La profesora y autora del libro Big Questions For Young Minds: Extending Children’s Thinking, ofrece ideas para la generación de preguntas que fomenten un pensamiento más complejo en niños y niñas.
La taxonomía de Bloom es un conjunto de tres modelos jerárquicos usados para clasificar objetivos de aprendizaje en niveles de complejidad. Según explica en el medio de la organización NAEYC, la profesora Janis Strasser, dicha taxonomía se ha utilizado mucho para la generación de preguntas en el aula, sin embargo, ella plantea un modelo diferente, más adaptado para educadores de educación inicial. El objetivo, dice la profesora y autora del libro Big Questions For Young Minds: Extending Children’s Thinking, es no ir en un paso a paso, sino hacer una gran variedad de cuestionamientos que permitan fomentar no sólo el conocimiento, sino también el desarrollo del lenguaje en conversaciones profundas. Además, en esta estrategia, cuando se hacen preguntas, se deben utilizar una o más categorías para que los niños lleguen a encontrar las mejores respuestas; entre más compleja es la pregunta, más rico será el desarrollo del lenguaje y el pensamiento.
¿Cuáles son esas categorías? Recordar (identificando, nombrando, contando, repitiendo, recordando); entender (describiendo, discutiendo, explicando, resumiendo); aplicar (explicando razones, dramatizando, identificar o relacionar con algo; analizar (reconociendo cambios, experimentando, infiriendo, comparando y contrastando); evaluar (expresando una opinión, defendiendo o criticando) y finalmente crear (haciendo, construyendo, diseñando).
Janis Strasser explica que es fundamental que niños y niñas aprendan a tener un pensamiento más complejo.
Por esto, los profesores deben hacer preguntas claves y los niños deben aplicar todas estas categorías como “recordar” –para formular respuestas elaboradas– o “entender” –para poder crear nuevas ideas o encontrar soluciones–. Resulta indispensable que los profesores piensen en todos los niños que hacen parte del grupo y utilicen también estas categorías como guía para formular una serie de preguntas orientadas en el pensamiento y el ritmo de aprendizaje de cada estudiante. “Cuando se trabaja con niños que todavía no tienen mucho lenguaje expresivo o experiencia para responder preguntas complejas, o con niños que aprenden en dos idiomas, es especialmente importante hacer una serie de preguntas, comenzando con preguntas que requieren menos lenguaje”, explica la docente.
Además de las categorías mencionadas, Janis Strasser habla de la utilización de las temáticas y actividades en clase.
Ella visitó una escuela preescolar donde las paredes estaban llenas de trabajos realizados por los niños. Esos trabajos fomentaban conversaciones fascinantes que surgían también de preguntas bien estructuradas. Haciendo esto, los niños, además de reflexionar con sus propios trabajos, desarrollan su habilidad al responder de una forma mucho más profunda. Y por su parte, al escuchar las respuestas, los docentes pueden aplicar el andamiaje en el aprendizaje, modificando el tipo de preguntas a medida que los niños van expresando ideas mucho más complejas.
Una de las actividades que estaban realizando los niños cuando ella hizo la visita, era la construcción de estructuras con bloques de espuma. Para unir los bloques utilizaban espuma de afeitar que simulaba el cemento (en una salida de campo, los niños habían aprendido qué era el cemento y cómo se utilizaba para la unión de ladrillos). De esta actividad, surgió la siguiente serie de preguntas y respuestas donde se evidencia muy bien el uso de algunas de las categorías para el planteamiento de éstas:
Profesora: “¿En qué pensabas cuando estabas uniendo los bloques?” (Analizar).
Niño: “En una casa, donde está la chimenea… los cuartos están arriba de las escaleras. Las personas empiezan acá, luego sube, llegan a los cuartos”.
Profesora (señalando otra zona de la estructura): “Cuéntame un poco de esta zona” (entender).
Además de este ejercicio, hay otras actividades prácticas que realizan en esta escuela preescolar para generar conversaciones significativas.
Por ejemplo, hacen dibujos sobre las salidas de campo y las profesoras hacen preguntas con respecto a algunos de los elementos de los dibujos. También utilizan la lectura en voz alta, las manualidades hechas por los niños, las fotos de familiares que tiene pegadas en la salas y todos los elementos que hacen parte del aula. Hay muchas alternativas, pero lo más clave es lograr que los niños se emocionen con temas que sean importantes para ellos, incluyendo las cosas que realizan. La profesora también explica que es vital plantear preguntas abiertas con final, escuchar sus respuestas y hablar de sus intereses. Esto, dice ella, además de practicar, es la clave para llegar a generar preguntas significativas e interesantes para que todos ellos puedan seguir aprendiendo.
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