Una escuela maravillosa llena de rincones donde los niños quieren jugar, explorar y aprender.
Una nave estelar con simulador de vuelo y tablero interactivo. Un bote con forma de dragón. Un rincón de lectura llamado “espacio de sueño”. Lentes Google de realidad virtual, computadores y mucho más… Todos estos elementos están en Wooranna Park Primary School de Dandenong, Australia, una escuela inspirada en la filosofía Reggio Emilia que ha sido construida con la ayuda de voluntarios y la utilización de materiales de bajo costo.
Según mencionan los profesores de Wooranna, todo lo que rodea a los niños de la escuela está pensado para potenciar sus intereses, sus voces. El objetivo es que ellos se sientan grandes, poderosos, capaces.
En un reportaje de Edutopia, Ray Trotter, director de la escuela, explica que han intentado construir este ambiente de aprendizaje de tal forma que sea emocionante para los estudiantes y para esto, basar el espacio en la metodología Reggio Emilia ha sido determinante. ¿Por qué? Reggio Emilia plantea tres cosas interesantes: la primera es que los estudiantes deben ser los guías de su propio aprendizaje, la segunda tiene que ver con los lenguajes; según Loris Malaguzzi, padre de esta filosofía, los niños nacen con 1.000 lenguajes a través de los cuales pueden expresarse. “El lenguaje de un niño podría ser el drama, la música o el canto. También podría ser construir algo, hacer cosas”, explica Sapna Vats, profesora de kínder en Wooranna. Y un tercer factor interesante en relación a Reggio Emilia tiene que ver con quien enseña. Esta filosofía o metodología que nace en Italia plantea que hay tres educadores, todos igual de importantes: el profesor, el hogar y el espacio.
Bajo esa mirada, los espacios de esta escuela en Australia cobran aún más sentido.
El espacio como “tercer profesor” destaca la importancia de que el ambiente de aprendizaje sea tan central como los profesores o los padres en casa. Por lo mismo, en Wooranna han logrado diseñar rincones donde los niños pueden expresarse, relajarse, jugar y aprender. “El padre de Reggio Emilia dijo: nada sin diversión”, comenta el director. “Por eso, si es divertido, si es algo que los niños quieren hacer, ello los lograrán”, agrega. A Trotter le gusta pensar que los niños deberían ir a la escuela porque quieren hacerlo, no porque les toca, y en su rol como director se ha encargado de gestionar una escuela que efectivamente haga esa invitación. Como dice él, se trata de convertir los espacios y el aprendizaje a través de estos en algo divertido; y entender las paredes, los rincones y los objetos de la escuela como “el tercer educador”, les ha permitido alcanzar este objetivo.
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