La Escuela Profesor Ramón del Río tiene una certificación ambiental de excelencia. Fuimos a visitarla para conocer las medidas que han implementado para convertir el establecimiento en un espacio totalmente verde.
Desde un extremo de la calle Chacao en Estación Central (Santiago de Chile), una fachada de color azul llama mucho la atención. Sobre ésta, se impone un mensaje que dice, en letras de color amarillo: “MEDIO AMBIENTE”. La frase está acompañada por una raíz verde que está germinando, además de un pequeño sello que indica que este espacio, la Escuela Profesor Ramón del Río, tiene una certificación ambiental. Al pasar esta fachada azul, caminas a lo largo de un espacio que tiene una estructura de madera donde aparecen otros elementos hechos a mano que llaman la atención, como flores, neumáticos con plantas sembradas y un mensaje que dice: “no queremos un medio ambiente, lo queremos completo”. Estos elementos son partes de las señales que indican lo que sucede al interior de este establecimiento educativo.
Elige Educar/Camila Londoño
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Adentro, el color verde no se puede ignorar.
La escuela está llena de árboles, rincones con plantas medicinales, huertos, maceteros con elementos reciclados, recipientes con compost, basureros perfectamente organizados para el reciclaje, diarios murales hechos con cajones plásticos reutilizados, árboles endémicos, bebederos para aves hechos con botellas en incluso memes que hacen alusión al cuidado del medio ambiente. Todo esto hace parte de un foco pedagógico que gira entorno al cuidado del medio ambiente y la sustentabilidad, foco que además está muy presente no sólo en el exterior, sino también al interior de las salas de clase donde los niños, poco a poco, se han ido familiarizando con un tema que según explica la directora, es vital para la educación en valores.
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Según cuenta Fanny Santibañez, Jefa de UTP que lleva 25 años en la escuela, esta iniciativa partió en el año 2000.
En ese entonces, se despertó la inquietud por parte de la comunidad y se dieron pequeños pasos para motivar a los estudiantes con todo el tema ambiental. Los proyectos iniciales fueron muy concretos: un vivero y un huerto donde los niños tenían la oportunidad de germinar pequeñas semillas. Más adelante y con la ayuda de CONAMA –Comisión Nacional del Medio Ambiente– se ampliaron las iniciativas y se multiplicaron las acciones. Ya no era sólo un huerto, ahora la escuela tenía múltiples espacios y elementos con los cuales los niños se fueron encantando y se siguen encantando. Después de 18 años, las acciones son muy diversas y no cabe duda que en la escuela se respira un aire muy especial.
Elige Educar/Camila Londoño
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Profesores, estudiantes, familias y muchos otros miembros de la comunidad donde está ubicada la escuela, hacen parte de este proyecto educativo que tiene como prioridad, no sólo el cuidado del medio ambiente, sino también la transmisión de conocimientos prácticos y sustentables a través de clases, campañas de reciclaje, talleres y acciones grandes como alianzas con organizaciones que fomentan el reciclaje o la transformación de un vertedero de basura ilegal en un espacio verde.
La escuela es, desde muchos puntos de vista, un ente movilizador.
No sólo porque ha impulsado acciones tan importantes como las del vertedero, sino también porque en múltiples espacios y a través de distintas acciones, están formando estudiantes con una conciencia diferente, una conciencia que hoy, más que nunca, es fundamental. Además de talleres medioambientales que son dictados por Nicole Rebolledo, Coordinadora de Medio Ambiente de la escuela, los profesores en Ramón del Río incluyen dentro de sus estrategias pedagógicas el “sello verde” que caracteriza al establecimiento. Así, por ejemplo, si están aprendiendo el ciclo del agua, el profesor debe generar conciencia del uso responsable del recurso.
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Este foco trasciende las aulas en espacios diseñados especialmente para que los estudiantes pueden empaparse del tema tanto como ellos quieran.
Dichos espacios son posibles gracias a la gestión de Nicole, quien como Ingeniera Agrónoma, está encargada de que la escuela renueve año a año, la certificación ambiental de excelencia con la que hoy cuenta. Nicole no sólo está al tanto de los ítems de la certificación, también toma medidas enfocadas en el entorno verde de la escuela y lidera estos talleres medioambientales en los que participan niños pequeños y también estudiantes más grandes que tienen la opción de reemplazar la clase de religión por uno de estos talleres enfocados principalmente en las problemáticas medioambientales. Según cuenta Nicole, el nivel de los alumnos, la complejidad varías, pero la temática básica se basa en temas como el cuidado del agua, el uso eficiente de la energía, los residuos vegetales, la realización de un huerto, entre otros.
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A los estudiantes les encanta, especialmente porque esto les da la posibilidad de aprender al aire libre y hacer uso de espacios verdes que se transforman en aulas.
Por ejemplo, un huerto medicinal hecho con neumáticos reutilizados que encontraron en lo que solía ser el vertedero de basura. Además, rincones con plantaciones de salvia y cedrón, plantas que los estudiantes reconocen y protegen. También está el patio minero, un espacio donde, en conmemoración a los 33 mineros que quedaron atrapados tras el derrumbe de la mina San José, se plantaron 33 árboles quillay con los cuales se recuperó un espacio que no era fértil.
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Como complemento de los espacios, están los diarios murales, espacios de difusión dentro y fuera de las aulas donde los estudiantes tienen la oportunidad de leer e incorporar conceptos asociados a la sustentabilidad, como las “tres erres” (Reducir, Reciclar y Reutilizar). Según explica Nicole, esta difusión es indispensable para complementar el trabajo práctico que realizan todos los días, además del apoyo de las familias, quienes en ese proceso también son claves. Los papás de estos niños participan aportando al sello ambiental del colegio llevando reciclaje de sus casas y además, informándose a través de campañas diseñadas por el colegio.
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Hoy, los niños de la Escuela Ramón del Río, no sólo reconocen los tipos de plantas, también las protegen porque entienden sus beneficios, además reconocen el valor del compost, de los árboles, de los huertos y de las acciones o medidas que están incorporando no sólo en la escuela, sino también en su vida cotidiana, en sus hogares. Hoy, según explica Fanny, existe un grupo de 30 estudiantes muy movilizado y comprometido con el tema, sin embargo, las acciones que se siguen implementando, apuntan a que el 100% de los alumnos hagan parte de éste. Y ese es el objetivo: trabajar para movilizar a todos los niños e impactar a la comunidad y como dice la directora, ofrecer a los estudiantes herramientas que les permitan tener un estilo de vida más sano y sustentable. Llegar a eso, según Vilma, sería incomparable.
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