Aún no sabemos, por cuánto tiempo seguiremos en este formato de enseñanza virtual, pero aún en este proceso estoy cierta que despertar la curiosidad sigue siendo una prioridad desde las ciencias .
Llevo 22 años en la docencia como profesora de Biología y de Ciencias Naturales, y durante estos años me he encontrado con grandes desafíos de la enseñanza. Algunos de los primeros desafíos que tuve -y que aun tengo- ha sido enseñar educación sexual en un contexto donde muchos de estos temas eran tabúes y donde existía real desconocimiento sobre estas temáticas tanto para las comunidades escolares como para la sociedad chilena.
Otro de los grandes desafíos con los que me he encontrado como profesora, ha sido intentar que en las comunidades educativas se comprendiese la importancia de la evaluación formativa por sobre la evaluación de producto. Muchas veces fui criticada por algunos pares, por dar tantas oportunidades a mis estudiantes; aun así, creí siempre que los estudiantes debían aprender desde sus propios procesos de aprendizaje y de los errores que iban cometiendo en esos procesos, aun cuando esto significase una mayor dedicación y trabajo por parte de los profesores.
Un tercer gran desafío que he tenido como docente, ha sido erradicar en los espacios educativos la noción del adultocentrismo, como mirada pedagógica y también de llevar esta mirada al interior de las familias de mis estudiantes, a través del apoyo a los y las apoderados (as) en las reuniones de padres u otros espacios, esto con el convencimiento profundo de que se puede generar un espacio de reflexión y de cambio de las sociedades que se están formando desde las pequeñas comunidades, y de que hoy por hoy, todos somos parte del conocimiento que construimos como humanidad y que las edades que tenemos son solo una circunstancia cultural en los procesos de comunicación y de formación humana.
Un cuarto gran desafío, que llevo desarrollando como profesora desde el año 2004 (desde hace 16 años ya) fue potenciar la comprensión de la importancia en el desarrollo de habilidades y actitudes del pensamiento científico por sobre los contenidos en mis aulas, y con ello, potenciarr personas con capacidad de análisis, de reflexión sobre fenómenos de la naturaleza y la sociedad, ya sea frente al autocuidado como al cuidado de su entorno.
Sin embargo, este año producto de la Pandemia producida por SARS COV 2, uno de los más grandes desafíos que he tenido, ha sido enseñar estas habilidades y actitudes del pensamiento científico a través de la virtualidad que ofrece una pantalla.
De un día para otro tuve que, no solo comprender que ya no tenía un trabajo presencial y que ya no estaría con mis estudiantes a mi lado, sino que tenía que comprender que aquello por lo que tanto he luchado como profesora, debía intentar hacerse a través de una pantalla. Fue muy complejo comprenderlo en la marcha misma, y fueron extensas las horas de desvelo para, bajo la presión del contexto educativo a nivel nacional, tener que desarrollar (lo que muchas veces elaboré en meses y tal vez años) en unas pocas horas.
Ahora, rápidamente había que crear escenarios de aprendizaje que pudiesen lograr aquello en lo que tanto creo: desarrollar en mis estudiantes habilidades y actitudes científicas.
Estaba claro en estas circunstancias, que los contenidos estaban en una pestaña paralela a mis clases, bastaba que ellos revisaran alguna página de internet para que los obtuvieran. En clase presenciales me valía de actividades indagatorias y múltiples experimentos para que mis estudiantes vieran la diferencia entre los contenidos de un sitio web y la importancia de la enseñanza práctica de la ciencia, y que lograran con esa práctica, paso a paso, desarrollar las habilidades y actitudes de pensamiento científico.
Pero ahora, estábamos a distancia ¿cómo lograrlo?
Poco a poco comencé a crear nuevas estrategias para luego trabajar con cada una de las habilidades. Comencé porque mis estudiantes se observaran a sí mismos y a sus familias, observaran los medios de comunicación. Luego, traté de que observaran distintos fenómenos científicos y sociales que estábamos viviendo a través de la pantalla de mi computador, y a partir de esas observaciones intencioné que aprendieran a formular preguntas e hipótesis, que analizaran tablas y gráficos y finalmente que pudieran desarrollar sus propias conclusiones. Para esto me valí precisamente de la contingencia de la pandemia para crear una serie de actividades que se enfocaran en lo nuclear del currículum de ciencias.
Fue a partir de la incertidumbre y desconocimiento de esta enfermedad, que potencié el carácter humano e innato de ser curiosos a mis estudiantes. Potencié que se hicieran preguntas naturales sobre el origen de la vida; sobre lo que se define vivo o no vivo; sobre el virus Sars Cov2, sobre lo que ocurre en nuestro país y en el mundo con las cifras estadísticas presentadas en tablas y gráficos. Logré que más allá de memorizar las cifras se cuestionaran científicamente y socialmente sobre el fenómeno que estamos viviendo. Así, logré que mis grupos de estudiantes pudieran identificar variables, pudieran postular hipótesis y pudieran diseñar experimentos para buscar soluciones a problemas reales, pudieran tener más preguntas que respuestas, y comprendieran con ello, sobre la ciencia y sobre la naturaleza de la ciencia.
Potenciar la formulación de preguntas y el desarrollo del pensamiento científico en mis estudiantes, y ver sus logros y grandes avances a través de un proceso de evaluación formativa, ha sido sin duda uno de las grandes alegrías que me ha proporcionado la enseñanza virtual.
Aún no sabemos, por cuánto tiempo seguiremos en este formato de enseñanza virtual, pero sin duda creo que este experimento natural al que fuimos llevados los estudiantes, sus familias, y por supuesto nosotros los profesores, no ha permitido comprender la importancia de aprender entre todos y todas, y nos ha enseñado que son las actitudes y las habilidades que tenemos y aprendemos las que perduran más allá de los conceptos teóricos, los que ciertamente pueden cambiar de acuerdo a la historia de las sociedades y de la naturaleza. Este simple pero también grandioso gesto profesional nos permite redefinir el rol de nuestra profesión docente, no solo como meros implementadores de un currículum, sino como expertos en la selección de lo que es realmente esencial para los aprendizajes de nuestros estudiantes y para la humanidad que queremos construir.
Karin González Allende es Académica del departamento de Estudios Pedagógicos de la Universidad de Chile. Tras 21 años de experiencia, Karin González se desempeña como docente en Trewhelas´s School y el Liceo Experimental Manuel de Salas. Además de dictar clases en la Universidad de Chile. Esta doble militancia, entre el contexto escolar y universitario le ha permitido mantener los “pies en la tierra” al momento de formar a los futuros profesores.
Leave a Reply