos significados.
Algunos estudios indican que los niños muy pequeños experimentan con la escritura mucho antes de que se la enseñen y la utilizan como una extensión de su habla y de los dibujos que realizan. Entonces, en las primera etapas, al ser un apoyo para el dibujo, la escritura carece de dramatismo o entusiasmo; estas cosas son expresadas con mayor facilidad a través del juego o del dibujo en sí mismo.
¿Qué pasa en la edad escolar? En esta etapa, los niños aparentemente distinguen las diferencias entre la escritura y el dibujo.
Sin embargo, lo uno no anula a lo otro y hasta que logran dominar la técnica de escribir y desarrollar un estilo literario, el dibujo sigue siendo un medio poderoso de expresión para ellos. Otro elemento importante es que, la narrativa también aparece en el juego de los niños en edad preescolar. De hecho, algunos han dicho que el juego y la fantasía pueden ser los precursores de la narración de cuentos posterior. ¿Por qué? Los niños crean mundos llenos de personajes y actividades. Amigos y familiares que viajan, médicos que curan, relaciones padre-hijo; estos son algunos de los escenarios que imaginan. Estas caracterizaciones, se explica en el libro de Hargreaves, manifiestan cierta conciencia social y una habilidad para interpretar personajes.
Los niños de 3 y 4 años cuentan historias al jugar y los investigadores Scarlett y Wolf lo probaron al entregarle a un grupo de niños unas figuras de juguete (castillo, dragón, una familia de reyes, animales y árboles).
Particularmente los niños de 3 años contaban cuentos con las figuras, pero sólo eran capaces de mantener en pie la historia mientras seguían en contacto con estas figuras. Los niños de cuatro años expresaban sus historias utilizando palabras, creando diálogos y explicando algunos detalles. El autor habla de un ejercicio realizado con su hijo de 4 años, a quien se le entrega una cartulina blanca, un lápiz y unas figuras de papel, y crea una historia a partir de un juego que ocurre con esos elementos. Ben narra una serie de acontecimientos, se siente feliz haciéndolo y aunque no hay indicios de que quiera conservar estas acciones a través de la escritura, el autor cree que hay un paralelo entre esto y las historias que podrá escribir más adelante.
Cuando Ben juega con estos elementos suceden varias cosas:
Crea diálogos, cambia su tono de voz e incluso sus gestos. También siente empatía y emoción hacia los personajes cuando éstos expresan humor, sentimientos o intenciones a través de sus acciones. Esto se evidencia en frases como: “por favor, no me hagas daño. ¡Sólo soy un niño!”. Ben también aclara aspectos a sus oyentes (su madre) diciendo cosas como: “este pájaro va a volar lejos llevando al niño” y también deja claro que entiende la diferencia entre su narración y el mundo real. El niño demuestra conciencia acerca del control que tiene sobre el relato. En otras palabras, él sabe que está creando la historia.
Hargreaves explica en su libro que los niños desarrollan un conjunto de sistemas simbólicos o formas de expresar significados que más adelante integran en sus escritura. Lo interesante de esto, es que los educadores reconocen estos procesos y pueden diseñar estrategias para ampliar las habilidades que tienen los niños en el dibujo, el juego y el habla, como medio para potenciar el aprendizaje de la escritura posterior. Todo, en estos primeros años de vida, es relevante y según lo que menciona el autor, actividades tan cotidianas como el dibujo, significan mucho más de lo que se cree y pueden ser elementos claves para convertir a los niños en grandes escritores. Los educadores lo saben, y todos los días en el aula, trabajan para que esto sea posible.
Leave a Reply