Constanza del Rosario, Fundadora de Relaciones Inteligentes y psicóloga experta en relaciones de pareja, género, sexualidad y educación emocional, hace una reflexión importante acerca de las habilidades socioemocionales y cómo influyen éstas en los procesos de enseñanza y aprendizaje.
En una calle de Santiago de Chile, frente a La Universidad Andrés Bello, Constanza del Rosario –psicóloga y fundadora de la Fundación Relaciones Inteligentes–, se subió a un escenario para llamar la atención de jóvenes universitarios con un tema que, en pleno siglo XXI, continúa siendo tabú… no sólo para ellos, sino también para quienes lideran los procesos de formación de niños y jóvenes. Enfermedades de transmisión sexual, condones, relaciones sexuales, placer y violencia en el “pololeo” (noviazgo), eran algunas de las palabras que destacaba Constanza, mientras tímidamente, quienes transitaban por la calle, escuchaban lo que ella tenía para decirles.
Su discurso era potente, directo, honesto, incluso disruptivo y por lo mismo, perfecto para ese difícil público objetivo. Pero la fórmula de esta experta iba más allá de hablar sin “pelos en la lengua”. Bajo las palabras llamativas, las cifras alarmantes, y las frases directas, Constanza construía un relato enmarcado en algo que hoy debería ser prioritario: las emociones.
“Las personas que no son conscientes de sus emociones tienen más probabilidades de tomar decisiones que son contraproducentes para ellos mismos”, explica Constanza
Decisiones como actuar de manera impulsiva, ser agresivo, permanecer en una relación tóxica e incluso no ponerse un preservativo. Todo, dice la experta, está mediado por una consciencia emocional que debe educarse desde los primeros años de vida. Relaciones Inteligentes, la fundación creada por Constanza, apunta justamente a eso, a “revolucionar la educación desde el corazón”, lo que implica poner las emociones en el centro de la enseñanza y el aprendizaje, y cambiar la mentalidad desde el sistema. Por lo mismo, este proyecto se dirige a un público muy amplio que incluye niños, jóvenes, padres, tomadores de decisiones y por supuesto, profesores y educadores infantiles (párvulos).
“Creemos que los docentes son la posibilidad de cambio. Y el cambio está en ellos pues son quienes están día a día fomentando esas habilidades”, menciona Constanza
Pero hay un paso previo. Para que los docentes puedan educar las habilidades socioemocionales, ellos mismos tienen que prepararse en este aspecto. Constanza lo explica de una manera precisa: “Hay que preparar a nuestros docentes para que aprendan a lidiar con ellos mismos y con los demás”. Esto podría resumirse en algo que la psicóloga llama “despertar la empatía”, una habilidad que es propia de la inteligencia emocional. “Cuando uno apela a un otro que es un igual, y que ha vivido determinada experiencia, cuando se habla desde la autenticidad, la gente se abre. Esto tiene que ver con eso, con mostrar empatía, y las emociones son claves en estos procesos empáticos”. En otras palabras, si un alumno no sabe leer la emoción que está representando su profesor, entonces éste no podrá transformar o educar las emociones del alumno.
En temas como la educación sexual y el acoso escolar, esta empatía es más que necesaria
Es tan simple como hablar desde la experiencia, desde las emociones más honestas para poder reflexionar sobre temas como la sexualidad. Además de la empatía es indispensable estar informado, tener seguridad en los temas más sensibles o disruptivos, y de la mano con esto, es clave que ellos aprendan a reconocer las emociones. Por eso, Constanza afirma que “los profesores deberían volverse grandes lectores de emociones”… de las propias y las de sus alumnos.
Relaciones Inteligentes está aportando bastante en esa misión, en la misión de empoderar a los profesores y educadores infantiles para que sean los líderes de esta importante tarea. Lo está haciendo a través de “Teacher Wellness”, un programa que ofrece herramientas para aumentar el bienestar de los docentes, generando así, una cultura del cuidado del profesor. “Si uno le pregunta a los profesores cuáles son sus mayores problemas, estos no son los niños… Hay otras cosas, como lidiar con los apoderados, con los compañeros, con la jefatura, con la sobrecarga. Entonces, es fundamental que miremos lo que está pasando con la regulación del estrés del docente y qué habilidades tienen ellos para afrontar conflictos. Eso es parte de “Teacher Wellness: cómo les damos esas herramientas para que ellos puedan estar mejor”, afirma Constanza. Porque “para enseñar e ir a enseñar motivados, ellos deben aprender a sentirse bien”, agrega.
“Mientras antes partamos, mejor”, explica Constanza.
Esto significa dos cosas: priorizar la educación emocional en los procesos de formación docente y potenciar esto en la educación inicial. “Si hay algo que es fundamental, es lo que pasa en párvulos. Entonces, lo primero que considero esencial, es dejar de ver a los educadores como cariñositos y empezar a ponerle la capa de superhéroes. ¿Por qué? Porque hay que empoderarlos para decirles: ‘de ustedes depende que un niño o niña no tome el camino equivocado’. Porque lo que determina que alguien opte por las drogas, por ejemplo, tiene que ver con que esa persona no puede regular sus emociones y el periodo crítico para regular esas emociones es la primera etapa de la vida”, explica la experta.
“Semillas para el bienestar”, es otro programa de la fundación de Constanza que responde a esto a través de capacitaciones intensas de dos días, dirigidas especialmente a educadores infantiles. En esta capacitación, ellos aprenden todo lo que necesitan para saber cómo regular las emociones y cómo utilizar el juego como herramienta fundamental para el desarrollo socioemocional de los más chicos.
“El mundo está cambiando, el conocimiento lo puedes descargar, ya no es tan importante adquirir tanto conocimiento, pero sí adquirir herramientas para aprender a relacionarte con otros”, explica Constanza del Rosario.
Esas herramientas son las llamada “habilidades blandas”, las cuales son fundamentales en el futuro laboral que enfrentarán niños y jóvenes. Por eso, tiene sentido empezar desde temprano. “No somos seres racionales. Somos seres emocionales con habilidades cognitivas”, afirma Constanza. Esto quiere decir que es necesario romper el paradigma de a quiénes estamos enseñando y cómo les estamos enseñando, y esto implica priorizar las habilidades socioemocionales, pues sólo así, los docentes podrán enfrentarse con seguridad a temas tan relevantes como la sexualidad, el acoso y la violencia. “No hay profesor que no haya pensado que iba a cambiar el mundo”, dice ella y cambiar el mundo también significa hacer cosas como pararse al frente y reflexionar con seguridad y confianza acerca de temas que son “incómodos”, de temas que pueden marcar una diferencia en la vida de los niños, de los jóvenes. “Si tenemos una cultura que está abierta a las necesidades emocionales y a las inquietudes vitales que tienen los alumnos, entonces las cosas serán muy distintas”.
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