Aunque su origen no es el mismo y los contextos en los que lucharon fueron diferentes, estas dos mujeres compartieron los mismos sueños e intereses. Así coincide la historia de sus vidas.
Ambas fueron escritoras, amaron la poesía, lucharon por cambiar el destino de sus países a través de la educación y reivindicaron los derechos de las mujeres a través de sus acciones. Juana Manso nació en Argentina y Gabriela Mistral en Chile, pero aunque sus orígenes no coinciden y el contexto en el cual lucharon fue distinto, ambas mujeres compartieron el anhelo de transformar la sociedad impactando así, la historia de la educación en América Latina.
Juana Paula Manso fue precursora del feminismo en su país…
Y de hecho es considerada por muchos como la primera feminista de Argentina. Desde muy joven, tuvo que escapar junto a su familia a Uruguay donde empezó a publicar sus primero poemas bajo el seudónimo de “Mujer Poeta” (uno de los tantos que utilizó). Lejos de su país (tanto en Uruguay como en Brasil donde vivió durante algunos años) forjó sus ideales con respecto a la educación y se centró en promover la escolarización, especialmente la de la mujer. Durante toda su vida no paró de luchar por la educación popular, gratuita, abierta a todas las clases sociales y a todos los géneros. Su pasión por la educación la llevó a no sólo a enseñar en escuelas públicas, sino también a fundar establecimientos educativos como el Ateneo de las Señoritas en Montevideo. Cuentan sus crónicas, que en sus 55 años de vida, Juana no dejó de pelear por liberar a su pueblo de la ignorancia, “la más vergonzosa de todas las esclavitudes, pues mancilla la criatura y contraría el destino de la humanidad”. Dijo Juana Manuela Gorriti, otra escritora argentina: “Juana Manso, gloria de la educación, sin ella nosotros seríamos sumisas, analfabetas, postergadas, desairadas. Ella es el ejemplo, la virtud y el honor que ensalza la valentía de la mujer; ella es, sin duda, una mujer”.
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Años después del fallecimiento de Juana Manso (1875), nacería Lucila Godoy en el año 1889.
Tal como Juana convirtió su nombre en seudónimos como “Mujer Poeta”, Lucila Godoy se transformó en Gabriela Mistral cuando empezó a escribir poesía. Pero mucho antes de esto forjó un camino político a través del cual pretendía cambiar un contexto en el cual la mujer era discriminada y no tenía acceso a la educación, hecho que vivió en carne propia y que la llevó a convertirse en docente de manera autodidacta. La lucha de Gabriela no fue nada sencilla y si bien no tuvo que verse obligada a dejar su país como Juana Manso, sí tuvo que soportar el rechazo de un sistema educativo que la juzgó por su origen humilde, su formación, sus convicciones radicales y sus denuncias con respecto al analfabetismo. Eso no limitó su lucha la cual estuvo muy enfocada en la educación femenina rural como medio para orientar el progreso de su país. Al igual que Manso, Gabriela educó mujeres, cumplió roles importantes en establecimientos educativos y vivió fuera de su país, en México, donde siguió trabajando por la educación, convirtiéndose así en una pieza clave de la reforma educacional de ese país.
Más adelante, Gabriela ganaría el premio Nobel de Literatura, pero además se consolidaría como maestra y fiel promotora del desarrollo de América Latina pues al igual que Juana, Gabriela soñaba con una Latinoamérica instruida y consciente de su realidad.
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