Con educación sustentable y trabajo con familias, este educador está aportando a la comunidad y cambiando el futuro de sus estudiantes con discapacidad.
Los inicios de Exequiel Coñoman fueron en una escuela especial en la comuna de Talca, donde enseñaba a personas con discapacidad intelectual en etapa adulta. Fue allí donde reafirmó sus deseos de querer impulsar verdaderos cambios sociales y aportar a la calidad de vida de personas con discapacidad. Actualmente, este educador diferencial de 34 años trabaja en la Escuela Especial Ema Sepúlveda De Lobos F-409 de San Javier –Región del Maule–, un establecimiento donde se desempeña como profesor asesor del Centro General de Apoderados, como profesor de aula y como coordinador del Nivel Laboral.
El curso en el que ejerce gran parte de su quehacer pedagógico está conformado por 10 estudiantes –entre los 16 y los 26 años– con discapacidad intelectual y otros diagnósticos como ceguera parcial, ceguera total, síndrome de Down, parálisis cerebral y trastornos del espectro autista. Este es el principal desafío que enfrenta Exequiel a la hora de enseñar, pero a esto también se suman otros factores: como un contexto cuyo índice de vulnerabilidad es del 100%, la baja inclusión sociolaboral que sufren sus estudiantes cuando egresan y las complejas condiciones de vida que enfrentan sus madres al tener que hacerse cargo de esta situación.
Uno de los logros de este educador ha sido justamente transformar esos desafíos en prácticas pedagógicas diversificadas, innovadoras e inclusivas.
Dichas prácticas, las cuales integran contenidos de distintas áreas y asignaturas, se han centrado principalmente en el trabajo con las familias y en favorecer la adquisición de aprendizajes que posibiliten el desempeño de los estudiantes en la vida y el trabajo. De esta manera, Exequiel ha logrado darle mayor protagonismo a sus alumnos, potenciando habilidades y otorgándoles verdaderas oportunidades. La equinoterapia, las prácticas laborales en trabajos ocupacionales según las habilidades y los gustos de los estudiantes, además del emprendimiento familiar sustentable, son algunas de las iniciativas a través de las cuales está formando no sólo a los alumnos, sino también a sus familias.
“En mi práctica pedagógica contemplo diferentes estrategias que siguen los principios del diseño universal de aprendizaje y el enfoque ecológico funcional. Dichas prácticas también contienen un fuerte componente práctico y social, orientado a mejorar las habilidades conceptuales de las personas con discapacidad intelectual, utilizando la metodología de aprendizaje basado en proyectos (ABP)”. Con esta metodología, el educador ha llegado a desarrollar actividades como el huerto escolar, la lombricultura, la crianza de gallinas kollonka (gallinas mapuche de huevos azules), la elaboración de alimentos y la comercialización de una crema cosmética de baba de caracol.
Este último producto se ha convertido en una de sus iniciativas más innovadoras, pues incluye a las madres en un trabajo pedagógico sistemático.
Además, este producto impulsó la formación legal de la primera cooperativa de trabajo de personas con discapacidad intelectual. Hoy, gracias a esto, 10 estudiantes y 7 madres producen y comercializan esta crema. Esta experiencia pedagógica, llamada “Más caracoles, más vida”, ganó el Premio Enseña Sustentable 2018, otorgado por la Facultad de Educación de la Universidad del Desarrollo, junto con la Universidad de Talca. Este logro también lo llevó a realizar una pasantía a Nueva York.
El trabajo que hace el educador con las familias también se ha centrado en informarlas y capacitarlas con un enfoque de derecho para que reconozcan el importante rol que cumplen en el proceso de inclusión educativa y sociolaboral de sus hijos, objetivos a los que él aporta con los tres ejes que caracterizan su trabajo: el vínculo con la comunidad, la educación sustentable y el trabajo en equipo.
El enfoque sistémico de sus estrategias, le han permitido alcanzar diversos logros.
Entre estos, potenciar las habilidades comunicacionales de sus estudiantes, mejorar la percepción de su calidad de vida, fomentar el pensamiento crítico y reflexivo, aumentar la inclusión de 20 estudiantes que hoy realizan distintas prácticas laborales, facilitar la contratación de 4 alumnos en distintas fuentes laborales de tipo dependiente, generar empleo para las madres, empoderar, generar oportunidades de socialización entre familias, aumentar la asistencia logrando nula deserción escolar y sobre todo, capacitar a sus estudiantes para que tengan un rol social activo, aumentando así, su realización personal y su bienestar físico y material.
Para alcanzar todos estos objetivos, Exequiel se ha preparado muy bien, dedicando su tiempo a perfeccionarse en áreas importantes de la educación diferencial. Así ha obtenido postítulos en Desarrollo y Alteraciones del Lenguaje Oral, en Educación Sexual y Afectividad, y en Educación Especial y Psicopedagogía. Adicionalmente, el educador contribuye a la profesión ejerciendo como docente en institutos de nivel superior, en las carreras de técnico en educación especial. Particularmente en El Instituto Profesional Latinoamericano de Comercio Exterior (IPLACEX), se desempeña como jefe de carrera, tanto en Técnico en Educación Especial, como en Técnico en Educación Parvularia, algo que le ha permitido mantenerse actualizado, visualizar y gestionar nuevas oportunidades para sus estudiantes y alumnos de distintos contextos educativos.
Exequiel es sin duda un referente de la educación diferencial, de cómo se debe enseñar a estudiantes con discapacidad y de las acciones que deberían implementarse para integrar a las familias en los procesos de formación de dichos estudiantes. Así, el educador ha encontrado la fórmula perfecta para generar un verdadero impacto social dentro y fuera del aula.
¡Por esto y más, Exequiel Coñoman es finalista del Global Teacher Prize Chile 2019!
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