María José Jiménez es una de las finalistas de la Categoría Música del Global Teacher Prize Chile. Así trabaja los procesos de aprendizaje musical con sus estudiantes.
Cuando María José Jiménez cursaba básica, algo que siempre hacía con sus amigas era inventarle nuevas letras a los temas musicales del momento o crear canciones mientras escuchaba las melodías pregrabadas de los teclados. Además, en casa tenía a una mamá que había cantado en el coro del colegio y un tío que siempre llevaba la guitarra a todo viaje familiar. Así empezó la relación con la música de esta profesora.
Debido a que la conexión de María José con la música nunca fue con una perspectiva profesional, sino desde el disfrute en los procesos creativos y de aprendizaje, el principal foco de esta profesora –que ya suma más de 10 años de experiencia en distintos colegios– está en el error y en destacar a todos, no solo a quienes tienen talento para la música.
“Para mí es importante generar un espacio de amor y de confianza, porque he visto cómo en las clases de música solo son tomados en cuenta los estudiantes con talento. Por eso, en cada clase mis niños y niñas aprenden en forma personalizada y grupal, sin importar la cantidad de alumnos que tenga en la sala. Siempre destaco sus avances, aunque parezcan pequeños y de esa manera ellos se motivan al descubrir que tienen habilidades musicales.
Desde 2019, María José es docente de música en la Escuela General Pedro Lagos Marchant de Arica –al norte de Chile–, establecimiento donde ha logrado empoderar a sus estudiantes con la música, a pesar del 98% de vulnerabilidad y el difícil acceso a instrumentos. Tal ha sido su trabajo que este año recibió el reconocimiento del Ministerio de Educación como Docente Destacada Regional, por sus prácticas innovadoras.
La pandemia le permitió conectar desde las emociones e innovar
Durante la cuarentena obligatoria más dura de 2020, la profesora logró resolver la falta de instrumentos, construyendo con los estudiantes un metalófono de papel para percutir con un lápiz; para eso les grabó diversos repertorios donde ejecutaba en forma simultánea las melodías mientras cantaba y mostraba la digitación en el instrumento.
“Llegué a esta idea del metalófono porque en mi sala de clases –cuando son presenciales– voy guiando la lectura y digitación, mostrando las nubes de colores que tengo pegadas sobre el pizarrón; voy cantando y percutiéndo las melodías, así mis estudiantes van aprendiendo las partituras al escucharme durante los ensayos. Cuando llegó la pandemia, tuve la dificultad de que mis alumnos no tenían instrumentos en su casa y así fue que quise replicar mi practica traspasándola a los estudiantes mediante el metalófono, convirtiéndose este en nuestra herramienta principal de expresión musical”, recuerda.
A pesar del reto, María José considera que gracias a la pandemia encontró instancias para poder apoyar a sus estudiantes más allá de lo musical. “Lo que ha pasado significó conectarme aún más con ellos y sus familias, apoyándolos también en lo emocional”, asegura la profesora.
María José ha visto el poder transformador de la música en distintas instancias
“He trabajado gran parte de mis años de experiencia en colegios particulares, llegando a formar coros, conjuntos instrumentales, ballet folclóricos, talleres de violín y otros de iniciación musical, sin embargo quise llevar mis conocimientos a otro contexto social y decidí dedicarme a la educación en escuelas públicas. He transformado a estudiantes que eran introvertidos, de baja autoestima y ahora son capaces de interpretar una obra musical frente a todo el colegio en los actos cívicos de cada mes. También conseguí que estudiantes con Asperger y TDAH regularan su comportamiento a través de clases de piano y violín que hice especialmente para ellos con talleres extracurriculares y gracias a esas instancias, fueron capaces de presentarse en eventos artísticos de la escuela”, cuenta.
Además, debido al contexto de vulnerabilidad de la mayoría de sus estudiantes, a través de la música ha potenciado su autoestima y han encontrado, entre instrumentos y partituras, un espacio para conectar con sus emociones. "En buena medida, es algo que he logrado porque he creado un espacio seguro, donde con amor y paciencia se enseña, donde equivocarse es válido y donde lo único que buscamos todos, es aprender, disfrutar los errores y el proceso", dice María José.
También ha transformado la música en una herramienta de reflexión
María José ha buscado distintas formas de abordar temáticas sociales a través de la música. La principal, es que invita a sus estudiantes revisar un repertorio que sirva para la reflexión de distintos problemas. Por ejemplo, en una oportunidad revisaron letra de la canción Mi verdad de Anita Tijoux, para que indagaran en temas como la desigualdad social. También ha revisado con ellos la letra de Arauco tiene una Pena de Violeta Parra, para que tomen conciencia sobre la discriminación étnica.
“Mi intención es que puedan socializar sus ideas y plantear soluciones. También busco que vean cómo la música puede abarcar múltiples espacios y estimular la creatividad, el pensamiento crítico y mucho más”, considera.
Otra actividad que ha trabajado la profesora con sus estudiantes, es componer canciones con una temática que ella asigne. Han compuesto temas que hablan sobre el consumo de drogas y ser padres adolescentes, entre otros.
María José también busca distintas instancias para que sus estudiantes tengan la experiencia de tener presentaciones en vivo, para motivarlos con sus procesos de aprendizajes musicales. Hasta la fecha, han estado presentes en eventos como Concierto de Navidad junto a Cecilia Echeñique en Calama, la Muestra de Fiestas Patrias en el Centro de Capacitación y Reinserción CAIS Gendarmería Arica o en el lanzamiento de un libro en la Biblioteca Municipal de Arica, entre otras.
Por esto y mucho más, María José es una de las finalistas de la Categoría Música del Global Teacher Prize Chile 2021.
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