El lenguaje es el centro del aprendizaje. Al menos así lo considera esta académica con más de 20 años de experiencia y diversas investigaciones en el área. Aquí cuenta los porqué.
La profesora Carmen Díaz Oyarce es Doctora en Lingüistica, profesora de pregrado y postgrado de la Facultad de Educación de la Pontificia Universidad Católica de Chile e investigadora desde hace 20 años en los campos del desarrollo del lenguaje infantil y enseñanza de la lectura y escritura en la etapa inicial. Su fascinación con los primeros procesos del habla y la escritura es tanta, que cuando nació su primera hija -tiene dos- grabó sus primeros años de vida para registrar el proceso de emisión de los sonidos, primeras palabras y la adquisición de la conciencia fonológica.
“Para mí ese proceso es fascinante. Porque en la primera etapa, los niños usan mucha gesticulación, entonces con una palabra y según la entonación, el niño es capaz de pedir muchas cosas y relacionarse tempranamente con el mundo que le rodea, comenzando a asignar significado a las palabras … Ahí comienza esa interacción que es tan rica y que es desde muy temprano. Después aprenden una palabra y esa palabra puede significar muchas cosas”, cuenta esta profesora que realizó sus primeros estudios como educadora de párvulos.
Bajo esa idea, la académica chilena comenta que todos los seres humanos nacemos con una capacidad innata para adquirir el lenguaje “Es una capacidad genética propia de todos los seres humanos, dice. Pero para lograr su desarrollo necesitamos algo más que esta habilidad innata, necesitamos la interacción con otro. El desarrollo del lenguaje se produce y cobra sentido en la reciprocidad que implica la comunicación con otros, y es aquí donde padres y educadores cumplen un rol fundamental.
La estimulación temprana de padres y educadores resulta necesaria para que los niños logren su máximo potencial en esta importante área de desarrollo. El lenguaje es un proceso que los niños pueden desarrollar desde muy temprana edad.
“Se sabe, gracias a la literatura especializada, que los niños comienzan a incorporar sonidos desde muy pequeñitos. Especialmente en la relación que establecen con su madre, por el vínculo afectivo que se genera durante el cambio de pañales, en la cercanía con su primer alimento, porque es la mamá la que está más cerca de los niños en este proceso y la mamá en este proceso nunca hace ninguna de estas actividades sin establecer algún tipo de conversación, todo lo contrario. Le está hablando siempre, le habla con mucho cariño e inicia los primeros juegos verbales simples y son las entonaciones también las que van incorporando los niños muy tempranamente”, explica.
La importancia de la conciencia fonológica
Una de las etapas más importante en el desarrollo del lenguaje infantil es la adquisición de la conciencia fonológica, la cual se suele trabajar en educación inicial mediante juegos, repetición e identificación de sílabas y sonidos. “Se trata de la capacidad que tenemos los seres humanos para tomar consciencia de los sonidos del habla. Esa es la forma más resumida de explicarlo”, dice Díaz.
Es por esa razón que la conciencia fonológica es considerada una habilidad que debe ser fortalecida durante la primera infancia. Esta habilidad les permite a los niños reconocer y usar los sonidos del lenguaje hablado, identificar palabras, contar el número de sílabas que la componen, y darse cuenta de los sonidos que se repiten en diversas palabras; todo esto permitirá que los niños se enfrenten de manera exitosa al proceso de lectura y escritura en la etapa inicial.
El lenguaje como centro
“El lenguaje está presente en todo, el lenguaje es transversal. En Inglaterra, por ejemplo, pude constatar, que los educadores le asignan una gran importancia, poniendo el lenguaje en el centro de su planificación; estableciendo relaciones con las artes, con la matemática, con la ciencia, con la religión, con todo. Porque efectivamente un niño que no tiene un manejo del lenguaje de acuerdo con su edad es un niño que posiblemente presentará dificultades para enfrentar aprendizajes de mayor complejidad”, dice Díaz.
Por ello la observación temprana del lenguaje, es una herramienta fundamental para cualquier educador inicial, para poder potenciar el lenguaje en sus diferentes campos lingüísticos y de acuerdo con el perfil esperado para su edad. “Una de las formas de evaluar el lenguaje a temprana edad, es a través de escalas e índices que miden el promedio de longitud de los enunciados. Ahora, eso es importante, más que para saber cuántas palabras tienen, importa la calidad del enunciado, qué tipo de palabras usa y cómo las usa”, cuenta.
Para Díaz, el buen desarrollo de la conciencia fonológica y del desarrollo del lenguaje es fundamental, pues predice a los buenos lectores y escritores. De esta manera, no se puede leer y escribir si no se desarrolla de manera correcta la conciencia fonológica. “Para leer y escribir, a diferencia de lo que sucede con el habla, es necesario abstraer de las emisiones aquellas unidades que los caracteres ortográficos representan. El estudio acústico del habla ha demostrado que ésta es una unidad continua en la que los fonemas, sílabas, morfemas y palabras no aparecen como segmentos discretos. El hablante u oyente posee un dominio tácito de estas unidades. Sin embargo, el dominio de un sistema de escritura requiere del conocimiento explícito de la unidad que representa, para acceder al principio de organización de ese sistema”, escribe Carmen Díaz en un artículo titulado “El lenguaje escrito en la educación inicial: Una comunicación lingüística, social y contextual”.
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