Ildefonso Adan Mestra Madera es el nombre del docente que desde hace 11 años lidera un proyecto que ha potenciado la creatividad y el interés de los estudiantes en una escuela en San Isidro, una zona rural ubicada al norte de Colombia.
En una zona rural colombiana, que se encuentra en la ciudad de Montería -al norte de Colombia-, existe la Unidad Educativa de San Isidro. Una escuela con pisos de tierra, pocas horas de electricidad, sin salas, más de 360 estudiantes y un profesor de arte que les ha enseñado cómo trabajar la creatividad con todos los elementos de la naturaleza que los rodea. Se trata de Ildefonso Adan Mestra Madera, un docente que ya suma 11 años de trabajo en esta escuela y que se ha encargado de llevar adelante el proyecto “El arte y el contexto escolar, una oportunidad para potenciar la vida”.
“Han sido varios lo beneficios del arte en este contexto. Cuando yo llegué había muy poco interés por la escuela. Pero ahora ya llevamos diez promociones, tenemos la primera alumna que estudió en la universidad, ya es licenciada en sociales; hay otro niño que va a estudiar matemática, otro va a ingeniería agronómica y los niños que han liderado este proyecto son los que han sacado los puntajes más altos para la prueba de ingreso. Se esmeran más, quieren ir a la universidad y todo gracias al arte, la creatividad”, cuenta el profesor Ildefonso.
Un trabajo que ha sido arduo para este docente, ya que fue esta su primera experiencia como profesor de arte tras varios años como docente de filosofía y religión. Ildefonso llegó por un concurso del Estado en el que se buscaba un profesor de religión para esta escuela. “Pero finalmente llego, me doy cuenta que había una necesidad de trabajar arte y yo también soy pintor. Llegué y empecé a pintar la escuela, porque tenía muros muy sucios, muy feos. Los empecé a limpiar, a hacer pinturas en esos muros, porque finalmente los niños pasan ocho horas en la escuela y yo quería que los ambientes de aprendizaje fueran más bonitos, porque eso enamora. Y como empecé a hacer eso, entonces me dieron la clase de arte”, recuerda.
Para ese momento el gran reto era lograr conseguir los materiales para trabajar el arte, porque el costo de éstos fue una de las principales razones por las que esta materia no era trabajado en la escuela. Fue entonces que Ildefonso empezó a darse cuenta de toda la riqueza que existía en el entorno y así, este profesor vio una oportunidad para crear materiales con lo que brindaba la cotidianidad de San Isidro, una zona agrícola.
Crear carboncillos con la leña que usan para cocinar y hacer pintura con los residuos del casabe (pan de harina de yuca), fueron algunos de sus inventos para crear materiales junto a sus estudiantes.
“Empecé a ver qué había en el contexto, para que los niños pudieran ver arte. Como se trata de un contexto campesino, viven de la agricultura. Cocinan con leña, no cocinan con luz eléctrica, ni hay estufas de gas, entonces el primer material que surge es el carbón vegetal y de ahí salió una de mis ideas, la de los carboncillos, esa fue una idea que surgió hace siete años. Otra parte de los carboncillos es vestirlos, con plumas, con materiales que son del contexto. Y estos son accesorios que les dan vistosidad, para que sean llamativos, para que sean más elegantes, porque yo entiendo el aprendizaje como una fiesta porque es la liberación. Y como el aprendizaje es una fiesta, porque debe ser un momento de felicidad, los carboncillos deben ir vestidos de gala, de fiesta para el aprendizaje”, cuenta.
Con estos carboncillos los estudiantes dibujan, escriben, crean. Esto mismo lo hacen con los los residuos del casabe. Cuando se hace este pan, usualmente se utiliza sólo la fibra de la yuca,el almidón se desecha y muchas veces se vierte en corrientes de agua, por lo que termina convirtiéndose en un agente contaminante, explica el profesor. Por eso, Ildefonso buscó una forma de aprovechar este ingrediente y lo mezcló con residuos de madera, flores, carbón vegetal, tierra, ceniza… elementos que brindan color. Como resultado, los estudiantes consiguieron pinturas para realizar distintas obras que representan su entorno.
Además, en la insistencia de este docente en trabajar con el entorno, durante estos 11ña años los niños y niñas del establecimiento han aprendido sobre tejidos ancestrales. Con fibras vegetales como la enea, el junco y la cepa de plátano, los estudiantes han aprendido a hacer esteras, esterillas y chinchorros para mantener viva la memoria de la comunidad indígena de la zona: los Embera Katio.
“La cultura está anclada con las raíces de este pueblo. Estoy trabajando con los campesinos el arte de sembrar, el arte de preservar la tierra, el arte de preservar al agua”.
“Por ejemplo, ahora que iniciamos el año vino una época de sequía muy grande, entonces los papás encuentran poco trabajo y no tienen para comprar los cuadernos y como no han tenido para comprar los cuadernos, trabajamos en la tierra. Y trabajamos con lo que produce la cosecha, las semillas, las hojas. Como hay muchas hojas en el piso y con esas hojas trabajamos también. Hacemos los cuadernos, hacemos lo que se necesita para crear”, cuenta Ildefonso.
La facilidad que ha tenido este profesor para trabajar con el arte en este contexto ha sido gracias a su madre, quien fue maestra campesina y un ejemplo a seguir con respecto a la importancia de ayudar y educar a las personas que se encuentran en las zonas menos beneficiadas del país. Y su interés por el arte, fue lo que le permitió ver cómo todas las expresiones artísticas pueden ser transversales.
Ildefonso apenas tiene una hora semanal para dictar su clase pero igual va a la escuela de lunes a sábado, para trabajar en conjunto con los profesores de matemática, lenguaje y tantas otras materias. También porque es quien se ha dedicado a limpiar, ordenar y coordinar este espacio, en donde además del arte, ha instaurado una actividad de catarsis de los estudiantes. “Es importante que antes de empezar el día ellos cuenten, verbalicen, es una forma de desarrollar el lenguaje y de motivar la creatividad. Que cuenten cómo fue llegar hasta la escuela, cómo está su familia, cómo se encuentran ellos. Porque estos contextos pueden ser muy duros, algunos son criados por los abuelos, no tienen padres, no tienen estabilidad económica y para motivarlos, hay que escucharlos”.
“Esta ha sido una oportunidad para mejorar la calidad de vida de ellos, aprender de la naturaleza, cuidarla y potenciar la creatividad”.
El arte como canal para motivar, fomentar el aprendizaje y aprovechar el contexto ha sido el gran logro de Ildefonso en esta escuela rural. También ha sido su gran bandera para demostrar que no se necesitan de grandes espacios ni de materiales costosos para trabajar la creatividad, sólo ganas y vocación, porque el conocimiento se potencia creativamente. “Y si algo me he dado cuenta con este trabajo es que todos los niños son artistas, son creativos y hay que incentivar eso todos los días”.
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