Estos siete profesores han sido finalistas en distintas versiones del Global Teacher Prize, premio conocido como el “Nobel de la enseñanza”. Por eso hoy son considerados los mejores del mundo.
Recientemente se llevó a cabo en Buenos Aires la conferencia Transformando Escuelas, un encuentro educativo diseñado por la Fundación Varkey Argentina, que tuvo como propósito generar conversaciones en torno a liderazgo y la innovación educativa, con el fin de pensar en nuevas formas de enseñar. El evento contó con la participación de expertos, representantes de la sociedad civil, autoridades y docentes, entre ellos, los finalistas latinoamericanos del Global Teacher Prize, premio internacional conocido como el “Nobel de la enseñanza”. En este encuentro se realizaron diversas actividades como conferencias, clases y talleres dictados por algunos de los mejores profesores del mundo. A continuación destacamos las historias de algunos de los profesores que estuvieron allí:
1. Débora Garófalo (Brasil)
Al convertirse en docente, Débora llegó a una escuela ubicada cerca de las cuatro favelas más famosas del país. Allí se enfrentó a una compleja realidad. Además de la falta de recursos, la violencia, la pobreza y la insalubridad del contexto, la profesora descubrió que los estudiantes no recibían la educación tecnológica necesaria para enfrentarse a los trabajos del futuro. Entonces, decidió utilizar el entorno para desarrollar un programa llamado Junk Robotics, Promoting Sustainability, el cual está centrado en la utilización de residuos como insumo para hacer robótica.
Actualmente, esta iniciativa es muy relevante para la comunidad, pues a través de esta se ha educado a las personas con respecto a la gestión de residuos. Además, muchas escuelas lo han utilizado como base para implementar nuevos planes de estudios de tecnología. Como docente, Débora motiva a sus estudiantes para que exploren su creatividad, alentando a sus estudiantes a convertir desperdicios en prototipos que imaginan y luego construyen. Así ha logrado potenciar habilidades científicas y ha convertido a sus alumnos en ciudadanos globales. Más de 2.000 estudiantes han participado en su programa, creando una amplia variedad de prototipos, desde robots y carros, hasta barcos y aviones.
2. Darío Víctor Greni Oliveri (Uruguay)
Para este profesor, los estudiantes, la participación activa de las comunidades y la construcción de redes, son las tres piedras angulares de una educación rural exitosa. Como en Uruguay las comunidades rurales han sido descuidadas, Darío se ha esforzado por cumplir estos objetivos implementando proyectos colectivos a través de los cuales potencia el trabajo en equipo, la creatividad y el pensamiento flexible. Uno de sus proyectos está relacionado con el estudio de la calidad del agua y los macroinvertebrados como indicadores biológicos. Para implementar dicho proyecto conectó a sus estudiantes con expertos, principalmente microbiólogos, logrando que estos tuvieran una mayor comprensión de su entorno y los desafíos en este.
Darío invierte gran parte de su tiempo en descubrir qué es lo que le motiva a cada uno de sus estudiantes para lograr detonar aprendizajes significativos. Por ejemplo, descubrió que un alumno que no era capaz de hablar en público, amaba la ciencia, y a través de esta, desbloqueó su voz. Como docente y director, también ha implementado cambios importantes en la escuela: eliminó las estructuras rígidas, reunió a estudiantes de diferentes niveles y habilidades, y estructuró el calendario en torno a una serie de actividades rotativas para fomentar el trabajo interdisciplinario.
3. Katerine Franco (Colombia)
Llevando la tecnología al aula, esta profesora de Medellín ha logrado que sus estudiantes realmente aprendan. Su gran proyecto se llama Ciudadanos digitales y nació a partir del interés que tenían los niños por usar las TIC. A través de esta iniciativa ha logrado fomentar el trabajo colaborativo, mejorar la convivencia escolar y fortalecer los procesos de lectura y escritura de los estudiantes. En el marco de Ciudadanos digitales, sus estudiantes plantean un problema relacionado con las temáticas que están estudiando y con la realidad en la cual se desenvuelven. Las experiencia que ha desarrollado Katerine ha marcado la forma como sus estudiantes aprenden y han permitido que ellos se conecten con distintas realidades del mundo.
Haciendo uso de la tecnología, ellos han tenido la posibilidad de jugar, hablar y trabajar distintos temas con alumnos de Chile, Puerto Rico, República Dominicana, México y Ecuador. Sus estudiantes también están aprendiendo inglés a través de videojuegos y charlas con jóvenes de Malasia, quienes les ayudan a reforzar el vocabulario y conocer sus costumbres. Esta profesora, quien ha sabido muy bien cómo llevar la tecnología a la sala de clase, pertenece a la comunidad de docentes innovadores de Microsoft, donde ha sido reconocida como Microsoft Educator Fellow.
