Una profesora de inglés y una educadora de párvulos, que enseñan en contextos muy distintos de Santiago de Chile, cuentan aquí cómo desarrollan instancias de diálogos.
Liliana Santander dirige el Jardín Infantil Raúl Silva Henríquez, un establecimiento ubicado en Quilicura, una de las zonas más estigmatizadas de Santiago de Chile. En ese espacio, el trabajo de esta educadora de párvulos –o de primera infancia– siempre ha sido abrir espacios de diálogo constantemente con niños, niñas y familiares. Espacios que ha potenciado durante el complejo momento que vive el país.
“Nosotros estamos más expuestos a la realidad actual del país al estar en una población vulnerable (…) A mí me han mandado muchos manuales de cómo enfrentar los momentos de crisis, pero nosotros a diariamente vivimos momentos de crisis. Nuestro equipo ya sabe enfrentar esos momentos y gran parte del trabajo aquí, ha sido fortalecernos con las otras educadoras del equipo. A nosotras nos ha tocado la otra moneda y nos toca entender las razones por las que el pueblo se alzó para manifestar su descontento y estar aquí, brindando todo el apoyo posible”, explica Liliana Santander.
Por esa razón, el jardín Infantil Raúl Silva Henríquez no ha dejado de trabajar a pesar del llamado a suspender actividades o de las dificultades de transporte. Este establecimiento se ha convertido en un espacio de diálogo para que tanto niños y niñas como educadoras, entiendan el momento que vive el país.
“Para mí es clave estar aquí, en el jardín, porque es darle la cara a una situación compleja en la que niños y niñas deben ser contenidos. Hasta los mismos familiares han optado por traer a sus hijos durante estos días. De 56, han llegado 50 o más”, asegura Liliana.
Según la experiencia de Liliana, los niños de 3 a 4 años de su jardín ya están conscientes sobre qué es bueno y qué es malo. Para ello ha sido clave tener una comunicación directa con madres y padres, quienes les terminan diciendo a sus hijos que no pueden seguir sus pasos.
“Mi comunicación con los padres nunca ha tenido la intención de juzgar, sino de comprender y ayudar, porque yo creo mucho en la pedagogía del amor. Aquí tenemos que hablar mucho sobre las situaciones complejas. Constantemente, nuestro trabajo es enseñarle a los chiquillos a diferenciar lo bueno y lo malo, el porqué no deberían hacer esto o aquello que ven todo el tiempo. Trabajamos por no normalizar las situaciones que siempre se viven aquí y lo hacemos así, con la comunicación directa y desde el amor”, confirma la educadora.
La apuesta de esta profesora de inglés es que los primeros espacios de reflexión sean entre los docentes.
Rossana Barria, profesora de inglés y finalista del Global Teacher Prize Chile 2019, apuesta por realizar una reflexión entre docentes y con otros actores de su comunidad educativa antes de regresar a la sala de clases con sus alumnas del Liceo 7 de niñas Luisa Saavedra de González, que se encuentra en Providencia, una de las comunas con mejor calidad de vida según el Índice de Calidad de Vida Urbana 2018.
Su colegio ha suspendido sus clases y espera retomar las actividades el lunes 28 de octubre. “Por eso, he estado viendo qué espacios podemos buscar para tratar de entender la situación, cómo bajamos esto a la sala de clase. Pero primero tenemos que reunirnos nosotros, los docentes, para analizar, escuchar las experiencias personales y trazar una estrategia común, porque nosotros como profesores buscamos el bien común de toda nuestra comunidad educativa y por eso aquí no puede existir un discurso desde lo personal, sino que busque un bien común”, dice Rossana.
Otra instancia importante para Rossana, es dar espacios para la autocrítica y para debatir qué país se quiere para el futuro, tanto con docentes como con alumnas. “Durante estos días he tratado de analizar mucho cómo es que hemos llegado a esto y he pensando que algo hemos hecho mal por las reacciones violentas que hemos visto. Nuestro gran desafío es educar para la vida y para que nuestros alumnas sean parte de este mundo que cambia constantemente y sean un aporte significativo a la sociedad. Pensaba mucho en que hay que guiar el diálogo desde la emoción, el respeto y la empatía”, considera.
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