En su charla TED, utilizando explicaciones de neurocientíficos y psicólogos, la periodista Manoush Zomorodi justifica porque el aburrimiento es una gran herramienta a la hora de pensar ideas creativas.
Antes de ser madre, Manoush Zomorodi era periodista. Iba de un lado a otro cubriendo contingencias importantes, como el choque del Concorde, o el inicio de la revolución Serbia en Belgrado. Luego, la prioridad fue su hijo, y pasaba sus días intentando hacerlo dormir caminando con él en una sillita de paseo y haciendo absoluto silencio mientras recorría varios kilómetros junto a él. Esa era la única manera de lograrlo. Manoush estaba cansada, pero sobre todo, algo aburrida. Su estilo de vida cambió muchísimo, así que la sensación era natural.
Cuando volvió a activarse, utilizando un iPhone que le permitía hacer múltiples tareas a la vez, se sentía bloqueada. Entonces pensó: “¿cuándo fue la última vez que tuve realmente una buena idea?”
“Sí, fue cuando estaba empujando esa silla de paseo. Ahora todas las grietas en mi día estaban llenas de tiempo de celular”, comenta la periodista en su charla TED Cómo el aburrimiento puede ayudarte a pensar mejor. “Revisé los titulares mientras esperaba mi café con leche. Actualicé mi calendario mientras estaba sentada en el sofá. Enviar mensajes de texto se convirtió, cada momento libre, en una oportunidad para mostrar a mis compañeros de trabajo y a mi querido esposo lo receptiva que era yo… Me di cuenta de que nunca me aburrí”, agrega Manoush.
De esta reflexión surgió otra pregunta para ella: ¿qué nos pasa realmente cuando nos aburrimos y qué sucedería si nunca nos aburrimos?
Para responder esta pregunta, la periodista empezó a hablar con neurocientíficos y psicólogos cognitivos, quienes respondieron algo fascinante. “Resulta que cuando uno se aburre, se enciende una red en el cerebro llamada modo predeterminado. Y el cuerpo se pone en piloto automático mientras doblamos la ropa o estamos caminando al trabajo, pero en realidad es cuando el cerebro está realmente ocupado”, comenta Manoush. Una experta en el tema llamada Dr. Sandi Mann, explica que cuando empiezas a soñar despierto y permites realmente que tu mente divague, empiezas a pensar un poco más allá de lo consciente y un poco más en el subconsciente, lo que te permite que se produzcan diferentes tipos de conexiones.
Junto a la Dr. Sandi, la periodista aprendió que en el modo predeterminado se conectan ideas dispares, se resuelve algunos de nuestros problemas más molestos, y hacemos algo llamado “planificación autobiográfica”, esto significa, mirar hacia atrás en nuestras vidas, notar los grandes momentos, crear una narración personal, luego establecer metas y averiguar qué pasos debemos dar para llegar a ellos. El problema es que ahora nos relajamos y mientras tanto, actualizamos un documento de Google Docs o respondemos un correo electrónico.
El Dr. Daniel Levitin, explica que cada vez que cambiamos la atención de una cosa a otra, el cerebro tiene que participar en un cambio neuroquímico que usa nutrientes en el cerebro para lograrlo.
Entonces, si se intenta hacer varias cosas a la vez (cuatro o cinco), en realidad no se están haciendo cuatro o cinco cosas a la vez, porque el cerebro no funciona de esa manera. En cambio, se está cambiando rápidamente de una cosa a otra, agotando los recursos neuronales sobre la marcha. “ La persona promedio revisa el correo electrónico 74 veces al día, y cambia tareas en su computadora 566 veces al día. Descubrí todo esto hablando con la profesora de informática, Dra. Gloria Mark”, dice Manoush en su charla. Con respecto a este cambio de actividades, la Dra. Gloria Mark afirma que las personas tienden a cambiar más su atención cuando están estresadas.
El tema es preocupante, por eso, Manoush impulsó un experimento llamado “Aburrido y brillante”.
Miles de personas se registraron en el experimento que consistía en dejar controlar el instinto de sacar el celular del teléfono, sólo por un día. Muchos se sintieron ansiosos y no fue una tarea para nada sencilla. Sin embargo, en la semana del desafío inmediatamente se vio una explosión de creatividad; algunas personas hicieron cosas que jamás habían imaginado, como la neoyorquina Lisa Alpert, quien a ver las escaleras de su edificio, pensó que podía hacer algo de ejercicio subiendo y bajando de manera repetida.
Algunos de los jóvenes que participaron, dijeron que no reconocieron algunas de las emociones que sintieron durante la semana del desafío, porque, probablemente, no habían conocido la vida sin conectividad, y por ende, nunca habían experimentado lo que es estar aburrido.
Investigadores de la USC (University of Southern California), cuenta la periodista en TED, están estudiando adolescentes que utilizan las redes sociales mientras hablan con sus amigos o mientras hacen las tareas.
Parte de los hallazgos evidencias que, dos años después, son menos creativos e imaginativos sobre su futuro personal y sobre la resolución de problemas sociales, como la violencia en su barrio. “Y realmente necesitamos que esta próxima generación se pueda enfocar en algunos grandes problemas: cambio climático, disparidad económica, diferencias culturales masivas. No es de extrañar que los CEOs en una encuesta de IBM identificaran la creatividad como la competencia de liderazgo número uno”, menciona Manoush.
Tal vez la conectividad constante no será muy positiva, asegura ella, pero mientras tanto, es indispensable enseñarle a las personas, especialmente a los niños, a usar la tecnología para mejorar sus vidas y para autorregularse. Esto, explica, debe ser parte de la alfabetización digital. De la mano con esto, podría jugar un papel muy importante el aburrimiento que menciona la periodista, un aburrimiento que puede asociarse a tomar un descanso, hacer una pausa, mirar por la ventana y aprender que, “hacer nada”, en realidad es hacer algo; es lograr ser más productivo y creativo. Y si los adultos lo necesita, ¿por qué no los niños en las salas de clase?. “Puede parecer extraño e incómodo al principio, pero el aburrimiento realmente puede conducir a la brillantez”, concluye Manoush.
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