4. Michael Wamaya (Kenia)
Michael se vio obligado a abandonar la escuela secundaria por limitaciones financieras, pero una audición casual en un grupo de artes escénicas de Kenia, le permitió mudarse a Nairobi para estudiar danza. En 2009, este profesor se unió a Anno’s Africa, una organización con sede en el Reino Unido que ofrece educación artística alternativa a huérfanos y niños vulnerables de algunas de las zonas más desfavorecidas de África.
Por su trabajo, los estudiantes de Kibera en Nairobi (un contexto altamente vulnerable), se han convertido en bailarines e incluso han ganado becas para continuar su educación. Gracias a Michael, este proyecto se ha convertido en un espacio seguro para que los niños crezcan, desarrollen sus habilidades a través del baile y tengan acceso a oportunidades. Además, otros profesores han comentado que sus clases de ballet también han tenido un impacto positivo en el trabajo académico. A través de su trabajo, este profesor ha logrado cosas como disminuir las tasas de deserción y embarazo adolescente.
5. Ron Álvarez (Venezuela)
A sus 10 años, Ron Álvarez ingresó en el Sistema Nacional de Orquestas y Coros para Niños y Jóvenes de Venezuela, un proyecto también conocido como El Sistema –liderado por el economista y músico venezolano José Antonio Abreu–. En este espacio, el profesor se inspiró en la filosofía inclusivista y expresivista de Abreu, y años después, se convirtió en formador de docentes con el fin de promover este método de enseñanza en Venezuela.
Posteriormente replicó esto mismo en muchos otros países del mundo. Así llegó a Gotemburgo en Suecia, donde montó la Orquesta Sueña El Sistema Sweden con jóvenes refugiados de países como Siria, Afganistán, Albania, Somalia y Eritrea. El objetivo de Ron ha sido integrarlos en la sociedad sueca a través de la música e inspirarlos a ser ciudadanos globales.
6. María Cristina Gómez (Argentina)
Esta profesora argentina ha utilizado la tecnología para alejar a sus estudiantes de las drogas, la guerra de pandillas y el embarazo adolescente. Para esto, utiliza programas educativos de alto rendimiento, como el modelo de la ONU. Esto ofrece a los estudiantes una experiencia de colaboración e investigación enfocada, y el dinamismo del debate y la negociación. Los métodos de esta profesora tienen un gran impacto en la vida de sus estudiantes. Por ejemplo, una joven que estaba repitiendo año y ya había sido expulsada de tres escuelas, terminó con las calificaciones más altas y fue capacitadora en el Modelo de la ONU. Actualmente está cursando sus estudios.
María Cristina también ha convertido los celulares –que solían ser un problema–, en una herramienta de aprendizaje y desarrolló recursos como blogs, para que sus estudiantes utilizaran los smartphones. Además, es miembro de Mundo de la Educación, un programa para desarrollar habilidades y técnicas de construcción de la paz. También ha ganado varios premios, incluido el Microsoft Educator Expert por tres años consecutivos, por sus herramientas de educación en línea.
7. Luis Emiro Ramírez (Colombia)
Cuando este profesor llegó a la zona rural en la que enseña, se encontró con un contexto donde los jóvenes optaban por irse a las ciudades para dedicarse a trabajos de bajas competencias ya que no se sentían aptos para más. Además no se sentían buenos para la Física, la Química o la Matemática, y abandonaban el colegio antes de cumplir 15 años. Entonces, Luis tuvo que pensar en una forma de motivar a los jóvenes en su proceso de aprendizaje. Fue así como se le ocurrió utilizar la “Agromatemática”, es decir, la aplicación de principios de informática para solucionar problemas del campo. Ahora sus estudiantes hacen cosas como trabajar el monitoreo de condiciones climáticas y la prevención de desastres, controlar las huertas escolares, mejorar las temperaturas de los estanques de piscicultura o buscar soluciones a problemas locales.
Así ha transformado la vida de más de 400 alumnos que han sido capaces de potenciar las prácticas agrícolas de sus familias, además de revitalizar los cultivos de caña y huertos que sufrían daños irreparables por daños en las fuentes hídricas de la zona. Son proyectos –por ahora– de pequeño impacto, con una finalidad más pedagógica que comercial, pero ya han tenido un impacto en la comunidad. Ramírez concluye que la clave del éxito reside en la innovación, y la Agromática le ha permitido alcanzar este éxito.
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