“A los niños les va bien cuando diseñas y construyes una escuela en la que quieren estar”, dice Andrew Bott, un director que según cuenta Robinson, transformó positivamente una de las escuelas más complejas del estado de Massachusetts en EE.UU, gracias al arte.
En su libro You, Your Child, and School: Navigate Your Way to the Best Education, Sir Ken Robinson, reconocido líder educativo– en colaboración con el autor Lou Aronica–, afirma que las escuelas innovadoras en el mundo entero están rompiendo el molde de lo convencional para atender los intereses de todos sus estudiantes, familias y comunidades. Al igual que los buenos profesores, dice Robinson, esas escuelas tienen en común un liderazgo visionario. Esto sucede, según él, porque tienen directores que están dispuestos a hacer los cambios que sean necesarios para promover el éxito de todos sus estudiantes, teniendo en cuenta determinadas circunstancias y talentos. “Un director creativo con los poderes correctos de liderazgo, puede tomar una escuela que está fallando y convertirla en un foco de innovación e inclusión que beneficie a todos los que toca”, dice el autor en su libro.
Para hablar de esto, Robinson ofrece el ejemplo de la escuela Orchard Gardens de Roxbury, Massachusetts (EE.UU.)
Hace 10 años, esta escuela era una de las más problemáticas del estado. En sus primeros siete años, al escuela tuvo cinco directores y después de cada periodo de vacaciones, la mitad de los profesores no regresaban. Los puntajes también eran bajos y los estudiantes, además de tener un comportamiento rebelde y violento, estaban descontentos. Tenían prohibido llevar mochilas (maletas) a la escuela, por miedo a que las utilizaran para ocultar armas. Los guardias de seguridad estaban siempre presentes y la inversión en este tipo de seguridad era muy alta. Más que una escuela, tristemente parecía más una prisión.
Luego llegó el director número seis a la escuela, Andrew Bott.
Sabía a donde estaba llegando. Sabía que muchos directores habían renunciado y que la escuela era una de las más complejas del estado. De hecho, cuando llegó, admite que no fue sencillo y que la escuela efectivamente parecía todo menos una escuela. Sin embargo, él decidió hacer frente a los problemas de una forma muy diferente, lo que impactó a muchos miembros de la comunidad. Bott eliminó el staff de seguridad y en reemplazo de esto decidió invertir mucho más dinero en programas de arte (Orchard Gardens fue una de las ocho escuelas piloto que participaron en un plan creado por el Comité de Artes y Humanidades del Presidente Obama (PCAH).
Dos años después, según explica Robinson en su libro, el director reemplazó el 80% de los profesores y reclutó a otros que tenían una experiencia importante con el arte.
Esos profesores creyeron en su visión. Junto a ellos, Bott introdujo un sistema a través del cual se apoyaba a los estudiantes como individuos. Se centraron en revitalizar la cultura escolar, compraron instrumentos, invitaron artistas para que trabajaran con los niños y organizaron talleres creativos para maestros y padres. Las clases de arte dieron a los estudiantes un entusiasmo por el aprendizaje renovado, y las paredes y los corredores pronto se cubrieron con muestras de sus trabajos, lo que a su vez creó un ambiente más estimulante y un mayor sentido de pertenencia por parte de los niños.
“A los niños les va bien”, dijo Bott, “cuando diseñas y construyes una escuela en la que quieren estar. Tener grandes programas de artes y programas de atletismo hace que la escuela sea un lugar agradable y ahí es cuando ves el éxito”.
Los problemas de la escuela no eran sus estudiantes. Según el director, simplemente necesitaban un nuevo enfoque de educación; un plan de estudios más amplio, rico en arte que los involucrara a todos. Esto promovió niveles más altos de logros en todos los ámbitos académicos. Los estudiantes que estaban luchando en el viejo sistema cobraron vida y se graduaron con confianza de la escuela secundaria y llegaron aún más lejos. Y aunque para algunas personas, abandonar la seguridad en favor de los programas de arte parecía una idea loca, dio resultado.
“Bott sabía, y los eventos demostraron”, dice Robinson, “que era una innovación audaz enraizada en una sólida comprensión de lo que realmente motiva a los jóvenes a aprender. La transformación aún no está completa, pero el progreso ha sido considerable. Bott ahora se mudó de Orchard Gardens, pero la escuela continúa floreciendo bajo el liderazgo de la directora actual, Megan Webb. La historia de Orchard Gardens (y otros similares) ilustra una verdad esencial en la educación. Usualmente, los estudiantes no son el problema; es el sistema. Cambie el sistema de la manera correcta y muchos de los problemas de mala conducta, poca motivación y falta de compromiso tienden a desaparecer. Puede ser el sistema mismo el que crea los problemas”.
En este caso, cambiar el sistema, implicó reemplazar la seguridad por el arte. Esa fue la respuesta a las complicaciones que enfrentaba la comunidad educativa y fue la herramienta que los profesores, con el apoyo de un líder comprometido, utilizaron para demostrar que todos los estudiantes podían aprender a través del goce y el disfrute.
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