La profesora Deborah Peart sugiere que, lo primero que hay que hacer, es convertir la asignatura en algo que va mucho más allá de los números.
Muchos estudiantes en distintas partes del mundo tienen problemas con la matemática. Esto, dice la profesora Deborah Peart, puede asociarse a que, en algún punto de su aprendizaje, pensaron o les hicieron pensar que ellos no eran “personas matemáticas”. Esto es un problema, pues el concepto que tienen los niños de sí mismos nace de las habilidades que ellos creen tener. Entonces, si ellos piensan que no tiene habilidad para la matemática, esa será la idea que construyan acerca de quiénes son y lo que pueden hacer. Esto está muy ligado a la “mentalidad fija”, es decir, la idea o creencia de que las habilidades básicas, la inteligencia o los talentos, son sólo rasgos de la personalidad y no pueden ser modificados. Cambiar esta mentalidad es un desafío, pero es fundamental para poder trabajar en el desarrollo de una identidad saludable que se enfoque en un crecimiento positivo y en una mentalidad creciente, es decir, en una mentalidad centrada en la creencia de que en realidad, siempre se puede mejorar y siempre se puede tener éxito en la matemática. ¿Cómo lograrlo?
Lo primero, dice Deborah en el medio Edutopia, es convertir la asignatura en algo que va más allá de los números.
Los niños, a menudo, piensan que la matemática se trata sólo de memorizar pasos y algoritmos de una forma rápida y efectiva. Es trabajo del profesor mostrarles la asignatura de otra forma, como algo creativo y relevante. Ellos necesitan entender cuál es el rol que la matemática tiene en sus vidas más allá de las fórmulas y hay muchas cosas de la cotidianidad que permiten llegar a ello. La naturaleza, la música, la cocina, el arte, la danza; en esto y muchas otras cosas hay patrones matemáticos y si los estudiantes pueden entender esto, entonces podrán captar la belleza de la asignatura. En otras palabras, se trata de presentar la matemática a través de problemas reales y cotidianos,esto puede ser la clave del cambio en la relación que tienen con la materia.
Además de mostrar la otra cara de esta ciencia exacta, es fundamental tener charlas matemáticas positivas.
Enseñar la materia con un entusiasmo genuino, es la mejor forma de impactar el aprendizaje de los estudiantes. Dentro de ese entorno positivo creado por los profesores, los estudiantes necesitan oportunidades para participar en charlas matemáticas. Esas conversaciones o charlas pueden hacerse cuando ellos resuelvan problemas; la idea es que compartan sus ideas y estrategias pues de esta forma se adquiere el hábito de hacer algo mucho más que obtener una respuesta correcta. Para iniciar estas conversaciones se pueden plantear preguntas como: ¿alguien tiene otra solución?, ¿alguien notó un patrón?, ¿alguien nota similitudes en las formas de resolver el problema? El objetivo es hacer que los estudiantes reflexionen sobre su propio aprendizaje y sobre las estrategias que han aprendido al escuchar a los demás. Darles la oportunidad de compartir su pensamiento matemático les dará confianza.
Deborah resalta también la necesidad de crear opciones para empoderar a todos los estudiantes. Estas opciones servirán para prevenir que algunos estudiantes se aburran y otros se rindan. Esto requiere un trabajo adicional, pero según la profesora, vale mucho la pena. Un ejemplo de esto son las estaciones o rincones de matemáticas, a través de las cuales las profesoras pueden trabajar de una forma personalizada con grupos pequeños. Estas estaciones permiten que los alumnos practiquen o profundice en algún tema. Las estaciones pueden incluir aplicaciones, sitios web, juegos, trabajo entre pares, problemas de lógica, acertijos, entre otros.
Lo más importante es que los alumnos puedan entender que la matemática no es velocidad o acierto y que todos tienen la capacidad de ser matemáticos.
Ellos deben ver la asignatura como algo que va mucho más allá de las fórmulas, como algo que también se relaciona con la curiosidad y la cotidianidad. En otras palabras, el objetivo es lograr que los niños, desde pequeños, desarrollen una identidad matemática saludable pues esto será lo que necesiten para tener éxito más adelante. Con estas estrategias, estará dando paso en esa dirección.
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