Dos personajes completamente opuestos, descubrirán la importancia de no juzgar, tolerar y sobre todo, aceptar al otro más allá de las diferencias. Un valor fundamental en toda sala de clase.
Al principio, el Día y la Noche evidentemente no tienen nada en común. Mientras que el Día se despierta, camina, corre y se activa, la Noche descansa y se dedica a contar ovejas. El Día es soleado, en cambio, la Noche es oscura. Ambas intentan imponer su grandeza, alardeando sobre sus cualidades. Sin embargo, en un primer intento, el Día fracasa y entonces, la Noche se burla. Empieza así una batalla campante entre ambas partes.
Las cosas no terminan nada bien… La lucha sin sentido continúa hasta que la Noche empieza a descubrir que, en realidad, el Día está lleno de grandes cualidades, cualidades que incluso ella querría tener. Pero no sólo eso, la Noche también descubre que de hecho, ella también está llena de grandes elementos que puede compartir con el Día.
Entonces, la pelea y los empujones se convierten en una oportunidad de mostrar lo mejor de cada uno.
Ambos empiezan a compartir tiempo juntos, a viajar por rincones inolvidables, a vivir momentos que sólo la Noche puede ofrecer, y a gozar de fenómenos que sólo el Día es capaz de crear. De repente, una transmisión de radio se interpone en medio de estos dos personajes, dándoles un mensaje que los hace reflexionar. La transmisión dice lo siguiente:
“Tienen miedo de las nuevas ideas… están llenos de prejuicios que no están basados en la realidad, sino que están basados en el hecho de que si algo es nuevo simplemente lo rechazan de inmediato, porque les atemoriza. Lo que hacen realmente es quedarse con lo que es familiar. Sabes, para mí, lo más lindo del universo es lo más misterioso… “.
Concluye la transmisión y algo inesperado ocurre…
Una puesta de sol como ninguna otra les hace descubrir que en realidad están hechos el uno para el otro y que más allá de los conflictos y los prejuicios que tuvieron al principio, tienen en realidad mucho en común, más de lo que podrían llegar a imaginar.
El relato creado por Pixar sobre dos personajes tan opuestos y compatibles a la vez, es sin duda una reflexión que no se debería dejar de lado en las salas de clase. Hay más valores que se pueden abordar con esta historia, entre esos, la importancia de la tolerancia y el respeto por el otro. Pero sin duda alguna lo más relevante del corto se centra en aceptar, en no juzgar por la fachada, en no hacer juicios de valor y en entender que, sin importar de donde venimos, todos compartimos la misma esencia. Enseñar eso a los niños no sólo permite formar una comunidad armónica e ideal para el aprendizaje en el aula, sino que también les permitirá enfrentarse a su futuro en sociedad con otra mirada, una mirada inclusiva y abierta a las diferencias. En ese sentido, es sin duda y sobre todo, una oportunidad importante de reflexión para los profesores, una invitación a aceptar a los estudiantes, a valorar las diferencias, a aprender a sacar lo mejor de ellos –tal como lo hicieron el Día y la Noche– y llevar ese mensaje a sus aulas.
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