El juego se llama The Brain Architecture Game y el objetivo de éste es lograr construir un cerebro alto y fuerte, a partir de diversas experiencias de vida que van surgiendo a lo largo de la actividad.
Judy Cameron, experta en neurociencia explica en un video del Centro de Desarrollo Infantil de Harvard, que el cerebro no es sólo un órgano. Contrario a esto, ella sugiere que el cerebro debería entenderse más como “muchos cerebros” que construyen todo el órgano. En términos cotidianos, es como una casa compuesta por muchos cuartos que cumplen funciones diferentes. En el cerebro, las células neuronales representan el material de construcción de todas esas partes y lo que sucede es que, cada experiencia que tenemos hace que esas células se conecten. Las habilidades sensoriales básicas como la visión y la audición son las primeras en conectarse y sirven como fundación de otras habilidades que se construyen.
A medida que crecemos, las experiencias correctas construyen nuevos cuartos: aprendemos a caminar, hablar y eventualmente, aprendemos a hacer cosas más complejas como la aritmética. Estos últimos cuartos siguen conectándose en la adolescencia e incluso más tarde, y como dice Cameron, es una gran noticia pues significa que “padres, profesores y otros adultos que comparten tiempo con niños, pueden influenciar el desarrollo de estas habilidades hasta los 20”.
Sin embargo, explica la experta, todo empieza con la base que se construye en los primeros años de vida.
Esto sucede porque, si bien los genes proveen desde muy temprano instrucciones básicas para que las células se conecten, las experiencias que ocurren en esta etapa (como los juegos o la lectura, entre otras), hacen que ciertos circuitos se conecten y se fortalezcan a lo largo del desarrollo. Entonces, dice Cameron, la labor de los adultos es garantizar experiencias positivas en todas las etapas del desarrollo, pero especialmente, en la primera infancia. Experiencias frecuentes, opuestas a estas (muy malas e intensas, como la violencia o negligencia), puede generar un estrés que causa un efecto tóxico en el desarrollo de la arquitectura cerebral. En otras palabras, debilita la estructura del cerebro, lo que desemboca en muchos problemas a lo largo de la vida. Entonces, la labor de educadores y otros adultos que trabajan con niños es vital, no sólo para fomentar el sano desarrollo cerebral, sino también para prevenir el estrés tóxico y convertirlo en un estrés moderado que no afecte su desarrollo presente y futuro.
Rescatando todos estos hechos científicos, el Centro de Desarrollo Infantil de Harvard (en alianza con otras universidades), diseñó un juego que busca visibilizar la importancia del desarrollo cerebral en los primeros años de vida.
El juego se llama The Brain Architecture Game y ya ha sido probado por más de 12.000 personas que a través de éste han descubierto que los cerebros no se construyen solos, sino a través de un trabajo en equipo. El objetivo de este juego grupal es construir un cerebro lo más alto posible; pero no sólo alto, también debe ser fuerte pues de lo contrario, puede colapsar a causa del peso del estrés. El juego está compuesto por limpiadores de pipa de colores, palos de soporte (que pueden ser bombillas), un dado, unas pequeñas pesas, unas tarjetas con diversas experiencias de vida y un diario.
El juego empieza como la vida empieza: se lanzan los dados y según el número que salga se selecciona una “base genética”. Esta puede ser un cuadrado, un triángulos, entre otras figuras. Con los limpiadores de pipas se debe construir esta base. Luego se lanza nuevamente el dado para descubrir el número de “soportes sociales” que tiene ese cerebro que se está construyendo. Según el número que sale, se escogen los soportes (bombillas). Toda esta información se debe ir anotando en el diario. Cuando la base cerebral ya está lista, las personas deben escoger tres cartas de experiencias por cada año de vida (1 a 5 años). Cada tarjeta puede ser positiva, tóxica o tolerable y eso determina los materiales que las personas utilizarán para la construcción. Todas las experiencias también se deben registrar en el diario.
¿Cómo las experiencias afectan la arquitectura cerebral en el juego?
Por cada carta con una experiencia positiva, se utiliza un limpiador y una bombilla (soporte social). Por cada carta con una experiencia tóxica, sólo se utiliza un limpiador. Cuando sale una carta que tiene un signo de interrogación (que representan las experiencias tolerables), se puede o no se puede recibir materiales de construcción. Todo depende de la cantidad de experiencias positivas o negativas que estén registradas en el diario. Si hay más positivas que negativas, se puede tomar una limpiador y una bombilla (soporte social). Si las experiencias son más negativas, entonces el equipo sólo puede tener un limpiador. Mientras se construye el cerebro, se deben utilizar todos los materiales que se recogen en el primer año de vida antes de pasar al siguiente año. Además, es clave atar los limpiadores por las puntas y no dejarlos nunca sin atar.
El juego continúa después de construir el cerebro hasta los 5 años. Pero como en la vida, las normas cambian.
Como la base cerebral ya está construída en este momento, a los 6 años, los jugadores sólo reciben limpiadores por las experiencias positivas, es decir no reciben soportes (bombillas) y por las experiencias tóxicas reciben una pesa que debe ponerse en la parte más alta del cerebro construído. Las experiencias tolerables pueden convertirse en experiencias tóxicas o negativas, tal como sucedía antes. El juego termina cuando se construye el cerebro hasta los 8 años, o cuando colapsa. Después, el grupo debe conversar sobre lo que le sucedió.
Hay otros detalles que se deben tener en cuenta en las reglas de juego, pero lo más importante de éste es que abre reflexiones en torno a la ciencia, acerca de las experiencias buenas y malas en los primeros años de vida, evidenciando cómo estas determinan la arquitectura cerebral de una persona que está empezando a desarrollarse física, social y cognitivamente. Harvard ofrece el juego en dos versiones: una versión DIY (hazlo tú mismo) en la que se debe pagar solo por las cartas de experiencias. Los otros materiales deben ser conseguidos por quienes van a jugar. Esta versión DIY está disponible en varios idiomas. La segunda versión es un kit completo con costo e incluye todo, pero no está en varios idiomas. En la página se pueden encontrar otras cosas de forma gratuita como las reglas del juego y el diario en el que se registra todo lo que sucede a lo largo del juego.
La versión DIY es ideal pues ofrece una guía completa para poder hacer el juego, sin embargo, las cartas tienen un costo y en ese sentido quizás se puede pesar en diseñar cartas de experiencias propias. Al final el objetivo más allá de tener el juego en sí mismo, es entender el propósito de una actividad centrada en la ciencia del desarrollo infantil y la relevancia de ésta.
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