El valor de equivocarse es comprender que el proceso del aprendizaje es un camino continuo, que nunca se detiene.
“Nunca es demasiado tarde para aprender”, es algo que siempre digo momento de dar clases. Como docente apasionado por esta profesión, siempre he relevado la valentía de cada individuo de querer aprender algo por su cuenta, pues considero que aquel que quiere hacer algo fuera de su zona de confort, tiene un combustible casi infinito que te hace no rendirte para lograr el objetivo de aprender cualquier cosa.
Pero, ¿qué sucede cuando ya no solo basta la motivación por querer aprender?; ¿tenemos otro combustible que prenda esta mecha del aprendizaje? Desde mi lugar diría que sí, pero necesita más dedicación y trabajo. Esta fuente de combustible complementa de muy buena manera la motivación propia y se encuentra en promover y potenciar una curiosidad exacerbada en el individuo por querer conocer, aprender e interactuar con la realidad y sus sueños.
Para lograr esta curiosidad, lo más importante es construir un espacio donde se valore el poder equivocarse
Es importante errar sin ser juzgada/o. Más allá de las calificaciones, rendimiento escolar o cualquier contenido curricular, algo relevante que debe realizar cualquier docente es poder promover la curiosidad; una que derribe las barreras de las escuela con sus contenidos delimitados y se extienda a lo largo de la vida de cualquier estudiante, para motivar sus pasiones.
El valor de equivocarse es comprender que el proceso del aprendizaje es un camino continuo, que nunca se detiene. Donde los mayores aprendizajes a lo largo de la vida provienen de errores que supimos entender en su tiempo, donde pudimos reflexionar acerca de ello, para seguir adelante ya no solo con un error, sino con un aprendizaje.
No existe un aprendizaje sin la oportunidad de poder equivocarse
El entender una experiencia del aprendizaje para con nuestros estudiantes, debemos tener siempre en cuenta que tenga el espacio de equivocarse dejando de lado todo sesgo cultural del éxito, de la buena calificación y expectativas sociales promovidas por el entorno.
Cuando se logra crear este tipo de espacios seguros para el aprendizaje, significa que tus estudiantes tienen confianza en ti y sus compañeras/os. Además, encendiste la mecha de la curiosidad, pues cuando está el valor de la equivocación, está la motivación exacerbada por aprender. Nunca es demasiado tarde para aprender, mucho menos para equivocarse.
Luis Andrés Villalón Vega es Estudiante de Magíster en Evaluación Educacional en la Universidad de Playa Ancha. Profesor en Educación Física y editor digital en la Fundación Nexos Chile-USA.
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