Pruebas con videojuegos, experimentos con palabras y estudios con electroencefalograma son algunas de las herramientas que los expertos han utilizado para evidenciar que el error, biológicamente permite mejorar el aprendizaje.
En los últimos años, científicos cognitivos han hecho investigaciones que buscan explicar cómo el error permite que una persona aprenda más. Algunos de los hallazgos tienen mucho sentido y son sin duda muy relevantes a la hora de enseñar en el aula. Nate Kornell del Williams College, por ejemplo, desarrolló un experimento en el cual las personas recibían una palabra (como árbol) y luego debían relacionarla con otra palabra “objetivo” (como roble). Con esta actividad, Kornell descubrió que las personas recordaban significativamente mejor la palabra objetivo, cuando en un primera oportunidad se equivocaban adivinando y no cuando acertaban desde el inicio y se les pedía memorizar.
Por su parte, Janet Metcalfe, profesora de psicología en Columbia University y autora del análisis científico “Learning from Errors” publicado en Annual Review of Psychology, ha evidenciado que cuanto más segura está una persona de su respuesta equivocada, mejor aprenderá la respuesta correcta después de haber sido corregida…
¿Por qué?
La experta asegura que esto sucede porque aunque la respuesta no es totalmente clara, envuelve el hecho de que el error llama la atención, incluso más cuando te sorprende el hecho de haber tenido mal la respuesta. Adicional a esto, Metcalfe y sus colegas afirman que aprender algo puede ser más sencillo luego de que se convoca un conocimiento previo, proceso al cual los neurocientíficos han llamado reconsolidación de la memoria.
La evidencia biológica de hechos como estos, es contundente y se ha probado a través de múltiples pruebas.
Por ejemplo, se han utilizado electroencefalogramas con personas mientras juegan videojuegos o realizan otras actividades. Los científicos han identificado señales específicas en el cerebro que se conectan con el cometimiento de un error. La primera se conoce como Error-Related Negativity o ERN y ocurre 50 millonésimas antes de que ocurra el error. Eso quiere decir, mucho antes de que ser conscientes de haber cometido un error. La segunda señala se llama “positividad del error” (Pe) y ocurre de 50 a 550 millonésimas de segundos después y se cree que refleja la atención consciente del error y es seguido, generalmente, por un esfuerzo para evitar repetirlo.
Carol Dweck, psicóloga conocida por su teoría que sugiere que existen dos tipos de mentalidad: la fija y la creciente. Las personas con mentalidad fija tienden a ver los errores como señal de no ser buenos para algo, en cambio, las personas con mentalidad creciente, ven los errores como una señala de necesitar trabajar más fuerte. De la mano con esto, el psicólogo Hans Schroder teoriza que precisamente, aquellas personas con mentalidad creciente, tiene una señal Pe (positividad del error) más fuerte después de haber cometido un error. La teoría surge de pruebas realizadas tanto en adultos como niños donde los participantes con mentalidad de crecimiento mejoraron en su juego a raíz de un error. Por ejemplo, los niños con mentalidad de crecimiento que interpretaban un videojuego en el que tenían que reunir a los animales que se habían escapado de un zoológico “eran más precisos después de cometer un error que los niños que tenían una mentalidad fija”.
¿Cómo se llevan estos resultados a la sala de clase?
Muchos investigadores también han intentado responder a esta pregunta con estudios que se acercan más a la situación dentro del aula. Robert Siegler psicólogo experto en cómo aprenden los niños matemáticas, ha profundizado en las mejores formas de dar feedback a los errores de los estudiantes. Ha demostrado, por ejemplo, que pedir a los estudiantes de tercer y cuarto grado que expliquen cómo alguien obtuvo la respuesta equivocada y también cómo alguien obtuvo la respuesta correcta es una fórmula enormemente eficaz . Más que simplemente pedirle al niño que explique el procedimiento correcto.
Como Siegler, hay muchos otros expertos que han probado que el error, desde todos los punto de vista, aporta al aprendizaje. Por lo mismo, sugiere Metcalfe, es indispensable que los profesores entiendan esto a la hora de enseñar, pues de lo contrario, se estarían centrando muchos más en la visión de teóricos como Burrhus Frederic Skinner, quienes no creían en el error, sino sólo en enseñar “lo correcto”.
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